Capítulo 3.

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Leyra…







El sudor corre por mi frente y mi pecho sube y baja por la agitación, el top blanco deportivo se adhiere a mi cuerpo y mi falda corta se ha vuelvo incomoda a pesar de ser un uniforme ligero. Corro de un lado a otro de la cancha y sujeto con fuerza mi raqueta evitando que la pelota rebote más de una vez en el suelo antes de lanzar un golpe con mi derecha que la envía al otro lado de la pista. Mis zapatos hacen un chillido cuando me  desplazo por el césped sintéticos pero estoy más que enfocada, no puedo perder. No contra una persona mayor que yo y que cree que los años de experiencia son mejor que la agilidad en el juego. Cuando la pelota verde y pequeña viene hacia mi enfoco mi vista en ella y con un giro de mi muñeca logró enviarla al otro lado en donde mi oponente la devuelve pero no con la suficiente fuerza.

La pelota queda atrapada en la red ubicada en el medio de  la cancha y una sonrisa victoriosa se dibuja en mis labios cuando Katherine, mi oponente, me dirige una mirada de odio por que sabe que ha perdido contra una principiante, le guiño un ojo escuchando el aplauso masivo del público y como gritan mi nombre mientras camino al área de descanso tratando se secar mi frente con el dorso de mi mano.

— ¡esa es mi perra! — grita Mirela quien esta conmigo en cada partido. — le has pateado el culo a ese vejestorio.

— No comiences — comento con burla sabiendo que siempre forma un espectáculo y dos veces hemos tenido que correr por que ella insulta a mis contrincantes sin conocerlos.

— Le quitas lo divertido a la vida.

Se cruza de brazos pero una pared se forma frente a ella y decido ignorarla por completo cuando el hombre de vaqueros ajustados,  camiseta blanca y gorra se acerca a nosotros con sus manos en los bolsillos de su chaqueta de jean negra.

— Bien hecho, mi niña — me felicita al llegar a nosotros.

Alessandro resplandece con la luz de las farolas puesto que esta oscureciendo y se ve más grande e impotente cuando me abraza sin importarle mi sudor.

Sostengo el suspiro que quiere escapar de mi garganta y solo me deleito con su aroma que tengo tan grabado en mi memoria.

— Gracias, Forest — respondo tratando de sonar alegre pero es patético.

No soy buena para ligar si alguien me gusta como él, me gusta seducir a los chicos con los que salgo o en mi preparatoria pero es nada más por el hecho de sentirme inalcanzable, solo para que vean lo que nunca van a tener. En cambio, a Alessandro lo he imaginado mil veces amaneciendo en mi cama o llendo a la escuela por nuestros hijos.

Pero él …

Si, si. Ya se que es mi padrastro y eso. No necesito que la pequeña parte de mi cerebro que si es normal me lo recuerde.

Alessandro nos invita a comer para celebrar mi triunfo y quiero decirle a Mirela que se largue pero se que no lo hará por que es comida, luego de darme una ducha en las regaderas del club de tenis me coloco una falda blanca de pliegues con un jersey verde menta y sandalias ligeras que he traído.

En el medio de la cena en un restaurante a la orilla de la playa rodeado con pequeñas luces de colores y mesas para cuatro personas me encuentro sentada junto a Mirela y Alessandro frente a nosotras, verlo cortar la carne con vegetales que esta comiendo tan pacíficamente es glorioso. Siento un golpe en mis costillas y suelto un quejido que me obliga a ver mal a Mirela.

— Cierra la boca que se te sale la baba — gruñe por lo bajo para que solo yo pueda escuchar.

— No molestes.

— Estas perdida. — se que le divierte toda esta situación.

Ella fue la primer y única persona a la que pude contarle con lujos y detalles toda mi fantasía con mi padre y aunque pensé que iba a juzgarme paso todo lo contrario, me propuso un trio si lograba hacer que él se fijara en mi pero desde eso ya pasó un año y Alessandro ni me nota como mujer. Por lo menos tengo a alguien a quien contarle cuanto quiero arrancarle la ropa a mi padrastro y en lugar de decirme que esta mal se une a mi imaginando como sería verlo desnudo.

NOCIVO +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora