LA DECISIÓN

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 -¡Luc! Por favor, no me abandones.

-Lo siento... preciosa.

-¡Me lo prometiste! ¡Me dijiste que nada podría separarnos!

-Te... quiero. No... lo olvides

-No, no. ¡Luc! ¡Lucifer!


-¡Meridiana! Querida, despierta. - Oigo la voz de As que me llama.

Abro los ojos sobresaltada y con el corazón a mil por hora. Estoy envuelta en sudor y me cuesta respirar con normalidad. As está a mi lado, sentado junto a mí en la cama de mi habitación.

Hace horas que la batalla terminó y As decidió traerme al castillo para que recobrara las fuerzas y me recuperara de mis heridas, pero no soy capaz de dormir más de media hora seguida.

-Supongo que has tenido otra pesadilla - dice As con pena.

No le respondo, sólo me giro dándole la espalda y tapándome más con la sábana. No quiero que me vea de esta manera. Tengo los ojos hinchados y me escuecen de tanto llorar. Ahora sólo soy una sombra de mí misma.

-¿Otra vez el mismo sueño? - pregunta preocupado.

-S-sí - respondo con dificultad.

As apenas se ha apartado de mí desde que la batalla terminó. En ocasiones, algún otro miembro del Consejo viene para hacerle alguna consulta y preguntar por mi estado, pero esas visitas no suelen durar más de un par de minutos.

Al parecer, el arco de salida ha quedado seriamente dañado durante la lucha, por lo que Asmodeo ha decidido que no se use hasta que esté totalmente reparado, así que, de momento, estamos atrapados en el infierno. Se supone que yo tendría que estar echando una mano a todos a restaurar el orden pero en vez de eso, estoy metida en la cama, casi sin fuerzas para levantarme y haciendo que todo el mundo se preocupe por mí.

-Meridiana, no puedes seguir así. Si no descansas no te repondrás nunca. - Sé que As está preocupado por mí pero no necesito más compasión. Sólo hace que me sienta peor. - Entiendo que estés enfadada.

-¡No! - exclamo volviéndome con brusquedad. - No estoy enfada, estoy furiosa. Ahora mismo sólo tengo ganas de golpear a Luc por no cumplir su promesa, ¡pero no lo tengo aquí para hacerlo!

De nuevo vuelvo a llorar desconsolada. Aún me pregunto cómo es posible que me queden lágrimas.

-Comprendo cómo te sientes querida, pero tienes que recuperarte.

-¡No es cierto! ¡Tú no lo entiendes! Jamás has estado enamorado así que no me digas que sabes cómo me siento.

-Eh... ya, bueno. De todas formas tienes que intentar descansar - insiste As.

-¿Y por qué Belcebú no va a buscarlo? ¿No se supone que él es capaz de entrar y salir de las penitenciarías?

-Ahh - suspira. - Sabes de sobra que no es tan fácil salir de ahí pero tranquila, entrará a por él, pero... aunque entre, encontrar a Lucifer puede llevarle siglos, quizá más.

No soporto tanto dolor en mi pecho. Sólo de pensar que puede que esté siglos sin él, hace que me falte el aire. ¿Cómo pretende As que descanse con la presión que siento en el corazón? En algunas ocasiones, la pérdida de Luc me atormenta de tal forma que pienso que hubiese sido mejor morir en la batalla, junto a él.

-¡Entonces Belcebú debería empezar a buscar cuanto antes! - grito desesperada.

-Querida, ahora mismo estamos muy ocupados. Hay mucho que hacer hasta restablecer el orden totalmente. Además, tenemos que averiguar si Amor ha conseguido escapar a la Tierra y si Deseo también está involucrada porque si es así, el problema está lejos de solucionarse.

Meridiana: la hija de la ira. (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora