18.

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Natasha se sentía feliz de regresar a la Ciudad; esta vez acompañaría a Steve a diversos eventos donde se presentarían por primera vez como marido y mujer; la rubia iba recargada del hombro de su marido quien en todo momento la abrazó besando su frente; Taylor por su parte viajaba en otro carruaje.

— Primero llegaremos al hotel, para que descanses y así mas animada puedas ir a casa de tu familia, yo te alcanzaré más tarde.

Natasha asintío.

— ¿Tienes mucho trabajo Steve?

— Mucho, estoy por cerrar varias negociaciones importantes, además me gustaría que escogieras el vestido más bonito, iremos a una cena mañana y quiero que resalte tu hermosura.

Natasha se ruborizó al escucharlo, asintío obediente mientras se mordía el labio.

— ¿Que sucede?

Steve le preguntó riéndose notando como las mejillas de Natasha se enrojecian.

— Eres hermosa Natasha, jamás me cansaré de repetirtelo.

Un par de horas después, Natasha y Steve se instalaron en la suite que habían reservado para ambos, después de una ducha juntos, Steve salió con James a atender sus negocios mientras que Natasha y Claire su criada emprendieron camino a casa de los Romanoff, Natasha fue recibida con entusiasmo por parte del servicio que atendía su casa, la rubia agradeció tales gestos y caminó rumbo al salón donde Yelena corrió a sus brazos sintiéndose aliviada.

— ¡Naty! — la pequeña Romanoff suspiró afligida al tener a su hermana con ella, quería llorar y decirle tantas cosas a la vez; pero su madre se encontraba en el mismo lugar.

— Cada día te ves más hermosa Yel, te he extrañado — ambas hermanas se abrazaron de nuevo riendo de alegría.

— ¿Que me dices de tí? Luces hermosa y feliz — Yelena sonrió intentando no sollozar, decidió que en un momento a solas con Natasha le contaría realmente lo que estaba sucediendo.

— Tengo tanto que contarte hermana...

— ¿Para tu madre no hay abrazo?

Melina se acercó a ellas aclarando su garganta, le sonrió a Natasha recibiendola en sus brazos.

— Hola madre.

— ¡Hola Natasha! Me alegra mucho tu visita hija — Melina la observó de pies a cabeza — ¿Dónde está tu marido?

— Está negociando, hemos venido al baile anual del gobernador y porsupuesto a pasar unos días en familia — Natasha siguió a su madre y a su hermana hacia el comedor donde les servirían la hora del té — extrañaba la ciudad.

— Pensé que vendrías a anunciar que estabas de encargo, han pasado ya varios meses de tu boda.

Natasha se sintió incómoda por un momento.

— No madre, no estoy embarazada, espero pronto poder estarlo.

— Recuerda que es tu deber cariño — Melina le sonrió acariciando sus mejillas — nosotras las mujeres hemos nacido para hacer felices a nuestros esposos y darles descendencia.

Yelena y Natasha se miraron por un momento bebiendo su taza de té.

— Debo ir con el modista, debo irme — Melina se colocó su capa y su sombrero mientras caminaba hacia la salida — Regreso mas tarde.

Natasha respiró tranquila al quedarse solas en el salon, pero Yelena rompió en llanto alarmando por completo a su hermana quién dejó lo que estaba haciendo por acercarse a ella.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora