Capítulo 6.

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Leyra…



Un suspiro lleno de melancolía abandona mis labios mientras aún me encuentro en los brazos de mi amado… padre.

Nos quedamos abrazados y yo he comentado nada respecto a la posición en la que nos encontramos. Mi espalda pegada a su pecho y su barbilla descansa en mi cabeza mientras vemos como las pequeñas gotas de agua comienzan a golpear mi ventana dañando así el hermoso día, la lluvia crea un sonido que me hace girar sobre mi espalda y así poder verlo a la cara.

Sus ojos verdes grisáceos me ven con preocupación y estoy segura de que mis ojos marrones están enrojecidos por el llanto. Mi mano descansa bajo mi cara y la suya asciende de mi brazo a mi mejilla en donde limpia el rastro de humedad que quedó.

Cuando lo tengo tan cerca no me importa si se da cuenta de como lo miro, no me importa si me tacha de inmoral pero es que esa carita tan perfecta solo me hace contemplarlo con total benevolencia. Es tan perfecto que duele saber que mi madre es su esposa, duele saber que es dieciocho años mayor que yo y que nunca me va a ver como algo más que su hija.

Por un segundo, solo por una milésima de segundo su dedo pulgar roza la comisura de mi boca y como la depravada que soy comienzo a crear mil escenas por ese pequeño tacto, mi respiración se queda atorada en mi garganta y mis labios se entreabren en anticipación, ninguno desvía la mirada, es como un duelo del que caiga primero en el pecado.

—Ale… — mi susurro sale casi como un jadeo bajo y juraría que sus pupilas de dilataron un poco pero no se retira.

—Nenita.

¡Dios mío! ¡su voz!.

Es un tono más grave y sensual, ronca y quiero estar más cerca para poder sentir su respiración por lo que intento acercarme a su rostro y…

—¡puedo explicarlo!.

La puerta se abre estrepitosamente dándole paso a una mojada Mirela que tiene cara de preocupación, mi padre se aleja de mi como si mi tacto quemara y una sensación de vértigo se instala en mi estómago por el momento arruinado.

—Lárgate. — es lo primero que digo cuando intenta acercarse.

—¿Pasa algo?. — pregunta Alessandro viendo la escena.

—Si.

—No. — responde Mirela al mismo tiempo.

—¿Por ella estabas tan mal?.

En respuesta a la pregunta de Alessandro solo asiento y lo veo levantarse.

—Buenas tarde, señor Forest. — saluda Mirela dándole una pequeña reverencia.

—Hola niña, las dejo para que puedan hablar.

Cuando sale de la recámara me quedo viendo la puerta preguntándome: ¿que hubiera pasado si Mirela no hubiera interrumpido? ¿lo hubiera besado? Claro que si, si él no me apartaba le chupo la polla y todo.

—Em… — el murmullo de mi amiga me hace saber que está aquí pero giro en la cama y entierro mi cabeza en la almohada. — ¿vas a verme?.

—No.

—Escúchame.

—No quiero, vete.

—Solo fue una vez.

—Tu y yo sabemos que no es cierto.

—Bueno, no pero…

—¿Por qué con él? — la interrumpo — precisamente con mi tío ¿en serio, Mirela?.

NOCIVO +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora