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— ¿Ordenaste cerrar el dispensario?

Margaret eufórica entró al despacho de Bruce quien se encontraba en compañía de Edmund.

— Si Margaret, es demasiado lo que se gasta en ese lugar y no nos beneficia en nada.

La mujer frunció el ceño molesta, cruzó sus brazos yéndose a plantar frente a ambos hombres.

— Ese dispensario ayuda a la gente del pueblo...

— La caridad sólo es dinero a la basura — Edmund agregó con un semblante serio — ese dinero mujer, deberías de gastarlo en otra cosa, además la mitad de los empleados han sido despedidos al no soportar los cambios que ha habido aquí, ¿Quieres que vivan gratis? Nada es gratis en esta vida.

Margaret soltó una amarga carcajada.

— ¡Que hipócrita acabas de sonar Edmund! Si más bien les recuerdo, que todo esto que tenemos lo robamos, y si los trabajadores se han ido es por los malos tratos, con Steve esto no sucedía.

Edmund se puso de pie yendo hacía la mujer estrujandola con fuerza.

— ¡Qué más da si lo robamos! Ese maldito lugar se queda cerrado, dedícate a otra cosa y déjanos trabajar, además querida, Steve esta muerto y tú también eres culpable de ello, ¡Asi que, largo!

Edmund tomó a la fuerza a la mujer sacándola del despacho ante la mirada de los criados.

Wanda quien se encontraba ahí la miró con pena, quiso acercarse a ella para ver si se encontraba bien, pero Margaret le sacó la vuelta yéndose a su habitación.

La mujer se desplomó sobre su cama, desdichada y triste se acurrucó entre las sábanas observando a lo lejos una pintura de Steve.

— Lo lamento tanto Steve.

Natasha tocaba el piano con más frecuencia, melodías alegres inundaban cada rincón de su hogar mientras Steve se reincorporaba al mando de los negocios que mantenía y en sus ratos libres se desvivia por sus dos preciados tesoros.

La familia Van Camp seguía en la ciudad y con frecuencia visitaban a los Rogers, Natasha y Sharon poco a poco se fueron haciendo amigas ante la mirada de Steve quien se encontraba feliz por aquello.

— Me gusta que seas feliz Steve.

Sharon se acercó al hombre quien le sonrió agradecido.

— Lo soy, Natasha me hace muy feliz, al igual que Lottie, soy un hombre afortunado y se que pronto encontrarás a un buen hombre que te ame y te cuide, lo mereces Sharon.

La joven asintío esperanzada a encontrar algo que él tenía.

— Será así, lamento lo sucedido aquella noche...

— De mi parte está olvidado Sharon, no te preocupes.

La joven lo abrazó feliz para después irse hacía donde su madre y Natasha se encontraban tomando el té.

— A lo que he visto, Sharon te quiere mucho.

Natasha agregó mientras caminaba a su habitación abrazada de su marido; ambos entraron a sus aposentos preparándose para dormir.

— ¿Acaso siente celos Señora Rogers?

Steve se acercó a ella comenzando una guerra de cosquillas, Natasha reía endulzando el oído de su amado con el sonido de sus carcajadas, la mujer rodeó el cuello de su esposo con sus brazos.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora