26.

724 88 32
                                    

- ¡Deja de espiar a Steve, Sharon obedece!

La joven dió un salto al ser sorprendida por su abuela de estar espiando al hombre que su familia había estado cuidando por dos meses; a sus escasos diecinueve años Sharon había quedado enamorada de él.

- Tan sólo queria cuidar de él, ya sabes por si necesita algo abuela.

- Él está bien cariño, poco a poco está recordando todo, ha estado hablando mucho con tu padre.

Sharon asintío sin dejar a de ver a al hombre quien entretenido dibujaba un rostro de una mujer sobre un pliego.

La familia Van Camp recién habia emigrado desde Estados Unidos hacia Gran Bretaña; el patriarca fundaría un par de talleres textiles y diversas tiendas de ropa en aquel lugar; eran una familia muy católica y generosa por lo cual desde la mañana en la que Sharon y Harry sus hijos encontraron a Steve moribundo a la orilla del río, no dudaron en ayudarlo.

Sharon y Harry habían decidido dar una caminata por los terrenos donde se encontraba su casa, después de días desempacando la mudanza decidieron escapar de su familia y explorar el que sería su nuevo hogar.

- Extraño el calor de Florida, ésto es tan distinto - Sharon suspiró abrazándose a si misma mientras sentía el aire frío revolotear la falda de su vestido - espero que papá tenga razón en decir que acá estaremos mejor.

Harry asintío mientras caminaba al lado de su hermana menor con sus manos adentro de su pantalón, aquella mañana era fría y el cielo amenazaba con volver a estallar una fuerte lluvia, siguieron caminando por la orilla del río conversando sobre su viaje cuando un grito de Sharon lo descolocó.

- ¡Está muerto!

La joven llevó sus manos a su boca horrorizada al ver a un hombre en la orilla del lago, su piel estaba blanca y sus ropas mojadas llenas de sangre, Harry con cuidado se acercó a él para asegurarse de que quizá siguiera con vida.

- ¡Sharon! ¡Llama a papá y a varios trabajadores! ¡Debemos ayudarlo! - Harry le gritó a su hermana quien seguía mirándolo - ¡Corre!

Sharon asintío y se alejó corriendo hacia su casa, corrió y corrió sintiendo su corazón latiendo con fuerza, su padre la observaba con una sonrisa hasta que se percató que su hija lloraba, asustado se acercó a ella y en cuanto le dijo de su descubrimiento ambos corrieron hacia el lago a socorrer a aquel misterioso hombre.

Steve permaneció varios días moribundo, sus heridas fueron curadas y su fiebre controlada; el matrimonio Van Camp y los empleados de la casa velaban por la salud de aquel hombre y Sharon los acompañaba, de vez en cuando acariciaba el cabello del hombre y rezaba junto con su abuela por su recuperación.

Una mañana, Sharon curaba la herida de la pierna del hombre cuando este alterado despertó.

- ¡Nat! ¡Nat!

Steve se reincorporó de golpe soltando un gruñido de dolor, Sharon y una criada asustadas lo miraron.

- Hola, deberías tranquilizarte - la joven le sonrió acercándose a él poco a poco ofreciéndole un vaso de agua - toma un poco.

El hombre negó con la cabeza examinando a fondo aquel lugar, podía sentir su cabeza explotarle, todo le daba vueltas y no recordaba como había llegado hasta ahi, tan sólo le venía a su mente el rostro de una mujer rubia con ojos verdes y que al parecer llamaba como Nat.

- ¿Cómo te llamas?

Sharon le sonrió de nuevo tratando de transmitirle confianza, pero el hombre seguía con el ceño fruncido claramente confundido.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora