Capítulo 18.

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Leyra




Verde y azul.

ese era el color exacto de las alas de la pequeña mariposa que revoloteaba junto a la ventana, es impresionante todo lo que tu cuerpo puede sentir cuando prestas atención a lo que pasa a tu alrededor, con el aburrimiento puedo notar el sudor bajar por mi columna vertebral y como mis pulmones se inflan pidiendo más aire para vivir.

Ver hacia la nada resultaba fascinante en comparación a los gritos de Germán, mi profesor de Filosofía, quien no para de dar una charla sobre hombres que no me interesan por que después de esta clase no iba a recordarlos.

Había pasado dos días desde que volvimos de Canadá, dos días en los que podía pensar que todo era normal pero mi vida había cambiado en muchas formas distintas. Recapitulando lo que ha sido mi vida estos últimos meses parecería un puto cuento aunque no está tan mal.

He reído con Mirela, me he frustrado con Dowall, he llorado con algunos libros, me la pasé gritando por alguna canción, probé los labios que por años anhele, me sentí incomoda en algunas ocasiones con mi madre pero… hasta este punto creo que todo vale la pena.

Después de nuestro segundo encuentro en la cabaña en Canadá, no hubo más que besos robados o caricias fugaces entre Alessandro y yo. El tenerlo tan cerca todo el tiempo y no poder tocarlo me molesta por que cuando va del brazo de mi madre solo deseo desnudarlo y subirme sobre él. Vivian ha decidido por alguna estúpida razón ser una madre abnegada estos días y ahora para mi desgracia pasa muy pendiente de lo que tengo. Luego de probar las exquisitas sensaciones que puede experimentar mi cuerpo solo deseo más y más, quiero probarlo todo, se que Alessandro puede hacerme perder la razón y yo estoy dispuesta a darle todo lo que quiera.

No puedo evitar morder mi labio inferior cuando las imágenes de él sobre mi llegan a mi mente, como su aliento caliente se funde con el mío en el medio del caos que somos. Cada vez que sus dientes hacen camino por mi cuerpo, me hace estremecer y juntar las piernas.

— Creo que si le parece más interesante ese árbol que mi clase puede levantarse y verlo desde afuera, señorita Forest.

Escuchar la voz de mi maestro tan cerca me saca de mis ensimismamiento y tengo que parpadear un par de veces antes de poder prestar total atención a su persona. Su enorme panza aprisionada en esa camisa de botones a punto de reventar dos tallas más grandes esta demasiado cerca de mi rostro. Su ceño profundamente fruncido me detalla y cruza los brazos sobre su pecho.

— Lo siento, yo solo…

Ni siquiera me permite dar una excusa pues señala la puerta en una clara señal de que me largue, con la mirada burlona de todos mis compañeros recojo mis cosas y salgo de ahí agradeciendo al gordo Germán por adelantar mi salida ya que era mi última clase. Sin pensarlo busco mi móvil y envío un mensaje rápido.

Leyra: ¿podemos vernos?.

La respuesta es tan rápida que me hace sonreír.

Cesar: claro, dime donde.

Luego de pasarle la dirección del café junto al instituto me dice que estará aquí en unos minutos así que me encamino al lugar. No noto cuando llega hasta que se sienta frente a mi en una de las mesas para dos personas que hay. El área es bastante concurrida por estudiantes pero aun es temprano así que no hay tanta gente merodeando, como hija de famosos constantemente tengo que encontrarme algún reportero intentando obtener información de alguno de mis padre por lo que tengo que cuidar mi imagen hasta cuando voy por el pan.

Luego de un saludo  que creí seria incómodo pero resultó acogedor comenzamos a charlar un poco y conocernos mejor, en la única oportunidad que lo vi no hablamos precisamente de la vida o el clima.

— Cesar yo… quiero pedir disculpas. — murmuro detallando la tasa de té entre mis mano

— ¿Por qué?.

El que utilice un tono burlón conmigo solo me dificulta el habla.

— Es solo que… — suspiro para aclarar mis ideas y mi cabeza me reprocha el haber tenido esta grandiosa idea — lo que pasó ese día no fue mi intención.

— Tranquila, en todo caso quien debería pedir disculpas es tu padre. — comenta enfocando sus ojos en mi y ahora puedo ver mejor el gris profundo en sus iris, el chico luce mucho más atractivo que la noche en la discoteca a pesar le la banda que lleva en la nariz aún.

Quise verlo desde ese día pero ayer Carlos me pasó su número y estuvimos conversando un poco por la noche,  es una persona muy tranquila y amable. Pensé que no querría saber de mi después de la golpiza que recibió por parte de mi papá pero esta aquí sin rencor alguno hacia mi. No me sorprende que sepa quien soy pero seguro se preguntará por que el magnate Alessandro Forest actuó de esa manera.

— No sabia que tu padre fuera tan celoso. — continúa y sonrío nerviosa.
Yo tampoco sabía hasta que me comió la boca en la cocina.

— veras… — intentando buscar alguna excusa me reacomodo en la silla, la pequeña taza de cerámica entre mis dedos tiembla ligeramente — ese día discutimos y me pidió no salir, le desobedecí y por eso estaba tan furioso.

— Creo que no es bueno que actúe así, yo no puse ninguna denuncia pero otra persona podría hacerlo.

Trago grueso al imaginarme a mi padre en la cárcel y asiento.

— Tiene más que claro que fue un error — reafirmo — te aseguro que no pasará nunca más.

— Eso espero por que aquella noche estaba distraído…— murmura distraído viendo directamente a mi boca y por laguna extraña razón mis mejillas se sienten calientes bajo el escudriño de su mirada —… pero la próxima vez no.

— No habrá próxima vez. — aclaro.
No quiero ver esa parte de Ale de nuevo.

— Oye Leyra— guarda silencio por un momento intentando encontrar las palabras exactas seguramente — no debería inmiscuirme en temas que no me interesan pero… si algo está mal puedes decírmelo.

— ¿A que te refieres?.

Pareciendo nervioso aclara su garganta reacomodando la chaqueta de cuero negra que trae sobre la sencilla camisa blanca y vaqueros. El chico es igual de amigable que su hermano pero lo que dice me deja muda.

— Si algo pasa en tu casa puedes acudir a mi, se que a penas me conoces pero mi hermano es tu compañero y puede que tengas confianza en él. Yo no soy quien para juzgar pero si en tu casa pasa algo… extraño puedes contarme.

— ¿Qué mierda estas hablando?. — puedo sentir el enojo brillando desde lo más profundo de mi interior.

— Vi como te trató tu padre y no es normal. — intenta tocar mi mano por encima de la mesa y me aparto reacia — si ese hombre te hace algo solo debes informar a las autoridades.

Permanezco en silencio para no soltar alguna blasfemia y estoy segura de que mi cara comienza ponerse roja mientras continúa.

— Se que es alguien famoso — me habla como a una niña — pero no es imposible hacerlo pagar.

— Ve al grano — gruño.

— Si hay algún abuso de su parte — suspira y junta las manos sobre la mesa sin perder detalle de mi rostro — podemos solucionarlo, si te ya golpeado en otras ocasiones o peor aún… — su tono de voz baja dos decibeles para susurrar — si ha intentado…

Cansada de la idiotez que habla me pongo de pie tan abruptamente que logro llamar la atención algunos comensales. Sacando unos billetes de mi bolso tomo mi mochila y paso las manos sobre la chaqueta de mi uniforme para con voz firme debatir.

— Lo que suceda o no en mi casa es problema mío, te agradezco mucho por tu ayuda pero no eres más que un desconocido al que como bien lo has dicho, no debería importarle lo que hago. Tengo el segundo promedio más alto de mi institución y créeme que si tuviera alguna clase de agresión ya sea física o emocional en mi casa acudirá a la policía pues conozco muy bien el termino de violencia intrafamiliar como para identificar los errores. Permiso.

No le doy tiempo a decir algo mas, solo salgo de ahí  con el humo saliendo de mis ojeras por tanta rabia. Odio que alguien se meta en mi vida y peor aún si esa persona no tiene ni puta idea de lo que soy.

El amargo sabor permanece en mi boca todo el camino a casa e intento alegar los estúpidos comentarios de ese tipo pero cuando bajo del auto y veo a mamá con maletas frete a la puerta un nudo de emociones contradictorias se forma en mi estómago.

— Lo siento  cariño. Alfonso me llamó esta mañana para atender unos asuntos en Seattle pero será solo por unos días — se adelanta a dar una excusa seguro al ver mis rostro de decepción.

NOCIVO +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora