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— Al menos finge tener compasión de tu marido Yelena.

Melina reprendió a su hija quien ignoraba a los médicos y enfermeras que cuidaban de su marido, quien de milagro seguía vivo; su joven esposa prefería tocar el piano, leer en la biblioteca o jugar ajedrez en compañia de Laurie.

— ¿Compasión madre? ¿Por él? — Yelena sonrió sarcásticamente — Jamás, por mi se hubiera muerto.

Yelena arrastró sus palabras con furia; Natasha jamás había visto el rostro de su hermana enfurecido, en silencio se dedicó a observarla.

— ¡Como puedes desear algo asi? — Melina reprendió a su hija quien evadió su furiosa mirada — eres una malagradecida, tienes todo lo que una niña de tu edad desea, estas llena de riquezas, de lujos.

— ¿A costa de que madre? ¿De abusos? ¿De golpes? — Yelena harta de callar tanto sufrimiento se puso de pie acercándose a su madre — Ha abusado de mi incontables veces, todo por el afán de traer un heredero al mundo y gracias a Dios no ha llegado, ¿Alguna vez me has preguntado cómo estoy? — Melina se quedó estática — ¡Claro que no madre! ¡No te importamos ni lo más mínimo! ¡Asi que por mi que se muera y se vaya al infierno!

Yelena salió de su habitación cerrando la puerta de un golpe, Natasha se limpió las lágrimas que había derramado al escuchar a su hermana y decidió salir tras ella encontrandola en la biblioteca siendo consolada por Laurie, suspiró al ver como aquellos jóvenes se abrazaban y besaban, Yelena parecía mas relajada y feliz al lado de aquel soldado, dándoles privacidad decidió cerrar la puerta y regresar a casa donde Steve y su hija la esperaban.

Tomó sus pertenencias y decidió regresar caminando a su casa sola sin esperar a su madre, en el camino pudo sentir como las miradas de las personas se enfocaban en ella, podía sentir como hablaban de ella hasta por los codos, suspiró ignorando todo aquello pensando en lo feliz que se pondría al llegar a casa.

Al entrar a su residencia fue recibida por su ama de llaves quien le notificó que el señor la esperaba en la sala; sonriendo entró a la habitación yendo hasta donde Steve se encontraba con el rostro serio e inexpresivo.

— Hola mi amor — Natasha besó la mejilla de su esposo quien la hizo sentarse en sus piernas.

— Hola Nat, te ha llegado esto — Steve le dió una carta que previamente él había leido — venia con ese arreglo de rosas de parte del Coronel Matthew, te ha invitado al baile anual del cuartel.

Natasha dejó la carta sobre el escritorio dirigiendo su vista hacia Steve quien se notaba sumamente molesto, podía sentir sus músculos tensarse.

— Esta claro que no iré, nisiquiera me importa — Natasha sonrió levemente acariciando las mejillas de Steve — sigue aferrado a pretenderme.

Steve mordió su labio molesto.

— ¿Pretenderte?

— Hace poco vino a pedirme que me casara con él, prometiendo darle un apellido a Charlotte y todo lo que le pidiera...

— ¡Es un idiota!

— Da igual Steve, jamás hubiera aceptado volver a casarme, ni con él ni con nadie.

Steve besó la punta de la nariz de su esposa haciéndola sonreír, se preguntó a si mismo si podía amarla más de lo que ya lo hacía.

— Aún así debe dejarte en paz, si tan sólo pudiera mostrarme, que se de cuenta que ya estoy aqui para cuidarte.

Natasha pudo comprender la angustia y desesperación de Steve, no le gustaba estar oculto pero era necesario, por su seguridad.

— Pronto Steve, por ahora nos queda esperar a que reúnan las pruebas, al menos Edmund esta moribundo.

Ɑʍօɾ RҽɑƖ || Romanogers AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora