5.4

832 76 23
                                    


Los errores eran una de las principales características del ser humano, los errores de cualquier tipo eran parte de nuestra vida diaria. Quizás unos más insignificantes que otros; reprobar una asignatura en el colegio o arruinarle la vida a alguien de alguna manera, eso llegando a casos extremos.

Pero eran esos errores los que nos daban las lecciones que necesitábamos para poder avanzar, para poder abrir los ojos, cambiar para mejorar o sanar y había veces en los que esos errores ni siquiera los causábamos nosotros.

Había llegado a la temprana conclusión de que Luke era un chico sumamente sentimental y no temía expresar esos sentimientos con el fin de ser correspondido para bien o para mal. El problema es que él creía que mostrar sus sentimientos solo le causaba problemas. Catalogaba su sentimentalismo como un: error.

El primer día que lo conocí sabía que había algo roto dentro de él, lo podías ver en sus ojos, que incluso teniendo el color azul oceánico más precioso del mundo, estos lucían tristes casi siempre, era como él chico frente a mi solamente fuera una parte de lo que solía ser.

Cada palabra que salía de su boca me hacía saber que a pesar de tener tiempo trabajando en si mismo mentalmente, los resultados no parecían satisfacerlo demasiado. Y yo me quedé ahí, observándolo hablar sobre como las terapias parecían liberarlo un poco pero cuando regresaba a casa, era como lanzarse de nuevo al vacío que su pecho sentía.

Era agobiante para mí de tan solo pensarlo. Y agradecía un millón de veces la confianza que él tenía hacia mi para decirme tales cosas, incluso si me hubiera abierto su corazón el primer día que cruzamos mirada, yo habría escuchado todas y cada una de sus palabras.

—Gracias por escucharme —Su voz baja sonaba tranquila, liberada. Sonreí alzando la vista a él quien a pesar de la mirada cansada mostraba una sonrisa dulce.

—Para eso estoy.

—Y gracias por la cena... —Había sido una cena un tanto mediocre pues aún no íbamos por las compras y la nevera estaba un tanto vacía. Solté una risilla.

—No, no, se que fue la cena más decepcionante que hayas comido pero prometo hacer una mejor la próxima vez —Él rió negando.

Esa clásica sensación eléctrica que me envolvía cada vez que me tocaba o me besaba se hacía presente. Estando ambos justo en el portal de la puerta y con algunos centímetros de distancia, sus dedos se entrelazaron a los míos y yo simplemente no podía alejar mi mirada de la suya.

—No estuvo tan mal, te juro que me gustó —Nuestro volumen de voz era bajo, sobre todo porque era bastante tarde y la paredes eran de papel, la única luz a nuestro alrededor provenía de las escaleras del condominio y de la cocina al interior del apartamento.

—Pésimo mentiroso Luke —Reí observando el fallido intento por ocultar su cara burlona. Suspiré observando cada pequeño detalle de su rostro sintiéndome totalmente indefensa ante su atrapante belleza. —¿Me avisas cuando llegues a casa?

—Si, yo te aviso —Asentí, aún perdida en su mirada, aclaró la garganta y dió un apretón a mi mano que seguía entrelazada a la suya.

Pero la verdad era que no quería que se marchara, podría quedarse aquí y simplemente guardar silencio o dormir y yo podría observarlo sin cansarme todo el tiempo, Luke era hechizante, era magnético, te envolvía con la mirada y sentías la electricidad de su toque alrededor de tu cuerpo haciéndote cosquillas. Todo eso con su simple presencia.

—¿Cuando tendré mis clases privadas de español? —Preguntó sin apartar la vista de la mía. Mordí mi labio alzando una ceja.

—Cuando tú quieras, solo tienes que decirme y comienzo a explicarte lo más básico —Hizo una mueca.

𝐄𝐋𝐄𝐂𝐓𝐑𝐈𝐂𝐈𝐓𝐘 - 𝐋𝐑𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora