El gran día de la cena navideña había llegado. Era veinticinco de diciembre, pero este no se sentía como tal, ya que no había árbol navideño y no había decoraciones por doquier en nuestra habitación, pero lo que más extrañaba, era el pastel navideño que mi padre suele preparar para estas fechas. Es difícil no poder siquiera enviar un mensaje a mis familiares deseándoles una linda navidad.
El colegio cerró por las fechas navideñas; por ende, no tendremos clases por dos semanas. Pero, hoy se abren las puertas para todos los estudiantes, ya que hay aperitivos para celebrar este peculiar día.
Todos nos vestimos con pantalones y sudaderas que nos resguardaran del frío del exterior. Y en mi caso, me coloqué los guantes que semanas atrás Ethan me regaló.
Caminamos por los senderos, encontrándonos con más de los estudiantes que se dirigían hacia el colegio. La blanca nieve en forma de copos caía sobre nuestro cabello y vestimenta, lo cual brindaba cierta conformidad en mi ser. Me agradaba ver este paisaje invernal; un paraíso tintado de colores fríos.
Al llegar al castillo, todos somos recibidos con una taza de chocolate con malvaviscos en color blanco y nos brindan una tarjeta con la frase «¡Felices fiestas!» escrita en silvano.
La escuela poseía muchas decoraciones; guirnaldas, velas y árboles eran los encargados de brindar a todo el lugar, ese ambiente festivo de fin de año.
Entramos al comedor principal y este estaba decorado sutilmente con temática navideña, pero sin perder su característico tema naturalista que rodea todo el mundo feérico.
—¡Adelante, jóvenes! —indica la profesora Windy, la encargada de las clases elementales de aire—. Disfruten el festín.
—Profesora, no me diga eso porque vengo hambrienta —exclama Vale, dando ligeras palmadas a su estómago. La profesora tan solo comienza a reír.
Todos nos dirigimos al sector de comidas y tomamos todo aquello que deseamos. Yo me decido por tomar unos cupcakes de vainilla, unos mentolines y una copa de crema de frutos rojos.
—Iré a la mesa —indico y me encamino junto a mis postres a una de las mesas que encuentro aún desocupadas. Poco después llegan los demás—. Provecho, Vale —comento al ver que la chica se trajo un ejemplar de cada uno de los aperitivos.
—¡Gracias! —dice guiñándome un ojo—. Es que aquí es el único lugar donde puedo comer lo que yo quiera. Mi mamá es nutricionista, mi papá es profesor de deportes y mi hermana practica atletismo, así que mi vida se ha resumido en comer por calorías. Además, no puedo comer alimentos con gluten o azúcar. ¡Es horrible! —explica y al terminar, lleva una cucharada de pudín de chocolate a su boca.
—¿Cómo puedes vivir así? —pregunta Hunter—. Tanta restricción de comida puede llegar a ser algo malo.
—Por eso mismo me la paso comiendo de todo en este lugar. Nadie me juzga. Claro, cuando vuelva y vean mi cuerpo, me harán hacer ejercicio hasta el cansancio —dice con cierta frustración en su voz.
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The Elements College | Terminada
FantasiDespués de cincuenta años de espera, el Colegio de los Elementos, vuelve a abrir sus puertas. Jóvenes de todas las partes del mundo serán convocados a tomar sus papeles como guardianes de la naturaleza. Sin embargo, algunos sucesos extraños y una an...