Capítulo 25.

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Leyra…




— ¿Qué has dicho?.

— Que me divorciaré  de tu madre.

Mi vestido queda en el medio de mi cintura pues intentaba quitarlo pero mis manos no reaccionan, mi cerebro se ha quedado estático y creo que alguna que otra neurona dejó de funcionar.

— Tu no puedes hacer eso.

— Si que puedo.

— No, claro que no. Ustedes son esposos, somos una familia. — balbuceo.

— Leyra….

— ¡¿Qué demonios estás pensando?!.

— Escúchame.

Alessandro intenta venir hacia mi y retrocedo un paso cosa que lo hace fruncir el ceño.

— No la puedes dejar — aunque quiero sonar como alguien convincente, mi voz se quiebra. — ella es tu esposa, no puedes separarte de mi madre.

— No me vengas con esa mierda moralista ahora. — Alessandro se acerca a mi y aprisiona mi cuerpo contra la pared inmovilizando mis movimientos— Eres la menos indicada para esto.

— Yo no quiero que se divorcien. — susurro y él deja un fugaz beso sobre mis labios.

— Eso debías pensarlo antes de acostarte con tu padrastro, cariño. — gruñe e intenta despojarme totalmente de mi ropa pero se lo impido.

Por alguna razón no quería que esto llegara, no puedo permitir que eso pase porque nos separarían. No puedo elegir entre vivir con él o con mi madre, tendría que irme con ella porque Alessandro no tiene mi sangre y aunque es mi padre legalmente, mi mamá no vería correcto eso. No quiero perder a mi familia, hasta hace unos meses éramos personas normales y… ahora me doy cuenta que mi juego al parecer a llegado muy lejos.

Dicen que tarde o temprano tenemos que afrontar las consecuencias de nuestros actos y sabia bien lo mal que hacía al estar con Ale, el golpe de realidad me lastima el corazón justo cuando él rodea mi cintura con sus brazos. No lo quiero perder y tengo miedo de lo que pueda pasar pero una rabia inmensa crece sin cesar dentro de mí.

— Para de decir estupideces. — espeto y con mis manos intento alejarlo golpeando su pecho pero es inútil — no quieras echarme a mi toda la culpa de esto, tu también eres un puto enfermo al meterte con tu “querida hija”. — mis últimas palabras van llenas de sarcasmo y noto su mandíbula apretarse de coraje pero no me importa.

— Yo estaba bien con mi matrimonio hasta que a ti se te ocurrió abrirte de piernas para un hombre que se supone debes respetar. — su agarre en mi cintura se hace más fuerte y el calor en mi cuerpo aumenta por el coraje.

— ¿Intentas parecer la víctima? — pregunto y no puedo evitar la risa que sale de mi boca  — Eres un ridículo de primera, Forest. No te queda el papel cuando claramente estas dichoso mientras de calentaba la polla cuando tu mujer no estaba, eres tan repugnante como yo y no eras ni un poco de feliz antes de estar conmigo porque estoy segura que engañabas a Vivian con otras mujeres.

— Lo que haga o no con mi matrimonio no es tu problema, ya no quiero a tu madre y esperaba que por lo menos fueras una pizca de madura para poder entenderlo.

— ¡¿Entender qué?! — le grito exasperada y golpeo con más fuerza sus músculos y parece hecho de acero — no puedes solo separarte y dejarnos, ¿Qué pretendes hacer después?.

— ¡tienes que entender que te quiero a ti! — alza la voz dejándome sin palabras. — entiende que yo no quiero estar casado con Vivian, que a la que quiero es a ti, Leyra. Siempre has sido tu, incluso antes de nacer te elegí a ti porque te amo tanto que no soporto pasar momentos increíbles contigo y tener que esconderme.

Las manos de Alessandro van a parar a mis mejillas acuñando mi rostro en lo que niego repetidas veces con la cabeza.

— Eres demasiado estúpido para ser cierto, ¿Qué crees que va a pasar cuando la dejes?. — no contesta y sonrío — ¿piensas que podemos tomarnos de la mano en público y besarnos sin más?.

— No es lo que pretendo...

— Esto es ridículo, yo no te estoy pidiendo nada porque, a diferencia de ti, yo estoy cociente de que eres una figura pública. Esto… — alzo la mano señalándonos— … lo que sea que tenemos, lo hemos dejado llevar por lo prohibido, ante los ojos del mundo y Vivian yo sigo siendo tu hija y tu eres un simple padre responsable y amoroso. Nosotros somos los culpables de haber cruzado la línea que la sociedad impone para la moral, lo que sentimos es repudiado por todos — no puedo evitar el deje de nostalgia que me abarca pues no estoy diciendo esto solo para él, mis palabras también me hacen caer en cuenta de muchas cosas — yo te amo Alessandro, te amo más de lo que una hija debería amar  a un padre. Te amo tanto que soy completamente religiosa a ti, pero no es normal y hay que darnos cuenta que la gente como tu y yo no vivimos felices por siempre.

— Te equivocas.

— Somos llamados “enfermos” por quienes no entienden que el amor es tan valioso que deberíamos aprovechar cada oportunidad de sentirlo. Yo no quiero que te alejes.

— Leyra, yo nunca te dejaría — sus dedos rozando mi piel tan suavemente me tranquiliza un poco pero el solo pensar que al separarse de Vivian podría perderlo me rompe el corazón — no quiero un “felices por siempre” contigo, quiero que vivamos bien el tiempo que sea necesario y no sueño con una casa en los suburbios con tres niños y un perro, solo quiero no sentirme tan culpable por dañar a personas que no lo merecen, quiero que toda la sociedad se vaya a la mierda porque solo yo puedo elegir a quien darle mi amor, y esa eres tu mi dulce niña. Solo déjame hacer las cosas bien, al menos lo que si puedo controlar.

No puedo controlar el suspiro que sale de mi pecho y el nudo que se forma en mi garganta. Es tan horrible y desesperante el ocultar la locura de mi amor por él que me resulta doloroso todo el tiempo, ahora puedo entender a quienes dicen que el amor duele porque por más que quiero estar con Alessandro se que solo puede ofrecerme sexo ocasional o caricias disfrazadas de cariños paternales. Nunca pensé que me ahogaría en el vacío solo por querer a quien no debía, busque algo que no se había permitido encontrar y ahora no quiero soltar, como cuando un niño encuentra un juguete y se aferra a el hasta que se da cuenta que lo le pertenece y tiene que entregarlo. Pero no estoy segura si soy capaz de separarme de Ale.

— Ven aquí, deja de pensar tanto — su voz es delicada cuando habla, como si temiera lastimarme — vamos a dormir.

Con un beso en la frente comienza a colocar mi vestido de nuevo en su lugar y me guía a la cama apagando la luz, mi cabeza es un torbellino de pensamientos y una voz insistente en mi mente me grita una y otra vez las mil razones por lo que esto está mal y como puede terminar. Ale me abraza cuando nos metemos bajo las sabanas frías.

Mi cara termina sobre su pecho y puedo sentir la calidad de su piel sobre la tela de la camisa y permanecemos en silencio así, solo el uno con el otro, corazón con corazón conectados por alguna extraña razón que se niegan a verse como lo que en verdad  son, una familia. Pero estar con Alessandro es tan bello que me rehusó a que solo quede en recuerdos, no se como actuaría con él si esto termina. No podría soportar el peso de verlo y renunciar a la paz que me genera tener mis piernas enredadas entre las suyas.

— ¿Qué pasa, bonita? — pregunta sacándome de mis pensamientos y un sollozo se escapa de mis labios — no llores, nenita. Esto no es tan malo, no te mortifiques por favor.

En la oscuridad siento como las cálidas lágrimas resbalan por la comisura de mi ojo cayendo directamente sobre su pecho y me estremezco.

— Pienso mucho en el futuro — susurro con la voz ahogada — tengo miedo de que no estés allí en unos años, tengo miedo de que esto termine y avanzar sin ti.

— Nenita, yo voy a llevarte en mi corazón cada segundo de mi vida sin importar lo que pase, si algún día no puedo verte recuerda que en algún punto de este mundo hay un hombre que te ama más que a nada. Pero eso no pasará porque no lo permitiré, yo voy a protegerte de todo lo que sea malo para ti. Ahora duerme, niña mía que cuando piensas la noche es larga y las desgracias se vuelven pocas.

Con tristeza busco sus labios hasta que se unen con los míos en un beso que ruega un poco de esperanza para este amor. Al volver a mi posición inicial y un poco más cansada de lo normal, me dejo caer en la inconsciencia del sueño profundo.

NOCIVO +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora