Capítulo 14.

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Alessandro…

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Alessandro

Si un viaje a una montaña privada en Canadá no es poco tengo que soportar las ganas de besar a Leyra en todo el viaje, intento a toda costa mantenerme alejado de Vivian sin que lo note y… como peor punto esta niña que me tiene mareado.

Los asientos en primera clase son un lujo pero para mi desgracia me tocó compartirlo con la amiga extraña de Leyra que no deja de dar comentarios que no tengo idea de donde los saca. A Mirela la conozco desde hace muchos años pues siempre ha estado con mi hija pero aunque es una chica preciosa no podría soportarla ni un día. Su energía es simplemente demasiada.

No duerme en todo el trayecto como Leyra y a pesar de que tiene un buen cuerpo come mucho. Sus ojos grandes y color ámbar me escrudiñan con curiosidad todo el tiempo y se remueve en el asiento cada cinco segundos. Me pregunta sobre la música que me gusta, que tipo de películas veo, como era de su edad, con cuantas chicas he estado y hasta que hago en mi trabajo, es peor que un policía para interrogar. Cuando el avión aterriza en algún aeropuerto soy el primero en bajar, no se donde estamos pero con lo cabreado que me encuentro creo que es lo de menos. Al parecer Vivian había planeado esto desde antes por que un auto contratado nos espera fuera y al subir por suerte tengo a Leyra junto a mi en el asiento trasero, Mirela va junto a la ventana y Vivian en el puesto del copiloto. Mi hija se cansa mucho al viajar, es raro pero siempre duerme todo el trayecto y cuando busca mi hombro para colocar su cabeza puedo respirar con normalidad.

Odio que las cosas se salgan de control y este viaje no estaba planeado para nadie, la loca de mi esposa se enteró que su hija no salía de la habitación y dedujo que era depresión y que necesitaba un respiro. Es estúpido.

Leyra cubre su cuerpo con una manta cosa que aprovecho para acariciar su pecho con disimulo. El simple roce la pone sensible y me causa una erección cuando presiono duro y suelta un jadeo que disimula con una tos.

Son aproximadamente tres horas en auto subiendo una especie de colina en la que solo hay árboles por todos lados, estamos adentrándonos al bosque o eso creo y todos van en silencio con una suave música sonando en la radio hasta que…

—¿Cuando llegamos? — pregunta la rubia y yo también quiero saber — esto es similar a esas películas de camino hacia el terror. — acercándose a Leyra quien solo abre un ojo le susurra— tu madre se dio cuenta que nos gustan las mujeres y van a matarnos por lesbianas, creo que es homofóbica.

Leyra suelta una fuerte carcajada por eso y yo alzo una ceja.

—¿Ustedes qué?. — cuestiono y Mirela se endereza volviendo a ver por la ventana.

—Nada — responde Leyra y presiono con más fuerza su pecho. Sus ojos se oscurecen pero relame sus labios y aclara su garganta — es solo una broma.

Pasa una hora más y cuando estoy a punto de saltar del vehículo por no soportar a Vivian y Mirela contando chistes malos, Leyra se les une y me duele la frente de tanto arrugarla pero las rejas de una casa aparecen frente a nosotros y puedo saber donde estamos.

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