6.

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- ¡Me alegra verlo de nuevo!
Natasha sonrió con timidez acercándose al hombre quien besó su muñeca, ambos involuntariamente suspiraron.

- Espero no haber interrumpido su desayuno, puedo volver mas tarde - Steve se disculpó, torpemente recordó el pequeño ramo de rosas que había comprado para la joven camino a su casa - esto es para usted.

Natasha tomó el ramo de rosas, su olor dulce la impregnó, aquel era un gesto por parte de Steve que le había encantado, era un hombre interesante y a la vez lleno de sorpresas, casi como el hombre perfecto.

- No se hubiera molestado, ¿Gusta té o café?

Steve asintió invitándola a tomar asiento sobre el sofá que s encontraba en el salón, pudo observar como sus mejillas se sonrojaban y en la manera en la que sostenía el ramo de rosas.

- Quedamos que nada de formalidades entre nosotros Natasha, ¿Como ha estado tu mañana?

- Ha estado bien - la joven sonrió - debo admitir que su pronta visita me ha sorprendido, pero me agradó, lamento que tenga que volver a su hogar.

Steve la escuchó atento sin prestar atención a los empleados quienes habían entrado al salón montando en la pequeña mesa del salón el desayuno para ambos.

- Prometo regresar pronto, realmente era un viaje express, debía cerrar algunos negocios, pero no contaba con conocerla - Steve se puso de pie, tomó la mano de la joven y juntos se dirigieron a la mesa, se pusieron cómodos sin dejar de mirarse de vez en cuando, ambos se sentían como dos adolescentes enamorados.

Natasha parecía haberse olvidado del soldado que había logrado robar su corazón, con el cual solía compartir cartas de amor y besos inocentes; ahora frente a Steve podía sentir una paz inexistente, habia olvidado que se encontraba en su casa donde últimamente había pasado momentos no gratos, pero parecía que todo aquello se había esfumado.

- Estaré esperándolo, por mientras estaré atenta en mis clases de piano.

- Veo que te gusta mucho tocar el piano, tienes talento, por lo poco que escuche.

Natasha negó mientras comía un poco de fruta.

- Sólo soy una aprendiz, realmente me falta mucho, pero tengo a una de maestra a una de las mejores intérpretes.

Steve parecía maravillado escuchandola, adoraba sus gestos inocentes y su bella sonrisa que hacía que sus ojos verdes se iluminaran de una manera preciosa.

Ella irradiaba pureza y amor puro, le gustaba pasar tiempo con ella; antes solo Margaret estaba en sus pensamientos, ella había sido su primer amor, pero el tiempo se encargó de dejarle ver que ella no era para él.

Pero ahora Natasha ocupaba toda su atención y comprensión, él se había jurado ya no creer en el amor, pero allí estaba aquella joven demostrándole lo contrario.

- Quisiera que fueras mi esposa.

Natasha se quedó helada al escuchar aquella petición, confundida dejó el tenedor en la mesa prestando toda su atención en Steve.

- No entiendo...

- Ni yo, sólo se que me gusta Señorita Romanoff, aclaro que me gustaría conocerla más y que usted me conozca a mí, pero me encantaría que fuera mi esposa.

Natasha sonrió nerviosa, aquello era una locura.

- Yo...

- Está claro que no pido una respuesta, quizá me he visto muy atrevido, le pido una sincera disculpa.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora