Capítulo 22.

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Alessandro...





Siempre creí conocerla bien. Se cuando esta alegre, cuando sale de casa enojada con el mundo, conozco la hora en la que sale de sus clases y cuando pasa horas en la biblioteca encerrada y alejada de todos, se que comidas son sus favoritas, que ama la lluvia pero también los días de playa, conozco bien su cara de incomodidad en cada uno de sus cumpleaños cuando le cantan la canción frente a su postre favorito en casa de sus abuelos. Leyra es tan fácil de leer para mi que no tiene que decirme lo que quiere por que lo se de antelación pero a veces hace cosas que me sorprenden demasiado.

Puede que lo que hacemos ahora no sea sano para ninguno de los dos pero no me arrepiento de nada, no puedo arrepentirme de ver un ángel tendido en la cama de un demonio como yo. Con sus largas piernas enredadas en las mías y sus pechos desnudos apretados contra mi costado, el avellana en sus ojos tiene un brillo espectacular cuando me observa detenidamente después de una larga sesión de sexo.

El saber que tiene que irse en dos horas me molesta, no la quiero lejos y peor si va con esos idiotas de sus amigos que solo la invitan a cometer estupideces a las que claramente ella accede. Me molesta no oler su cabello, no sentir su calor cubrir mi frío ser, con Leyra es tan diferente todo por que no tengo que fingir ser el hombre empresario y recto que los medios adoran, con Leyra soy un miserable que desea el cuerpo de su hijastra y esta feliz con eso, en cambio cuando salgo con Vivian tengo que ser el padre ejemplar, marido soñado por todas y el hombre culto y poderoso que ella quiere que admiren.

Cuando me casé con Vivian sentía que un cariño era suficiente para estar con alguien y así lo pensé por años hasta que... pude sentir el fuego arrollador de anhelar a alguien con intensidad. No puedo negar el salvajismo de toda la situación, ella es una niña y yo un hombre mayor que se aprovecha de su poco pensar y ensoñación pero la necesito más de lo que esta permitido y no pienso soltarla.

- Mi maestra de Química estaba muy enamorada de ti - comenta Leyra distrayendo mi mente y solo escucharla divagar me saca una sonrisa.

- ¿Esa era la que siempre te castigaba?. - pregunto y asiente.

- Le gustabas tanto que inventaba excusas baratas para castigarme y que llamaran a mi representante, era muy patética. - es gracioso cuando arruga la frente al enfadarse.

- ¿Si?

- Creía que tenía alguna oportunidad contigo.

- ¿Le dijiste que tu padre solo tiene ojos para su nenita? - Leyra sonríe al oírme y mi corazón late como un loco.

- Le dije que eras un hombre casado y que nunca te fijarías en alguien como ella.

- No era fea - recuerdo que la mujer a pesar de estar delgada tenía lo suyo.

- ¡por Dios! Alessandro, le faltaba un diente.

- Yo podría meter la lengua por allí y besarla más fácil - murmuro.

- Eres un cerdo.

Enojada comienza a levantarse de la cama y suelto una carcajada lanzándome sobre ella para inmovilizarla bajo mi cuerpo.

Amo a Leyra de la peor manera posible, lo que me hace sentir es tan malo que no me atrevo a pronunciarlo, no lo acepto en voz alta por que temo que sea demasiado real y luego no pueda alejarla de mí.

- Un cerdo que quiere volver a meterla cabeza entre tus piernas - el calor de su cuerpo desnudo junto al mío forma una erección en mi pene en segundos, nunca logro saciar por completo las ganas - soy asqueroso por que me fascina que grites mi nombre cuando escupo tu pequeña vagina.

El que susurre esas palabra en su oído la hace estremecer y como por inercia abre las piernas dándome paso a su centro. No traigo condón y por eso no me atrevo a meterla pero si rozo su sexo con el mío.

- Ale... - gime cuando mi glande crea fricción con su clítoris.

- Dime. - gruño y muerdo su cuello.

- Me encanta así.

- ¿Te gusta que roce mi polla en ti?. - afirma agitando la cabeza y me sostiene mi cara con sus manos buscando mis labios que le dejo besar con deleite- ¿Te gusta esto?.

Con lentitud introduzco la punta en su entrada jugando con ella y arquea la espalda.

- Dame más, por favor.

Su ruego solo me excita más pero la malicia me hace lubricar mi extensión en su humedad y despacio deslizarla un poco más abajo, cuando me siente en su zona prohibida se tensa pero vuelvo a su vagina y continuo estimulando su botón.

- Un día de estos - jadeo sobre su boca - voy a romperte el culo, Leyra.

Cuando intento levantarme en busca del condón escuchamos la puerta principal ser abierta y como locos salimos despavoridos en busca de nuestra ropa.

Leyra corre a su habitación en menos de un segundo y por mi parte maldigo tener personal de aseo. Cuando volvimos del club Agatha estaba limpiando los baños pero yo necesitaba más de mi hija por lo que inventé una excusa y le pedí el favor de comprar algunas cosas para el cumpleaños de Leyra, la lista que le hice era inmensa, odio que sea tan eficiente y termine todo tan rápido.

Después de un rato bajo por un poco de agua y me encuentro a mi hija y Agatha en la cocina, Leyra platica animadamente la noche en el hotel y la fiesta que tendrá con sus amigos y aun no me parece buena idea. Veo que tiene una pequeña maleta de viaje lista por lo que imagino pasaran por ella pronto.

- Hola mujeres. - saludo al entrar y ambas sonríen.

Es estúpido que conviva más con el personal de limpieza que con mi propia esposa.

- Señor Ale, le apetecería algo para la cena, la niña Lela no nos acompaña esta noche.

- Lo que tu decidas está bien para mí - contesto con gesto tranquilo.

El timbre suena y luego la puerta es abierta con fuerza.

- ¡Hola familia!.

La loca de Mirela hace aparición en el marco de la muerta con su melena rubia atada en una coleta de caballo en lo alto de su cabeza y lentes de sol a pesar de ser pasadas las seis de la tarde, su atuendo no cambia, ropa muy corta y con mucho escote, parece una zorra todo el año. No sé como Leyra confía toda su intimidad en alguien tan jodido de la mente.

- Mueve tu culo, linda. - señala a Leyra y coloca su otra mano en la cintura moviéndose - ¡Vamos a drogarnos, beber hasta tener un coma etílico y follar hasta contagiarnos herpes!.

Aclaro mi garganta y ella retira los lentes para verme pasmada.

- Estas cosas no me dejan ver - gruñe y Leyra suelta una risita - no es verdad señor, Forest. Aquí nadie va a drogarse o contraer alguna enfermedad.

- Eso espero - señalo con seriedad - no quiero ningún coma estos días.

- Le dije a Leyra que esas eran malas ideas, solo vamos a relajarnos.

Comienza con el vomito verbal que me marea y su amiga llega para salvarla.

- Nos vemos pronto, papá. - murmura Leyra y corre hacia mi para darme un abrazo y un beso en la mejilla.

- Pórtate bien. - susurro apretándola por lo que creo es demasiado tiempo por que Mirela hace un sonido con la lengua para recordarnos que Agatha sigue aquí.

- Solo será un día.

- Solo un día. - repito cuando se aleja y la veo marchar.

NOCIVO +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora