21. (+18)

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La navidad llegó envolviendo a Londres de una espesa nieve; los niños eufóricos corrían atrapando los copos de nieve, los árboles de navidad iluminaban los hogares y la casa de los Rogers presenciaba un digno festín.

Natasha se sentía orgullosa de la fiesta navideña que había organizado en conjunto con Laura y Yelena quién había llegado sola a la fiesta acompañada de Laurie pues su marido había viajado a pasar Navidades con sus hijos de sus matrimonios anteriores, pero poco le importó a la joven quien aprovechado su posición se dedicó a derrochar el dinero de su marido.

Natasha y Clint no pasaban de largo como el guarura de su hermana la cuidaba de una manera casi exagerada.

— ¿Laurie no tiene familia?

Natasha le preguntó a Yelena quién le dió un codazo a su hermana, toda la familia degustaba la cena mientras el soldado seguía de pie en la puerta.

— Sus padres están en Irlanda, por lo cual está solo acá, además de que Edmund insiste en que me vigile las veinticuatro horas y no me molesta —  Yelena sonrió levemente sintiendo sus mejillas rozadas recordando que días atrás se habían besado en la biblioteca; él era su bálsamo en aquel lugar tan oscuro en el que vivia.

— Porsupuesto que no, se ven con ojos de amor.

— ¡Nat basta!

Natasha acarició la mejilla de su hermana, suspiró deseando en el fondo que ella también viviera un amor épico y hermoso como el que ella vivía.

— Sólo quiero que seas feliz Yelena.

— Lo soy, lo juro Nat.

Después de disfrutar la velada navideña felices a pesar de los comentarios fuera de lugar de Iván Romanoff; Natasha se sentía feliz de pasar fiestas navideñas con sus seres queridos ilusionada por las próximas donde su bebé estaría presente, ansiaba día a día conocerlo; observando la nieve caer por la ventana se dedicó a acariciar su pequeño vientre imaginando su futuro; ya sea una niña rubia corriendo por la Hacienda o un pequeño caballero siguiendo los pasos de su padre, sabia que Steve sería un gran ejemplo para sus hijos.

Sintió las manos de Steve rodearla, suspiró al sentir su cabello ser removido para ser ocupado por los labios de su esposo quién la hizo recargarse en su pecho mientras sus manos se deshacian de la bata de su mujer.

— ¡Steve!— Natasha sonrió oprimiendo un gemido al quedar desnuda frente a la ventana, podía sentir el frío calar hasta sus entrañas pero a la vez un extraño calor que ardía en su cuerpo, su esposo se encargaba de desnudarse a si mismo para después girarla y atacar sus labios mientras sus manos acariciaban sus cuerpos arrancando suspiros y gemidos que resonaron en la habitación.

Natasha con picardía lo arrastró hacía la cama acomodándose arriba de él, mecio sus caderas con sensualidad rozando la entrepierna de Steve quien  atrajo hacía el besando y mordiendo sus labios carnosos mientras sus dedos llevaban a la gloria a su esposa, Natasha sabía que su cuerpo iba cambiando y con ello disfrutaba más de la intimidad con su marido.

—¡Oh Nat! — Steve cerró los ojos de golpe al sentir a su esposa montarse arriba de él sintiendo como entraba a su apretada cavidad, sonrió al sentir sus mejillas acariciadas y llenas de besos tiernos por parte de su esposa, abrió los ojos mirando fijamente aquellos ojos verdes que tanto amaba.

La mujer subía y bajaba a un ritmo lento y profundo gimiendo sin pudor mientras su esposo besaba y mordía aquellos senos tangentes que lo volvían loco, el climax de ambos se iba construyendo poco a poco hasta que Steve se sintió atrapado próximo a llegar a su orgasmo, la tumbó sobre el colchón comenzando un vaiven rápido y delirante, Natasha abrió sus piernas mientras sentía su cuerpo hundirse en el colchón, sus manos apretando las sábanas y sus fluidos derramándose junto con los de Steve sobre sus cuerpos, jadeantes se abrazaron entre la penumbra, Steve besó su cuello creando un camino hasta llegar al vientre de su amada el cual era pequeño y hermoso, lo llenó de besos y en silencio hizo mil promesas a aquel fruto de su amor real.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora