—Tayshell, aquí están los postres de tus amigos —indica mi padre al verme bajar por las escaleras de la cabaña—. Recuerda tener cuidado si llegas a patinar y portarte bien —explica mientras corre de un lado a otro en la cocina, intentando preparar su almuerzo, ya que en pocos minutos tiene que entrar al hospital.
—Sí, sí y sí. Tranquilo, papá —respondo tomando la bolsa en donde colocó varios recipientes repletos de arroz con leche—. Te quiero —añado posando mis labios sobre su mejilla. Él me recibe con un abrazo y luego, me lleva hasta la puerta de la casa.
Me despido de él con mi mano y me alejo de mi cómoda morada para adentrarme en el pequeño bosque que rodea nuestra cabaña, en donde está el árbol mágico; mi fiel transporte de la realidad al mundo feérico.
Como cada lunes, coloco mi piedra en el mismo espacio ajustado, logrando —por decirlo de alguna forma— desbloquear la entrada al túnel. Una vez frente a este, ingreso a él y comienzo a caminar hasta llegar a la salida.
Hoy estoy muy ansiosa de volver al colegio y la razón es simple, anhelo saber la teoría que Hunter tiene pensada. Presiento que no me va a defraudar.
Comienzo a seguir una serie de letreros los cuales me indican el camino correcto para llegar al Dair, a pesar de que me sé este recorrido a la perfección, siempre prefiero observar y dejarme guiar por dichas señales.
Cuando finalmente llego a mi destino, muestro mi marca elemental al roble de madera oscura y este me deja entrar por medio de una puerta.
—Tayshell, por fin llegas —exclama Hunter quien se encontraba caminando hacia su cama.
—¿Por qué la precisa? —indago atravesando la gran habitación.
—Quería comentarles sobre la teoría antes de que Emily llegara, pero ya es tarde —comenta—. En diez minutos entramos a clases de Combate.
—Bueno, al menos les traje postres —digo sonriente.
—¿Postre a las ocho de la mañana? —pregunta Ethan.
—Si no lo quieres, con gusto lo comeré por ti —contesto.
—Yo lo tomaré —exclama tomando uno de los recipientes.
—¿Qué es? —pregunta Sophie, observando con curiosidad la mezcla.
—Se llama arroz con leche, es delicioso.
—Yo lo he comido en Argentina, pero este está re rico—pronuncia Vale—. Por cierto, es un milagro que hayas traído comida para nosotros.
—Bueno, necesitaba que dejaran de quejarse por mi poca involucración con la comida —respondo riendo.
Después de que todos acabaran sus postres y me agradecieran por ellos, tomamos rumbo hacia el colegio.
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The Elements College | Terminada
FantasiDespués de cincuenta años de espera, el Colegio de los Elementos, vuelve a abrir sus puertas. Jóvenes de todas las partes del mundo serán convocados a tomar sus papeles como guardianes de la naturaleza. Sin embargo, algunos sucesos extraños y una an...