Capítulo 13.

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Leyra...



— ¿Qué haces aquí?. — es lo primero que se me viene a la mente preguntar.
Mi tono mordaz no pasa desapercibido por ninguno de los presentes y es Alessandro quien aclara su garganta y comenta:

— Si mi amor, ¿como es que estas aquí?.

El escucharlo llamarla tan cariñoso forma un nudo horrible en mí garganta y tengo que apretar los puños bajo la mesa.

— Pensé que me recibirían de una mejor manera— se queja mi madre. — un pajarito me dijo que mi abejita estaba triste así que dejé todo mi trabajo de lado para venir a casa.

Me dedica una mirada de preocupación y como un puñetazo la culpa me golpea. Mi madre dejó todo lo que tenía pendiente por venir a verme y yo no hice más que seducir y manosear a su marido estos días. Maldigo a Agatha por que estoy segura que fue ella quien le contó a mi madre lo que pasaba.

Al principio estaba enojada con Alessandro, tanto por golpearme como por ser un cobarde pero luego de nuestro encuentro en la cocina y lo que pasó ayer en mi habitación estoy flotando en una burbuja de amor eterno. Querer estar con él y anhelarlo por tanto tiempo solo hace que mi obsesión aumente en sobremanera.

Los ojos maternales de Vivian me escudriñan y yo solo recuerdo lo sensibles que están mis tetas y mi culo después de lo agresivo que fue mi padre, sus besos y como me tocaba.

Pude tocar un pene por primera vez y fue una mierda increíble pero entendí que debíamos ir despacio pero ahora con ella aquí… todo se arruinó, cada uno de los escenarios que formé en mi cabeza se desmorona como una casa hecha con cartas.

— Estoy bien — respondo por lo bajo — solo un chico se comportó como estúpido pero creo que ya acabó todo entre nosotros.

— Mi bebé… — mi madre se acerca y deja un beso sobre mi cabeza y mi estómago da un vuelco por el arrepentimiento que me consume. — las desilusiones amorosas no duran para siempre, luego encontrarás a alguien como Alessandro. Que te ame como él me ama a mi y vas a poder vivir feliz.

No quiero que mencione que él la ama, no quiero que me toque pero necesito su abrazo por que la estoy odiando siendo yo la culpable de todo. Yo fui la que me metí con su esposo, fui yo la que dañó nuestra relación madre e hija y voy a ser yo quien pierda la virginidad con Alessandro por que no pienso parar, a pesar de amarla y hacerle daño yo no quiero parar lo que tengo con Ale, es más fuerte que cualquier Lazo de sangre pero él puede pensar distinto a mí.

El hecho de que él ya tiene su mujer en casa no deja de dañar mi cerebro. Con ella aquí Ale no necesita ninguna niña inexperta a la que tenga que enseñarle todo. De solo imaginarlos juntos me produce ganas de vomitar por que no quiero compartirlo pero sabia bien que no iba a ser solo mío desde el comienzo así que me niego a ser posesiva en este aspecto, sin soportar más el agobio que tengo me pongo de pie y digo:

— Se me hace tarde para las clases, me tengo que ir.

— Nos vemos luego. — se despide mi madre dejando un beso en mi mejilla.

Para que nada parezca extraño voy al puesto donde se encuentra mi hermoso hombre y sin atreverme a ver lo sexi que le queda ese traje negro y corbata azul marino deposito un beso en su mejilla afeitada. Su olor me embriaga y quiero besarlo con todas mis fuerzas pero me separo de él y camino a la entrada.

Federico me espera con la puerta del auto abierta e ingreso en los asientos traseros intentando apartar las lágrimas que se forman en mis ojos, tengo que suspirar en repetidas ocasiones tratando de controlarme pero cuando el motor ruge concentro mi vista en la ventana hasta que…

La puerta del vehículo se abre y Alessandro se sienta a mi lado. Mis latidos se enloquecen pero no me atrevo a verlo a los ojos.

— Vamos al instituto y luego a la empresa. — informa a Federico y luego presiona algún botón que eleva una ventanilla de privacidad entre el puesto del conductor y nosotros.

Pensé que esa mierda era falsa, no creí que podía hacerse en un auto como éste.

Al estar “solos" mis nerviosismo es notable pero me concentro en como los árboles van pasando.

— Tal vez sea un estúpido pero yo no creo que lo nuestro haya terminado.— susurra. — Leyra. — me llama y no contesto. — nenita, mírame.

No, puedo. Se que se siente tan culpable como yo y que ella no se merece personas tan horribles en su vida, siempre es una mujer alegre que cuida a todos y nosotros solo traicionamos su confianza. Mi vista se vuelve borrosa y Alessandro me sujeta de la mandíbula con fuerza girando mi rostro en su dirección.

— Si ya no quieres seguir con esto lo entiendo. — me atrevo a decir — no te preocupes que no le contaré nada.

Una cálida lágrima rueda por mi mejilla y estoy odiando ser tan sensible, por que me duele no tenerlo cerca. Alessandro posa sus perfectos ojos verdes sobre los míos y su dedo borra el rastro húmedo que deja mi llanto.

— Loca, ¿piensas que después de lo que pasó ayer voy a quedarme sin la mejor parte?. — su voz es dulce, siempre logra calmarme y me atrae a su regazo donde me siento con mis piernas a cada lado de las suyas y mis manos rodean su cuello — que Vivian esté de vuelta no cambia nada a menos que tu lo quieras. En ese caso seré yo quien mantendrá su voto de silencio. ¿Quieres seguir?.

Asiento al instante.

— Si, pero… es muy complicado y peligroso. — murmuro con la voz rota — si nos descubren destruiríamos todo, eso incluye tu carrera y…

— Luego tendremos tiempo de arrepentirnos. — dice y une su boca a la mía.

Me besa transmitiéndome toda la tranquilidad que necesito, sus labios se mueven tranquilos pero posesivos, un beso húmedo y por mi parte soñador, me parece un jodido sueño poder tenerlo y que él me desee con la misma intensidad. Su mano curiosa deja mi rostro y se posa en mi pierna que automáticamente se abre. Acaricia mi piel suavemente y mis vellos se erizan haciéndome jadear sobre sus labios. Muerde mi labio inferior y su mano sube hasta rozar mi sexo sobre mi pequeña braga.

— Estas empapada — gruñe y le dedico mi mejor mirada de perra.

— Estoy deseosa por tenerte dentro.

Llevo mi mano a la suya y lo hago mover sus dedos apartando la tela y no tarda en  estimular mi clítoris  logrando que pequeños espasmos me recorran, sus dedos son avilés y mi boca se abre recibiendo su lengua.

— Que rico — gimo y sonríe.

— Te encanta que papi te masturbe, ¿cierto?.

Se que verme así le satisface y por ende yo soy feliz. Con cuidado introduce un dedo en mi húmedo canal y mis caderas se mueven buscando la liberación. Es exquisito como mis pezones se yerguen y corrientes de placer me recorren completa.

Estoy tan cerca.

Quiero gritar al sentir su erección presionando entre nuestros cuerpos pero no se cuanto pueda escuchar Federico por lo que me trago todo enterrando la cara en su cuello, por suerte hoy no necesito más maquillaje en el golpe por que hubiera sido un desastre. Al ver mi desesperación acelera sus movimientos e intenta llevarme al limite pero me niego a gritar, solo gimo por lo bajo abrazándolo con más fuerza. Intenta ingresar otro dedo y cuando las estrellas comienza a aprender frente a mi todo se detiene, literalmente todo se detiene cuando el auto frena anunciando que hemos llegado.

— Fin del recorrido.

Estoy aturdida cuando saca su dedo de mi y coloca mi panty bien, baja mi falda y deja un pequeño azote en mi pierna.
— ¿Qué haces?. — me quejo viéndolo y le divierte mi situación.

— Traerte a la escuela.

Suena tan sereno en comparación a mi voz excitada y mi respiración agitada.

— No me dejes así — quiero llorar de nuevo y vuelvo a colocar su mano sobre mi sexo palpitante pero se niega y escucho la puerta del piloto abrirse.

Alessandro me deja en mi lugar de golpe e intenta disimular su erección. Mi puerta se abre y cuando Federico me tiende la mano para ayudarme a salir él solo sonríe.

— Nos vemos luego, nenita.

Mi cara arde por la furia y el nudo en mi vientre no desaparece haciéndome presionar mis piernas.

— Dame un segundo — pido a Federico y vuelvo a cerrar, mis ojos lanzan dagas cuando vuelvo mi mirada a ese estúpido y sexi hombre — pensé que no dejabas las cosas a medias.

— Y yo creí que podías controlarte — se burla — es solo un orgasmo.

— NO es solo un orgasmo — gruño pero una idea cruza mi mente y mis labios forman una sonrisa — pero si a ti te parece poco puedo buscar a otro para solucionar el problema, incluso puedo hacerlo yo misma.

— No te…

Me lanzo y capturo su labio impidiéndole hablar, quiero subirme sobre él de nuevo pero yo también se jugar, paso mi mano por su pene duro y lo masajeo un poco para luego tomar mi mochila.

— Adiós, papi.

Salgo disparada cuando intenta replicar y camino para adentrarme a las puertas de mi colegio lo más rápido que puedo.

— Leyra — grita desde atrás y se que salió del coche.

Sin prestarle atención sigo mi camino viendo los cientos de estudiantes ingresar al establecimiento. Antes de buscar a Mirela corro por los pasillos e ingreso al baño. Mi aspecto es mayormente normal en mi reflejo en el enorme espejo pero por dentro necesito explotar.

Cuando ingreso a uno de los cubículos mi móvil comienza a sonar. Intento ignorarlo pero el nombre de mi papi rico aparece en la pantalla.

— Si te tocas voy a castigarte. — es lo primero que suelta cuando contesto.

— Tarde— finjo un jadeo.

— No lo vas a hacer.

— ¿Cómo estas tan seguro?.

— Por que si no es con mis manos, mi boca o mi polla no vas a sentirte igual.

odio que tenga razón. Esta mañana desperté deseosa y cuando intenté masturbarme no llegué a nada, no cuando recordé su boca chupando hasta mi conciencia quise volver a sentir la misma intensidad. Quería que mis piernas temblaran como lo hicieron o el calor en mi culo cuando me llenó de su esencia.

— Vete al infierno — arremeto al no poder negar nada.

— Al infierno te voy a llevar cuando vuelva a ponerte las manos encima.

— No digas eso — lo reprendo.

— ¿Por qué no?.

— Porque quiero montarte y  tengo que ir a clase.

— Esta bien, nos vemos en casa.

Termino y frustrada me dirijo al aula de biología.


***


— Entonces el perro me dice: van a pagar muy caro todo esto. ¿¡puedes creerlo!? — exclama Dowall.

Luego de nuestra última clase decidimos tomar un café junto a Mirela y ahora estamos sentados en una pequeña mesa fuera de un local muy bonito y hogareño cerca del instituto. Mi querido amigo nos cuenta el enfrentamiento que tuvo con Carlos en clase de física esta mañana y resulta que lo amenazó por lo que pasó con su hermano el pasado sábado. Me siento culpable por el pobre Cesar pero a Carlos no le debo ninguna disculpa, sigue siendo un imbécil.

— Seguro las drogas lo están afectando más de lo que debería— comenta Lela.

Doy un sorbo a mi delicioso capuchino y una notificación llega a mi celular distrayéndome de la charla. Al leer el mensaje de mi madre me pongo de pie de inmediato y tomo mis cosas dejando un billete de veinte dólares sobre la mesa.

— Mamá está en casa y dice que necesita hablar algo urgente conmigo.

— Te acompaño. — se ofrece la rubia y asiento.

Tardamos cuarenta minutos en llegar y cuando Federico detiene el auto salimos corriendo en dirección a la puerta. Mi corazón late con fuerza al creer que puede ser una mala noticia y mis manos tiemblan al entrar pero cuando llegamos al salón mis me detengo abruptamente.

— ¿Qué es todo esto?. — la confusión clara en mi rostro.

Mis padres están rodeados de maletas hechas y distingo mi maleta naranja en una esquina.

— ¡nos vamos de vacaciones! — anuncia mamá.

— ¿¡Qué!? — me altero — no puedes hacer eso, tenemos cosas que hacer aquí. Papá tiene que trabajar y… yo tengo que estudiar, esto es…

— Ya me encargué de todo — me tranquiliza ella y echo un vistazo a Ale pero éste solo se encoje de hombros por que sabe que no tenemos otra opción, el pobre ni siquiera se cambió de ropa y aun conserva el traje — Ale puede trabajar desde la computadora y llamé a tu rector y dijo que no importaba.

— Los exámenes finales se acercan. — dice Mirela igual de alarmada que todos. Mamá es la única que sonríe.

— Solo serán dos semanas así que puedes ponerte al día cuando vuelvas. — responde ella como si no importase.

Paso mi mano por la cara en señal de frustración por que ella no va a rendirse.

— Bien — cedo — nos vamos de vacaciones pero tienes que llamar de nuevo y conseguir otro boleto por que sin ella — señaló a Mirela — no salgo.

— Pero son vacaciones familiares.

— Ella es como mi hermana, la llevas con nosotros o no voy a ningún lado.

— Me siento como un perrito que recogen de la calle — comenta Lela.

— Leyra no crees que…

— No — la interrumpo — me encantaría irme con ustedes pero Mirela viene conmigo por que no pienso pasarme dos semanas de mi vida aburrida.

Un silencio se expande en el lugar hasta que papá resopla.

— Bien, ve por tus cosas, niña rara. — le habla a Mirela — tienes media hora.

Ambas gritamos y damos saltos emocionadas mientras Vivian solo se cruza de brazos sobre su pecho.

— ¿A dónde vamos?.

— Canadá.

Mirela y yo conectamos las miradas y con toda la energía que tenemos gritamos al unísono.

— ¡¡¡CANADÁ!!!






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En unas horas hay otro capítulo... pendientes👀

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