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Steve Rogers caminaba solitario alrededor de la Casa Grande, observó como sus peones terminaban su jornada laboral, el sol se ocultaba poco a poco dando un digno espectáculo, terminó su cigarrillo y decidió entrar al interior de su casa, subió la escalera ansioso por lo que le esperaba.

Una castaña semidesnuda lo esperaba en medio de su cama, tan sólo vestía una de las camisas favoritas de él, al verlo sus ojos parecieron encenderse, se arrastró hasta quedar al borde de la cama donde fue atrapada por los fuertes brazos del hombre quien sin pudor atacó sus labios arrancándole un dulce gemido.

— Tardaste en llegar — Margaret Carter no se quedó con las ganas de reprochar su tardanza, al no recibir respuesta alguna detuvo su intención de despojarlo de su ropa.

— Tenía un negocio que cerrar — Steve respondió de mala gana mientras se deshacia de la ropa de la mujer, odiaba dar explicaciones y más a ella.

— ¡Steve! — la mujer gimió al sentir como el hombre marcaba su cuello y con arrebato comenzó a acariciar sus pliegues sintiendo como su piel se erizaba, a esas alturas debía estar acostumbrada a que así eran las cosas con su patrón.

— Estas muy habladora Margaret — el hombre nalgueo sus glúteos con fuerza.

Steve nisiquiera se molestó en desnudarse, tumbó a la mujer boca arriba, acarició su centro viendo como ella se arqueaba en la cama gimiendo sin pudor mientras acariciaba sutilmente sus pechos creando una imagen exquisita ante él, se dió el gusto de masturbarse con su mano libre para después penetrarla de golpe iniciando un vaiven delirante para ambos, mientras la follaba la sujetaba de sus caderas mientras se dejaba llevar por aquel vaiven exuberante.

Horas mas tarde, Margaret salió de la habitación principal acomodando su vestido, era de madrugada por lo cual supuso que nadie la vería salir de la casona; su reputación estaría por los suelos cuando supieran que además de ser una de las empleadas del patrón, era su amante, aunque ella ilusa creía que algún día ocuparía un lugar como su esposa, pues ella estaba perdidamente enamorada de él.

Pero para Steve Rogers sólo era una mujer más en su cama.

Natasha logró perderse de la vista de su dama de compañia, aprovecharía que la mujer recogería un par de vestidos para ella con el sastre por lo cual tenía los minutos contados para ver a su amado Matthew.

Matthew Retz era un soldado británico de clase media-baja quien habia quedado cautivado de la belleza de la joven Natasha Romanoff en una cena de gala del Alcalde de la ciudad, después de no quitarle la vista aquella noche la invitó a bailar ante la mirada de los presentes, después de ahí siguieron en contacto a base de recados y encuentros clandestinos en la Iglesia; pues Iván Romanoff quién era el general del ejército le prohibió a su hija relacionarse con ese tipo de gente.

— Hola bonita.

Natasha saltó de susto al sentir sus ojos cubiertos por un par de manos, sonrió aliviada al escuchar la voz de su amado y de inmediato se giró para verlo de frente, lo abrazó con fuerza sintiendo alivio por verlo sano y salvo pues llevaba semanas lejos a causa de un enfrentamiento con unos rebeldes.

— ¡Oh Matthew! Te he extrañado — la muchacha acarició las mejillas de su amado.

— Prometo no volver a irme sin avisarte ni escribirte, es sólo que fue una emergencia, ¿Cómo estás?

— Mucho mejor al verte aquí, ¿Cuando será el día en que nos unamos en matrimonio frente a este altar? Tu ausencia es horrible.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora