—Tayshell, la próxima semana no estaré en el pueblo, me enviaron a atender un caso en un lugar cercano a aquí —comenta mi padre—. Y Mason estará en su primera práctica en el hospital —añade.
—Tranquilos, pasaré el fin de semana allá —respondo abrazando a mi padre.
—Te voy a extrañar y por favor, recuerda.
—Patinar con precaución. —Acabo la frase por mi padre. Él me brinda una pequeña sonrisa.
—Hasta dentro de dos semanas, terca —menciona Mason revolviendo mi cabello castaño.
—No soy terca —reprocho cruzando mis brazos.
—Después de ese accidente con tu mano, no tienes derecho a decir que no eres terca —dice mi padre con semblante serio.
—Suerte con la prueba, Mason —respondo cambiando el tema, algo divertida.
—Gracias —dice y ambos nos brindamos un cálido abrazo.
Junto a mi piedra y vestido blanco, me encamino hacia el árbol mágico. A decir verdad, el fin de semana se pasó más rápido de lo que imaginé. El sábado fue increíble, en especial la velada nocturna con mi padre. En cambio, mi domingo se resume en palomitas, películas y helado de fresa —el mejor del mundo—.
Sé que por años no acostumbré ver películas o series, pero ahora que tengo un poco más de tiempo, voy a intentar ver algunas. Pero, claro, no pienso descuidar por completo el patinaje, ahora que mi padre me dio su consentimiento, podré patinar cuando yo quiera, mientras sea precavida. Además, retomaré mis rutinas de flexibilidad.
—Tayshell —grita Sophie mientras corre hacia mí y una vez cerca, se lanza a mis brazos—. Te extrañé. Además, te traje macarons de Francia —dice ella, enseñando una linda cajita rosa de cartón y en su interior hay varios macarons en colores pasteles.
—¡Gracias! —respondo recibiendo la caja—. La próxima vez te traeré algo —exclamo y ella me sonríe animadamente.
Juntas nos dirigimos al árbol Dair mientras compartimos las cosas que hicimos el fin de semana. En el caso de Sophie; tuvo que cuidar a su sobrino de cinco años y bañó a su gatita. Eso explica el porqué lleva en sus brazos algunos arañazos.
Cuando llegamos a la habitación, nos encontramos con Hunter quien había traído una docena de libros nuevos.
—Hunter, me aterras. Lees mucho —exclamo al verlo guardar sus libros en algunas cestas de mimbre, ya que su repisa no permite una novela más.
—Nunca son suficientes libros para mí —responde él con una sutil risa.
Sophie comienza a desempacar su maleta y yo como no había llevado nada, solo me siento en mi cama a disfrutar de los macarons que mi amiga me regaló.
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The Elements College | Terminada
FantasyDespués de cincuenta años de espera, el Colegio de los Elementos, vuelve a abrir sus puertas. Jóvenes de todas las partes del mundo serán convocados a tomar sus papeles como guardianes de la naturaleza. Sin embargo, algunos sucesos extraños y una an...