Leyra…
La música sensual resuena en toda la pequeña habitación y mi corazón se sincroniza con cada melodía, cada respiración agitada es como una nota musical, es el complejo arte del exotismo.
Siento sus dedos merodear entre mis labios vaginales estimulando mi clítoris mientras su miembro se adentra en mi con tanta calma que mi espalda se arquea en el acto, su otra mano está sobre mi garganta haciendo presión y mis pulmones arden clamando aire desesperados pero me niego a pedirle que pare.
No se cuanto tiempo a transcurrido desde que estoy en esta habitación desnuda, atada y con los ojos vendados pero no me preocuparía pasar el resto de mi vida aquí.
— Dámelo — exige.
Su pene abriendo mis paredes con tanta lentitud que mis ojos se humedecen bajo la tela que los cubre.
— Más… rapi…do — logro articular en el medio de la bruma y una risa ronca es su respuesta.
— Ahora. — demanda hace que muerda mi labio inferior con fuerza.
Su aliento se mezcla con el mío cuando reclama mi boca con rudeza y lanza empellones profundos y rudos. Puedo sentir cada choque de su pelvis contra la mía y el sonido que forma el saco de sus testículos al chocar contra mi humedad.
— Por favor — me veo obligada a suplicar pues ya me ha castigado demasiado.
Se que han pasado varias horas y solo se detuvo en dos ocasiones para brindarme agua, mi cuerpo se encuentra exhausto más clama por una pronta liberación.
Mis piernas tiemblan tanto que parecen hechas de goma mientras mi pezón maltratado arde ante el tacto de su boca cuando avasalla mis pechos mordiendo todo a su paso.
Cada vez que me toca me hace perder la cabeza, cada que su lengua acaricia mi piel es como si una lluvia de estrellas iluminara todo y nublara mi sentido de razonamiento. Me pierdo cuando susurra palabras sucias en mi odio y con sus manos firmes sostiene mi cadera acelerando el ritmo de las penetraciones.
Alessandro siempre será quien me haga pensar que todo está bien cuando en realidad es un problema enorme en el que estamos, cada beso es prohibido y repudiado por todos y estoy segura que nos señalarían en la calle gritando blasfemias contra este sentimiento que día a día crece conmigo sin hacerle daño a nadie.
Que injusta es la sociedad que te impone a quien debes amar y no te da la opción de elegir ese hermoso sentimiento. Te encapsulan recalcando que un niño solo puede amar a una niña y que tiene que ser de su edad y que tiene que verse bien y que no tiene que poseer fallas. Deberían entender que una niña puede amar a otra, que una peluca, aretes y tatuajes no cambian el interior de la persona por que al final de cuentas los cuerpos envejecen y se dañan más un alma pura prevalece por siempre.
— Leyra… — escuchar mi nombre de su boca es todo lo que necesito para dejarme caer al infierno.
Mi cuerpo se sacude por el violento orgasmo que me intoxica llenándome de una paz sorprendente y unas cuentas estocadas más Alessandro se une a mi vaciándose en el condón y cayendo sobre mi pecho.
Permanecemos ahí un par de minutos hasta que nuestras respiraciones se acoplan y en el medio del placentero silencio las palabras salen de mi boca sin poder controlarlas al decir:
— Podría mandar a la mierda al mundo entero cuando veo sus ojos, por que mi corazón late así únicamente contigo y si algún día deja de latir ten presente que en mi último suspiro te pensé.
Su enorme cuerpo sobre el mío impide cualquier movimiento de mi parte pero un suspiro pesado se escapa de mi al no obtener respuesta.
— ¿crees que esto es amor?. — vuelvo a hablar sin pensarlo — no se como se siente amar a alguien y temo que la confusión me llegue pero tú sabes más y…
— Bebemos ir a casa— me corta y se levanta dejándome un vacío en el estómago.
***
— ¿Qué harías sin mi?.
— Llamar a mi chófer, te veo luego.
Dejando dos besos en las mejillas me despido de Dowall quien accedió a traerme a la empresa de mi padre luego de salir temprano de la preparatoria. Dado que Alessandro tiene una reunión importante no estará e casa hasta hora de la cena y necesito hablar con él.
Cuando volví con Alessandro a casa tenía pinta de ser atacada por un oso en una selva y luego haber caído por un risco directo al río. Mis fuerzas eran nulas y mis ropas hechas tirones. Creo que no había lugar en mi cuerpo donde no tuviera alguna marca de sus dedos o de su boca, de eso había pasado ya una semana y por suerte no tenía que usar más ropa abrigadora que cubriera la evidencia.
A mis adorados y buenos amigos por alguna razón les gusta exagerar en todo y cuando me refiero a TODO eso aplica para las fiestas, a tan solo seis días de mi cumpleaños planearon hacer un viaje de cuatro horas a un hotel junto al mar para una pre-fiesta por que no es suficiente una sola fiesta para mi, no. Ellos lo que quieren es emborracharse y si hay una ocasión especial lo aprovechan más.
Con entusiasmo saludo a Paolo, el guardia de seguridad del edificio mientras me adentro en el lugar saludando a los conozco y a los que ni siquiera recuerdo su nombre, cuando era una niña solía pasar mucho tiempo en este lugar y los trabajadores tenían que lidiar conmigo gritando y llorando por las esquinas, a veces me avergüenza como era.
Subo el elevador hasta el piso siete y me acerco a Claudia quien está en su escritorio fuera de la oficina.
— Hola, querida, vengo a ver a mi padre.
— Señorita Forest, es un placer tenerla aquí. — saluda con la sonrisa más falsa del mundo.
No entiendo como mi padre la soporta, es una perra que se esconde en sus faldas lisas y camisas de lino, con su cabello rubio perfecto y tetas exorbitantes. En su vida pasada fue actriz porno, estoy segura.
— Anúnciame que traigo prisa. — es lo único que digo acomodando la corbata de mi uniforme.
— El señor Forest no puede recibir a nadie, está preparando su discurso para esta tarde, lo lamento.
— No te pregunté que hace, te pedí que le dijeras que estoy aquí y….¡ash!— suelto un gruñido, es una incompetente— no importa, puedo hacerlo sola.
Sin esperar una invitación y con la irritante voz de Claudia impidiéndome el paso abro la puerta de la oficina y ahí está… su belleza me golpea peor que un balón de fútbol en el recreo.
Alza los ojos de los papeles que tiene entre sus manos y la sonrisa que me regala hace que mi pecho se agite en sobremanera. Verlo sentado detrás de su escritorio con su camisa blanca de botones doblada hasta los codo y su chaqueta en el respaldo de la silla es exquisito, el Rolex en su mano brilla con la fuerte luz del medio día que entra por el enorme ventanal que va del techo al suelo del lugar.
La oficina es tan ordinaria como cualquier otra, un espacio de trabajo con una computadora y planos, con un mínimo bar en una esquina y dos sillones en la otra, una silla frente a él en la cual tomó asiento y una mesita con bocadillos.
— Lo siento señor, ella… — aparece Claudia detrás de mi y mi padre alza su mano silenciándola.
— Cierra la puerta cuando salgas.
El tono que usa cuando se refiere a ella me encanta por que es tan profesional y sombrío que no deja dudas de su indiferencia. No soy alguien que muera de celos pero a veces son inevitables.
Cuando por fin estamos solos se pone de pie y con lentitud camina hacia mi. Sus ojos no abandonan los míos cuando me tiende una mano hasta quedar de pie frente a él, su agradable aroma llenando mis fosas nasales.
— ¿Qué hace mi bebé en este lugar?. — pregunta y mi sonrisa es enorme cuando deja un cálido beso sobre mis labios.
— Quería verte.
— Que afortunado soy en ese caso.
Sin perder tiempo envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y escondo mi cara en el hueco de su cuello, no se de donde nace esa necesidad de tenerlo cerca a cada instante pero me desespera estar en la misma habitación y no poder abrazarlo.
Luego de un rato de charla en el que hablamos de cómo nos fue y un poco de la gente a la que conocemos mi estómago ruge de hambre y decido y a casa no sin antes…
— Esta noche no estaré para la cena— informo tomando mi mochila del suelo donde la dejé al entrar.
— ¿Por qué no? — frunce el ceño confuso.
— Mirela y Dowall organizaron un viaje para celebrar mi cumpleaños.
— ¿ y eso cuando es?. — su expresión cambia en seguida a un rostro sombrío.
— Hoy — trago grueso con la mirada que me lanza — en dos horas.
— No. — dice rotundo y de nuevo se enfrasca en los papeles.
— ¿No?.
— Ya lo has odio, no vas a ir.
— ¿ a que te refieres?. — cuestiono y como una cascada que cae, la rabia comienza a golpearme.
— Que no vas a ir a ningún viaje, no eres estúpida y entiendes lo que quiero decir.
— Pero que… ¿Por qué?. — indignada preguntó y arroja las hojas a la mesa fulminándome con la mirada acto que me encoje en mi lugar.
— Te recuerdo lo que pasó la última vez que tus “geniales” amigos te llevaron con ellos — hace comillas con los dedos al referirse a ellos.
Entiendo lo que dice, el beso con Carlos y luego é me golpeo pero el hecho que lo entienda no quiere decir que estoy de acuerdo.
— Yo quiero ir y tu no eres quien para decirme que hacer — argumento cruzando los brazos sobre mi pecho.
— Claro que lo soy — Espera furioso — que no se te olvida niña insolente que hablas con tu padre.
— Mi padre — me exaspero por lo ridículo que está siendo — ¿ahora eres mi padre?.
— Siempre lo he sido.
— Si, sobre todo cuando me pides gemir tu nombre. — respondo y de un segundo a otro lo tengo frente a mi sujetando mandíbula con una de sus manos con tanta fuerza que mi rostro se desfigura de dolor.
— Escúchame bien, Leyra— espeta con sus fosas nasales expandiéndose— vuelves a decir una cosa como esa y…
— ¿Y que?. — lo interrumpo poniéndome de pie y apartándome de su tacto. — ¿¡me vas a pegar otra vez y me vas a encerrar como un puto loco!?.
— Baja la voz. — pide intentando alcanzarme pero me niego tomando mis cosas y encaminándome a la puerta. — Leyra.
— Mantén tu agresividad y paranoia a raya conmigo por que soy joven, más no pienso ser tu pendeja. — es lo último que digo antes de cerrarle la puerta en la cara cuando intenta replicar algo.
Me molesta el que ahora se crea con el derecho de elegir con quien debería o no juntarme, mis amigos no los elije él lo que yo haga no tiene que importarle.
Decido tomar las escaleras por que el elevador esta lleno y no tengo paciencia para lidiar con más gente en estos momentos.
Cuando he bajado tres pisos a toda velocidad estoy tan enfrascada en mí que no noto a la persona que sube hasta que chocó contra un torso duro que por poco me manda al suelo.
— Lo siento — me disculpo de inmediato — pensé que ya nadie usaba estas cosas y…
Al alzar la vista mis palabras se cortan al notar ese par de ojos negros que me observan, lo curioso no es el atractivo que posee, o que el cabello negro y lacio le dé un toque de chico de libro a su perfección. No, lo que me sorprende es como sus ojos se agrandan como si me reconocieran y sus mejillas se tornan rojas dándole un toque adorable a esa nariz perfilada y labios carnosos, sus dientes se presionan marcando su mandíbula y lo veo tragar grueso por un par de segundos hasta que…
Deja caer el pequeño portafolio que trae entre sus manos y sujeta mi rostro con tal delicadeza que me hace sentir como la muñeca más fina en el mundo.
– Eres tu — susurra — eres tu.
Lo escucho repetir eso varias veces pero estoy tan anonadada que no tengo palabras para responder hasta que aclaro mi garganta.
— ¿Quién soy?. — mi voz sale temblorosa cuando se acerca y los nervios me atacan por algún motivo.
— La chica de mis sueños — es lo único que responde antes de….
Besarme.////////////////
N/A: hi... ;)
Volví, después de prometer capítulo como el presidente por fin lo tiene aquí. Y ahora...
Ustedes al final: wey, contexto plis.
Yo: pos sucedió wey.¿Si les gusta como va la trama o dejo esto de la escritura y me vuelvo stripper?
L@s amo demasiado por leerme, gracias por eso.
Besos desconocidos de...
E'R❄.
Recuerden que el link para el grupo de WhatsApp se encuentra en mi perfil 😗.
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NOCIVO +21
Romance"amarte de más nos enfermó". ~~~~~~~~~~~~~~~~~ ser una niña caprichosa es sencillo hasta que deseas algo que no puedes tener pero entonces... ¿Que estas dispuesta a hacer para conseguirlo? ¿Que pasa si lo que quieres, o mejor dicho, a quien quieres...