Capítulo 5.

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Leyra






— Una semana. ¿¡puedes creerlo!?— exclamo cerrando el libro de filosofía que nos asignaron en clase.

Nos encontramos en la biblioteca del instituto por que mi biblioteca en casa tiene muchos libros pero estoy segura que ninguno toca temas de filósofos a menos que el chico malo tenga el nombre de alguno.

— Debes relajarte y dejar que la mierda fluya sola. — dice Mirela tratando de calmarme.

— Llevas diciendo eso todos los días. — me quejo.

— Es tan sencillo como meterte el dedo en el culo y dejarlo pasar — comenta Dowall sentado junto a nosotras.

Dowall es nuestro mejor amigo gay y compañero de clase, puede ser tan retorcido como nosotras o incluso peor pero no tengo la suficiente confianza para contarle la historia completa por lo que solo sabe que un hombre mayor me atrae y no me presta atención. 

— Todo sería más fácil si fueras lesbiana o te gustaran las personas de tu edad — continua Mirela — yo podría ayudarte con tu calentura.

Suspiro exasperada y trato de ignorarlos por que se que van a seguir por horas si comienzan a hablar de sexo.

Ha pasado una semana desde que le hice caso a Mirela y compré una cantidad excesiva de cosas entre ellas muchos juguetes sexuales los cuales algunos no sabía para que servían únicamente para que Alessandro los viera pero creo que lo jodimos todo, en lugar de verme como una mujer creo que ahora me ve como una maldita enferma sexual que le gusta que la golpeen mientras la follan. Es cierto lo que piensa pero solo lo intentaría con él. Pero ahora, he creado un abismo entre nosotros.

Recuerdo su rostro enrojecido aquel día cuando llegué del centro comercial, sentí cada una de sus miradas en la cena y me fue inevitable no espiarlo por la ranura de  la puerta mientras hacía ejercicios pero luego de eso solo se crean silencios incómodos cuando estamos juntos y cuando lo saludo evita que mi boca pase demasiado tiempo en su mejilla cosa que forma un nudo en mi estómago. Quise correr y decirle que no utilizo ese tipo de cosas y que mi experiencia sexual se basa en libros eróticos, miles de videos porno y mis dedos sobre mi clítoris por que me da miedo introducirlos y que duela.

No dice nada, ni siquiera me ve directamente a la cara cuando le cuento como estuvo mi día y me siento mal por que nunca ha actuado así conmigo.

Mi madre apareció dos días esta semana pero luego volvió a marcharse diciendo que iba a dar un concierto en un barco y no sabe si estará semanas o meses ahí por lo que, como siempre, trate de ignorar la tristeza de verla partir.

Al terminar el resumen de diez malditas páginas sobre unos viejos que nos ha pedido el profesor por fin puedo respirar, mi muñeca duele de tanto escribir y Dowall a insultado mil veces a su cuaderno cuando se equivoca en alguna palabra. El sonido el timbre que indica la salida hace que nos pongamos de pie y salgamos de ahí.

Los pasillos están repletos de estudiantes y en el camino al estacionamiento saludo a varios, somos muy conocidos por todos pues hemos estado aquí desde el primer años pero solo les hablamos en reuniones o proyectos escolares, normalmente no necesito a nadie más que este par para ser feliz. Tengo un payaso con Mirela y una puta pasiva con Dowall, es todo perfectamente equilibrado.

— Zorra a la vista. — gruñe Dowall colocando su cabello castaño perfectamente peinado hacia un lado de su cabeza.

Recuerdo el segundo año de instituto que lo conocí y tenía un crush por él, su sonrisa es coqueta y ojos marrones más claros que los míos. Trae un look casual siempre y combina los atuendos mejor que Mirela o yo, intente hacerme su amiga para acercarme hasta que me di cuenta que Dowall come más pene que arroz.

Giro la cabeza en dirección a donde apunta su mirada y ruedo los ojos al ver a Carlos. En la escuela no puede faltar el típico Fuckboy que es el capitán del equipo de fútbol, que se folla a todas las chicas y tiene una cara de ángel pero te deja en depresión por tres meses luego de que te rompe el corazón. Carlos es eso pero en versión mercado, es solo un imbécil que se cree que por guapo puede tener a toda la que quiera, a todas menos a Mirela y a mi.

— ¿Cómo están mis ángeles favoritos hoy?. — la coquetería clara en su voz cuando llega a nosotros.

— Estoy… — comienza Mirela y la veo suspirar pesadamente — tratando de concentrar todas mis buenas vibras en no acuchillarte.

— Yo quiero poner tu cara en los expedientes del FBI como terrorista para que te exploten con una bomba — habla esta vez Dowall y yo solo puedo reír.

— Leyra…

Esperan mi respuesta y solo me encojo de hombros.

— Bien…— respondo simple y todos me ve extraños — esperando a que alguna de las chicas a las que follas sin condón te pase alguna enfermedad sexual o que de digan que serás padre para que dejes de jodernos la existencia.

— ¡ah! — suspira Carlos sonriente y a veces pienso que él cree que estamos bromeando — tan simpáticos como siempre, Ángeles de Carlos.

— No, no digas algo tan ridículo. — lo reprendo.

Dice que somos como las tres locas de la película “los ángeles de Charlie” pero a su modo, es un pésimo apodo. Tratamos de dejarlo atrás ignorando el hecho de que quiere establecer una conversación. Me despido de los chicos y veo como Dowall toma su auto deportivo y como él chófer de Mirela baja del auto para abrir su puerta. Ella promete ir más tarde a visitarme y solo queda esperar a Federico quien tarda unos cuantos minutos en aparecer.

— Lo siento, Leyra — se excusa mientras me siento en el lado del copiloto. — el tráfico está algo pesado hoy.

— Tranquilo, no tengo nada importante por hacer.

Conversamos todo el trayecto a casa y me cuenta a la fiesta que tiene pensado ir este fin de semana. Nos tratamos como amigos a pesar de que mi padre quiere que los empleados tengan respeto para conmigo pero no puedo, no me gusta que me traten como si fuera superior a ellos. Con Federico nos reímos todo el tiempo y a pesar de ser un hombre de treinta años que no tiene familia y aún sigue de fiesta, es muy buena persona.

Al llegar a casa mi ceño se frunce cuando encuentro el espacio vacío.

— ¿Dónde está mi padre?. — es lo primero que le pregunto a Agatha.

No me importa verme como una malcriada pero es raro por que yo llegue casi a la una de la tarde y él aun no está en casa, siempre lo en encuentro aquí por que su empresa no queda tan lejos como mi instituto.

— Dijo que se quedará algunas horas más en su trabajo, que lo siente por no llegar para la hora de la comida.

Doy la vuelta derrotada dirigiéndome a mi habitación con un nudo en la garganta.

Soy una estúpida que ha perdido a su padre por buscar a Alessandro.

Pero me es inevitable, no lo quiero solo como mi padrastro, yo quiero al hombre salvaje que vive en él.

Luego de hacer una lista de las tareas que tengo pendientes de mis clases me dedico a iniciarlas pero una notificación llega a mi teléfono y han publicado un nuevo capítulo de mi novela favorita en una app muy famosa de lectura en donde encuentras miles de libros gratis creados por gente como tú. Me debato  entre mi portátil o leer y no lo pienso más de tres veces antes de tirarme a la cama a leer.

Que las tareas esperen por que mis protagonistas de van a dedicar amor este capitulo.

Una hora después estoy envuelta en mis cobijas tratando de contener las lágrimas viendo al techo con vigas de madera y pensando como pudieron ser tan estúpidos. No se dedicaron amor, toda la trama se jodio en este capítulo y terminaron casi muertos por que al parecer es todo una venganza y no entendí el noventa por ciento de lo que pasó pero ella lo ama y él la ha tratado fatal y lo peor es que la novela está por terminar y no se soluciona nada y tengo miedo de leer la siguiente parte.

Miro el reloj y veo que ni Mirela, ni mi padre aparecen y comienzo a desesperarme. Mirela nunca llega tarde y dijo que estaría aquí a las dos y son pasadas las tres de la tarde. Decido caminar para relajarme un poco por lo que coloco unos shorts de jean y una camisa ligera con zapatillas deportivas y me despido de Agatha. Coloco mis audífonos mientras veo la hermosa naturaleza que rodea la propiedad.

NOCIVO +21 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora