Capítulo 15

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Nuestra búsqueda comenzó de inmediato; comenzamos buscando en el último lugar en el que estuvo Emma, y lo único que encontramos fue su celular tirado, con la pantalla rota y llena de tierra. 

En distintos lugares también buscamos pero no la encontramos. Los latidos de mi corazón cada vez aumentan, el miedo y nerviosismo se apoderan de todo mi ser, la lluvia que invoqué por accidente hace rato no ha cesado, al contrario, parece no tener fin.

Y no cesará hasta que tenga a Emma frente a mí, viva y sana. 

—¿Ya fueron a los posibles lugares en los que pudiera estar?

—Agnes, a Emma se la llevaron en ese lugar, ahí estaba su celular.

—Se le pudo haber caído...

—Le avisamos a la policía, hasta ahora no han encontrado nada, pero siguen buscando —añade Salma, con lágrimas en sus mejillas y con la compañía de Mauro, quien se encuentra igual de angustiado que todos.

¿Dónde estás, Emma?

—¿Creen que Lecat tenga algo que ver? —pregunta Sara, con su mirada cabizbaja.

—No hay que descartar la posibilidad —responde Johnny, yo lo volteo a ver con una ceja arqueada —. Lo siento, Arnold, pero es lo más lógico que encuentro.

—Johnny tiene razón... —continúa Agnes —. Lecat siempre ha tenido una ventaja, la de tener en vigilancia su próximo objetivo, como lo hizo con Malantus. Lo más seguro es que, no solo a Emma, sino a todos nosotros nos estuvo vigilando, pero encontró más sencillo iniciar con Emma.

—Emma es la que más avanzada estaba con sus poderes —añado —, ¿por qué la vencería fácil?

—El poder más grande de Lecat es la inteligencia, aunque me cueste admitirlo. Debió haber usado alguna de las debilidades del viento en contra de Emma, por obvias razones...

—Ahora que lo menciona, nunca nos comentó cuáles son nuestras debilidades. 

Agnes asiente lentamente con la cabeza. 

¡Dios mío! 

—Una disculpa, me concentré en convencerlos a que aceptaran su propósito, me concentré en hacerlos superarse, en todo, menos en sus debilidades, los desvié de eso... 

—¡Maldita sea, Agnes! —expreso en un grito, poniéndome de pie bruscamente, llamando la atención y asustando a todos —¿¡Cómo se te pudo pasar algo tan importante!? ¿¡Cómo se te pudo olvidar nuestras debilidades!? ¿¡Y nosotros!? ¡Tampoco nos quedamos atrás, Elementales! Somos un desastre...

—Arnold, hijo, cálmate...

—¡No, mamá! —mi madre me mira con tristeza —¡No me pidas que me calme!

—¡Arnold, basta!

—¡Por nuestra culpa Emma está en quién sabe qué lugar, Johnny! ¡Lo más probable es que esté pasándola muy mal! —hago una breve pausa para tomar un poco de aire mientras observo a Salma, quien ni siquiera nos mira, está con su mirada perdida y sollozando —No sabemos dónde está Emma, no tenemos cómo localizarla por nuestra culpa.

—No eres el único que está así, Arnold —continúa Sara, llegando a mi lado —. También me siento culpable e inquieta, me urge encontrarla, pero si algo aprendí de ella los últimos días es que tenemos que estar juntos siempre. Créeme, alterándote no ganamos nada, solo nos sentimos peor.

—Estando juntos —añade Johnny —. Solo así podremos encontrarla.

—Elementales, les prometo que en cuanto hallemos a Emma, me enfocaré en sus debilidades. No nos arriesgaremos a que algo así vuelva a suceder.

Vuelvo a mirar a Sara, quien da un leve asentimiento de cabeza. Miro a mi madre, la cual se encuentra consolando a Salma. 

—Debes confiar, Arnold.

—Solo quiero encontrarla...

—Y lo haremos.

Recuerdos con Emma comienzan a llegar a mi mente, sin parar y con una gran rapidez. Segundos después, asiento con la cabeza. 

—Bien, no hay duda. Fue Lecat quien se llevó a Emma —dice Johnny, regresando a su asiento.

—Así es, tuvo que ser él —susurra Agnes.

—Entonces, ¿cómo encontramos a ese maldito? —pregunto.

Emma

Lo último que recuerdo de mí fue haber visto todo borroso, sentirme muy débil y con daños. De un segundo a otro, me encuentro en un lugar totalmente desconocido para mí. Intenté moverme pero me fue imposible ya que me encuentro atada de manos y pies. Qué maravilla...

Al entrar en mis recuerdos más a fondos, encuentro a Lecat y, desde ahí, todo toma sentido del por qué estoy aquí y en esta situación. 

Inmediatamente pienso en Arnold, mi niño, mi amor... Seguro se encuentra altamente preocupado y culpándose a sí mismo, al igual que mis padres y mis otros dos amigos, Sara y Johnny.

Solo espero que también se encuentren bien y que Lecat no les haya hecho algo.

—¡Sorprendente! Has despertado —miro con desdén al dueño de aquella irritante voz —. Como se nota que Agnes no los ha entrenado bien. Tal vez, hace algunos años, hubiera hecho su trabajo un poco mejor.

—¿Qué buscas, Lecat?

—Ser el dueño de todo.

—¿No te bastó con apoderarte de Malantus?

—Al principio sí, porque creí que ustedes, los famosos Elementales, estaban muertos como los demás. Pero un pajarito tuvo que decirme a la fuerza que ustedes, desgraciadamente, estaban vivos, y no podía quedarme de brazos cruzados al enterarme de eso.

—¿Tanto desprecio nos tienes?

—Sí. 

—¿Por qué?

—Escucha, niña, Agnes es un maldito mentiroso, pinta a Malantus de color de rosa, cuando no lo es —frunzo mi ceño —. Yo antes vivía en Malantus, era parte de esa sociedad, pero un día en el que mis padres intentaron ayudar a una familia que poseía habilidades y no tenían a dónde ir, tratamos de darles un hogar en Malantus, Agnes no lo permitió, nos tachó de traicioneros por el simple hecho de haber actuado como buena gente sin su consentimiento y porque esa familia había tenido problemas con la familia de Agnes años atrás. Es un rencoroso como sus padres.

—No es verdad...

—Nos corrió de Malantus. Mis padres estaban enfermos y no dudaron mucho tiempo... ¡Los vi morir! Yo intenté regresar a Malantus para ofrecerle una disculpa a Agnes y poder seguir viviendo allí, pero ¿qué crees? ¡Agnes se encargó de poner a todos en mi contra, incluyéndolos a ustedes y a sus padres! Lo alababan a él cuando él era el villano de la historia falsa que contó. Agnes y su sociedad solo se cuidaban entre ellos, no recibían a nadie más cuando se supone que para eso fue creado Malantus. Pero ¿sabes qué? Ya no importa... 

—¿Y nosotros qué te hicimos? Solos éramos unos niños que nacieron ahí y ni la mitad de nuestra vida la pasamos en Malantus porque lo destruiste.

—Siguen siendo parte de Malantus y de las mentiras de Agnes. ¡No quiero nada de Malantus con vida! Además, qué más da. Estoy dispuesto a acabar con ustedes, con Agnes, con la gente que es tan hipócrita y desagradable. El mundo será mío. ¡Juas! ¡Jues! ¡Juis!

Y sin más, salió de la habitación tenue, dejándome pasmada con su pasado. ¿Le creeré?

Los ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora