『Capítulo 35』

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     Me preparo un café caliente y tomo una de las donas que mi hermano trajo por la tarde, luego de sus clases en la universidad

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     Me preparo un café caliente y tomo una de las donas que mi hermano trajo por la tarde, luego de sus clases en la universidad. Camino hacia mi habitación mientras disfruto del sonido de fondo que provoca la lluvia.

La noche cayó hace pocas horas y la lluvia había iniciado hace tan solo algunos minutos. Mi hermano estaba en su habitación con su celular. Mi padre pasaba el tiempo frente a la pantalla del televisor de la sala de estar. Por otro lado, yo quería tan solo ir a mi habitación y disfrutar de la lluvia desde mi ventana.

Cierro la puerta y me siento en mi cama, cubro mis piernas con la manta blanca y me acerco más al gran ventanal, el cual me brinda una sutil vista del exterior. La noche, un café caliente y la lluvia, ¿qué había mejor que eso?

Observo mi mesa de noche y puedo admirar el dibujo que Emily había realizado de mis amigos del mundo feérico. Lo tomo delicadamente y lo sostengo firmemente mientras observo a todos, en especial a Kang. Subo mis pantalones holgados que llevo como pijama y me topo con las marchas de quemaduras que aún yacen en mi piel. De igual forma, subo las mangas de mi abrigo y me encuentro con más cicatrices; entre ellas, las quemaduras y la mordida del vampiro. Poco a poco estaban desapareciendo, pero este proceso se volvió más lento desde que estoy en esta parte del mundo.

Estas dos semanas han sido complicadas, he tenido que ocultar dichas cicatrices de mi padre y mi hermano, ya que no hay una explicación coherente que pueda brindarles. De igual forma, aún no les he contado nada sobre mis amigos y el fallecimiento de mi amigo, no porque no quiera, sino porque no puedo. Ellos tampoco han querido obligarme a contarles, lo cual agradezco. Sin embargo, no todo ha sido malo. Luego de una ardua búsqueda y de extensas tardes visitando todas las tiendas del pueblo, logré encontrar un trabajo para poder despejar mi mente. Es un poco extraño; en especial para mí, ya que nunca he sido gran fanática de trabajar con comida, pero este es un puesto de helados en un pequeño negocio frente al mar.

Tan solo llevo dos días, pero me está gustando bastante. El tener un contacto cercano con la playa, logra que no entre en un colapso y pierda el control de la situación.


     —Mira lo que te compré hoy —susurra mi padre entrando a mi habitación y me muestra una botella repleta de rompope—. Como no estuviste en navidad, quise comprarte uno —añade y tiende a soltar una pequeña risa.

—¡Eres el mejor! —exclamo observándolo con gran ilusión.

Él se acerca a mí y me brinda una copa de vidrio, en la cual pocos segundos después coloca la bebida color crema en él. Pero, me dirige una mirada preocupante, yo lo miro confundida y es ahí donde recuerdo que había dejado parte de mis piernas y brazos al descubierto. Rápidamente, bajo mis mangas y me cubro con la manta, desviando mi mirada hacia la ventana.

—Tayshell, no soy tan tonto cómo para creer esa historia de la alergia —exclama y luego le da un sorbo a su bebida—. Sé que no puedo obligarte a decir nada —añade—. Pero, esas cicatrices son preocupantes.

The Elements College | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora