Segundo día, pensé que terminaría volviéndome loca. No hay nada que hacer dentro de este cubículo de paredes neón. Tan solo puedo quedarme mirando hacia el techo, esperando que el grupo de locos no se canse de mí y acaben con mi vida.
Horas después, alguien ingresó por la puerta. Aún acostada en el suelo, volteé mi cabeza en dicha dirección para encontrarme con el hombre lobo que ayer me había secuestrado a mitad del bosque.
—El amo desea que se alimente —dice él y pasa una bandeja de comida a través de la pared.
—No puedo confiar en criaturas que me secuestraron para tenerme como carnada —exclamo observando el plato de comida.
—No solo eres la carnada. Fuiste la que debilitó al amo y eso no es de su agrado. Sin embargo, su plan no es que mueras —exclama, después de eso se retira de la habitación, dejándome una vez más, sola.
—¡Qué amables son, no quieren matarme! —susurro con voz aguda y de forma sarcástica. Observo el platillo de comida. Mi estómago ruge, está exigiendo comida, pero me rehúso y continúo acostada sobre la superficie rígida.
A pesar de negarme las primeras tres horas a la comida, al final accedí a ella. No podía aguantar más. Me levanté, tomé la bandeja y la llevé al otro lado del pequeño espacio.
—Tan solo espero que esto no tenga veneno —exclamo al ver la comida. Tomo de primero un emparedado de queso y con mucha desconfianza, lo llevo hasta mi boca y le doy un mordisco. Lo comí con gran desesperación, ya que llevaba varias horas sin comer y, a decir verdad, al final ya no me importaba en lo más mínimo la posibilidad de acabar envenenada.
Al terminar con todo, me levanté y coloqué la bandeja en el mismo lugar, pero no sin antes intentar pasar dicho objeto a través del muro; quizás podría intentar escapar. Claramente no funcionó, pero tenía que intentarlo.
Me acuesto una vez más sobre el suelo y observo el techo en busca de cualquier idea que me logre distraer por al menos unos cinco minutos.
—Hola de nuevo, Tayshell Sáenz —exclama el amo entrando a la habitación—. ¿Cuál será la pregunta que tienes para mí hoy?
—¿Me quieren matar? —respondí aún acostada y sin dirigirle la mirada.
—No, como dije eres nuestra carnada, te necesitamos viva —responde.
—Bien, ya me puedes dejar sola —contesto observando el techo.
—¿Aún no entiendes, guardiana tonta? —dice él riendo, yo me siento y lo vuelvo a ver, a pesar de que aún no conozco su rostro—. Ayer pasaste tiempo con Harkan, hoy es mi turno —exclama, lo cual me hace estremecer—. Estuans adustis dexterioribus —pronuncia mientras coloca su mano apuntando en mi dirección.
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The Elements College | Terminada
FantasíaDespués de cincuenta años de espera, el Colegio de los Elementos, vuelve a abrir sus puertas. Jóvenes de todas las partes del mundo serán convocados a tomar sus papeles como guardianes de la naturaleza. Sin embargo, algunos sucesos extraños y una an...