Capítulo 14

56 9 1
                                    

—Parece que ya me conoces y también parece que Agnes ya los reunió... Sí, ese viejo, aparte de sabio, realmente es inteligente. Como lo detesto.

—¿Te duele admitirlo?

—Un poco ¡Jues!

—Escucha, Lecat, nos hemos preparado para este momento —Lecat sonríe de oreja a oreja pero con maldad en su máximo esplendor —. No ganarás.

—Eso ya lo veremos... ¡Juas! ¡Jues! —inmediatamente, veo como comienza a recargar una pistola para, después, disparar, pero actué más rápido creando un escudo de aire (por medio de la manipulación de la densidad), protegiéndome —Vaya... Si que has entrenado, Ferrer. ¿Qué más sabes hacer?

—Eso deberías saberlo ya, ¿no? —Lecat ladea su cabeza, confundido, pero aún manteniendo su sonrisa malvada —Con eso de que te encanta estar de entrometido y jugando al vigilante.

—¡Touché! ¡Juas! ¡Juis! No me duele reconocerlo... ¡Me encanta!

—Estás loco...

—Que bueno que te des cuenta, porque está locura será ocupada al momento de... —no lo dejé terminar al generar un fuerte viento y enviarlo hacia él (con el simple hecho de pensarlo), causando que se desplome en el suelo —¡Maldita!

—Tu voz en serio irrita —me acerco a él —. Mejor ríndete, Lecat. Ya no somos unos simples niños. Cada día somos más fuertes.

—Estudiaron y entrenaron sin parar estos días pero, estaban tan concentrados en avanzar, en superarse, en conocer sus habilidades que se les olvidó algo muy importante... —frunzo mi ceño —Sus debilidades —comienzo a retroceder —. No huyas, Emma, pelea. ¡Oh, espera! No entrenaste contra tus debilidades, es más, creo que ni siquiera conoces tus debilidades.

Lecat tiene razón. Nos preocupamos más por mejorar que se nos olvidó investigar nuestras debilidades. No tardé nada en comenzar a preocuparme.

Solo alcancé a ver una luz muy brillante, como el fuego, intenté defenderme pero solo sentí mucho dolor y como el daño se hacía presente.

Y en cuestión de segundos, no supe nada más de mí.

Lecat

—Una de tus debilidades es el fuego, querida Ferrer. Pero, por Dios, Lecat, ¿con quién hablas? Ferrer está inconsciente. ¿Por qué inconsciente, Lecat? Pues porque no practicó, así de sencillo. ¡Juas! ¡Jues!  —después de guardar mi arma, acomodo a la Elemental de viento en mi grandiosa y maravillosa nave para, después, emprender vuelo a mi guarida secreta —Elemental de viento, lista. El siguiente eres tú, elemental de tierra. ¡Juas! ¡Jues! ¡Juis!

Arnold

Me pongo de pie rápidamente al sentir una punzada disfrazada de mal presentimiento en el pecho, que me hace cerrar mis ojos con fuerza para aguantar el dolor. Me fue inevitable no pensar en Emma, en que algo le sucedió.

Con la misma rapidez, desbloqueo mi celular y marco el número de Emma, el cual no tarda en mandarme al buzón de voz. 

—¡Maldita sea! —exclamo, aventando mi celular a la cama —Que no le haya pasa nada a Emma. Que no le haya pasado nada a Emma. Que no le haya pasado nada a Emma —nuevamente, la misma sensación regresa a mí —. ¡Por favor! 

—¡Hijo! ¿Qué ocurre? 

—Hay que salir a buscar a Emma, ahora.

Mi madre frunce su ceño.

—¿Ahora? 

—Sí, mamá, ahora.

—Arnold, es muy noche ya —pongo mis ojos en blanco, caminando a mi escritorio para recargarme en él. Mi corazón está sumamente alterado. Mi respiración comienza a agitarse. Mi cuerpo a sudar. Esa maldita sensación y dolor no se va —. ¿Por qué quieres ir a buscarla? ¿Por qué estás así? ¿Algo le pasó?

Los ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora