4.

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La cena anual en Casa del Gobernador se llevaba acabo en el edificio mas bonito de la Ciudad; cientos de botellas de champán decoraban las mesas, los mozos vestían sus ropas más elegantes listos para recibir a sus invitados.

Iván Romanoff llegó acompañado de su esposa Melina quién sonreía amable mientras reprendía con la mirada a Natasha quien pese a su insistencia de no querer asistir habia sido obligada.

— ¡Sonríe! Te estan viendo.

Natasha suspiró frustrada; su madre tenía razón, la mayoría de los presentes la miraban con interés y aquello era de esperarse; Natasha a sus escasos veintidós años era toda una muñequita de porcelana, hermosa que dejaba a todos los hombres sin habla.

— Quiero ir a casa.

— Eso no será posible, esta noche te presentare a Thomas Lewis, el hijo del Gobernador, justo regresó de hacer sus estudios en Francia; su padre y yo creemos que se llevarán muy bien — Iván Romanoff alardeó orgulloso, supo ocultar su desesperación — así que necesito que te comportes.

Iván sabía que eran el centro de atención por lo cual besó la frente de Natasha, le sonrió ampliamente mientras ella rodó los ojos.

— Como digas padre.

Aprovechando que sus progenitores habian sido abordados por una pareja, Natasha aprovechó para escabullirse entre los invitados, con cortesía devolvía los saludos que recibía, tomó una copa de champán que un mozo le ofreció y decidió salir hacía el jardín donde se ofrecía el resto de la fiesta.

Steve Rogers llegó a la fiesta en su carruaje, se despidió de su chófer indicándole que estuviera al tanto, sólo estaría un lapso corto de tiempo, acomodó su smoking y entró al recinto, a pesar de las leves marcas que seguían plasmadas en su rostro aquella noche había arrancado uno que otro suspiro entre las damas que se encontraban ahi, abordó al alcalde con el cual gustoso inició una charla.

— ¡Gracias por venir! Es una suerte que estés en la ciudad.

Steve asintío.

— Los amigos de mi tío, también son los míos, siempre es un gusto verlo Señor Gobernador, tengo tanto que agradecerle.

El hombre palmeo el hombro de Steve.

— Nada que agradecer hijo, Joseph Rogers en vida fue como mi hermano, además nada de formalidades llámame Marcus, ¿Cuanto tiempo estarás por acá?

— Una semana más, resolviendo algunos asuntos vuelvo a la Hacienda, nada como el campo.

— Eres igual que Rudolph, peleados con el bullicio de la ciudad.

Steve alzó sus hombros mientras reía junto con el hombre, sabía por su tío que él era de los pocos hombres en los que podía confiar, escuchaba atento al Gobernador cuando vió a Natasha Romanoff pasar desapercibida a su lado, la joven vestía un sencillo pero elegante vestido color lila, su cabello lucia suelto adornado gon un broche que al parecer era de plata, pero su sonrisa seguía ausente en su bello rostro, hechizado se disculpó con el gobernador y decidió seguirla, no la había olvidado.

Caminó sigiloso mientras intuia hacía donde se dirigía la joven, se adentró por los pasillos de la Casa hasta que la vió escabullirse en una habitación, tomó un bocadillo de la mesa de postres sin dejar de mirar la puerta por donde la muchacha había desaparecido, extrañamente impaciente decidió seguir su andar, entre más se acercaba logró escuchar una tierna melodía que al parecer pertenecía a Beethoven.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora