Capítulo 25

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Mantuvo fijamente su mirada durante unos segundos, aunque internamente parecía una eternidad. Totalmente descolocada, ajena a la situación y al caos que parecía estar despertando a su alrededor, asintió levemente con la cabeza.

Mateo en respuesta suspiró suavemente mientras cerraba los ojos para luego incorporarse rápidamente.

―¡Max, inicia el protocolo de defensa! ―bramó en dirección al centro de la pista, donde al parecer se encontraba su hermano―. ¿Alguien vio a Blackwood?

La multitud de la pista comenzó a correr descontroladamente. Un destello verde hizo volar los restos del techo suavemente hacia un costado. Debió de ser Máximo, procurando que los invitados no se lastimen en el frenesí de huir de la escena.

Un cosquilleo a la altura de sus pantorrillas la hizo desviar la mirada. Merlín se colocaba entre sus piernas, frotándose suavemente mientras maullaba. Acarició sus orejas en una señal de mudo agradecimiento.

Un trueno hizo crepitar el cielo, provocando que girase inconscientemente la cabeza hacia los terrenos traseros del CED. Aún sentada en el suelo, levemente confundida por el golpe, no pudo procesar lo que sus ojos veían.

El cielo se había vuelto aún más negro, los truenos comenzaron a resonar anunciando la tormenta. Rocas de tamaño descomunal surcaban el aire en dirección a el CED. Cada vez que una roca se aproximaba al edificio, ramas salían del suelo, tomándolas y jalándolas de regreso a su origen.

―¡Alves, estoy aquí! ―gritó Blackwood desde el techo casi destruido―. ¡Necesito que Akemi vaya a observar qué son esas cosas! Divide a todos en formación de defensa.

Poco después, Akemi salió volando en forma de halcón, dejando un halo violeta tras de si. Unos segundos más tarde, Inti y Shadow se unieron a ella.

Trató de incorporarse suavemente, aún con un palpitar en su cien izquierda intolerable. Parpadeo varias veces antes de poder mantenerse en pie. Camino a paso lento en dirección a la pista. A lo lejos, vio como Camille Leroy sacaba su arco y le daba indicaciones a Lara.

Sintió una puntada en el pecho y todo volvió a hacerse confuso. Poco a poco sus ojos se nublaron y comenzó a caminar de manera automática hacia el pasillo.

―¡Ey, Cobby! ¿Dónde vas? ―comentó Mateo desde el centro de la pista.

Aradia pasó junto a Facundo, sumamente confundido y luego, por al lado de Mateo. Otro golpe retumbó en el techo y Máximo, desde las escaleras, volvió a desviar las rocas. Lara corría en dirección al pasillo con un grupo de gente, seguramente al subsuelo, donde podrían resguardarse en las habitaciones para emergencias. Aradia ni se inmuto ante el golpe.

La tierra bajo sus pies comenzó a retumbar en respuesta de algo que se dirigía hacia ellos. Un coro de rugidos se oyó a la distancia.

―¿Qué demonios viene hacia aquí? Huelen espantoso ―comentó Facundo preocupado.

―¡Cobby! ―dijo Mateo ignorando a Facundo e intentando jalar de la muñeca a Aradia.

Una luz blanca envolvió por completo el cuerpo de Aradia, empujando a Mateo unos metros por detrás.

―¡Puta madre! ¿Qué hacen? ―gritó Max moviendo su escudo en el último segundo para aliviar la caída y el golpe de Mateo.

Este último se encontraba preso de la sorpresa. Inmóvil, observó como Aradia continuaba en su extraño trance sin respuesta aparente. Vio cómo atravesaba la puerta y se marchaba a través del pasillo.

―¿Qué carajo le pasa a Ari? ―preguntó Facundo sumamente confundido.

―Dile a Blackwood que pronto estaremos afuera, yo me encargo ―respondió Mateo incorporándose y siguiéndola rápidamente.

Concilio de Brujos: La hermandad OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora