Capítulo 19

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Emma

El clamo y quejas por parte de Lecat me causan terror pero, a la vez, tristeza. Aún no puedo creer que todo lo que me contó sea verdad, es muy confuso todo. Puede que solo esté hablando por hablar para lograr situarnos en contra de Agnes, o puede que esté hablando con la verdad y que todas esas palabras de Agnes, donde nos habla de comprensión, ayudar a los demás, de igualdad, fueron puras mentiras...

No lo sé. Me cuesta mucho creer algo así, pero su tono de voz nostálgico y quebrado, su triste y apagada mirada, parecen totalmente sinceras. 

Se me ocurre que tal vez podamos ayudarlo con sus problemas, pero creo que es muy notorio la dificultad que conllevaría eso. Aún así, no me rendiré. 

Cueste lo que cueste.

Johnny

Visualizo como Arnold regresa a su asiento y bruscamente se deja caer en él, comenzando un llanto algo silencioso, pero doloroso. 

Me siento culpable de ver a Arnold peor de lo que ya estaba. Pude haber hecho más, pero todo pasó tan rápido. Y es que me pongo en su lugar, me imagino cómo sería si todo fuera al revés, si la secuestrada fuera Sara y yo estuviera como Arnold, desesperado, triste, estresado, con culpa...

A este paso, tardaremos en encontrar a Emma.

—Johnny... —dice Agnes, regresándome al planeta tierra —. ¿Qué fue lo que Lecat te dijo? ¿Cómo sucedió todo?

—Yo estaba de camino hacia acá, solo escuché su voz diciendo pura tontería... —sus palabras regresan a mi cabeza —. Quiso una lucha conmigo, así que, se la di. Yo llevaba la ventaja, lo tumbé al suelo más de una vez, le pregunté en dónde estaba Emma y solo respondió que nunca me lo diría —mi mirada se posiciona en Arnold, quien sigue dándonos la espalda —. Créanme, le insistí, pero ¡el maldito se teletransportó! 

—¿Se teletransportó? —pregunta Agnes, igual de confundido que yo.

—Sí, Agnes. Yo no sabía que él podía hacer eso, y parece que tú tampoco.

—Esto es nuevo, él no tenía esa habilidad...

—Da igual si la tenía o no la tenía, o cómo la consiguió, no sé, da igual eso —añade Sara —. Otra vez perdimos. No tenemos pistas de Emma, no conseguimos nada. Ahora, hay que esperar a otra aparición ¿o qué? Esto es demasiado, no podemos esperarnos tanto. Emma nos necesita...

—Lo sabemos, Sara, pero no tenemos cómo buscar.

No he dejado de mirar a Arnold. Merece una disculpas.

—Arnold —digo, y el mencionado mira sobre su hombro —, realmente lo siento, debí haber hecho más, lo sé, pero en serio, lo siento. Sé que te sientes de lo peor y me encantaría tener la capacidad de tronar los dedos y que Emma aparezca, pero no la tengo. Además, estar así entre todos no ayuda en nada. Debemos estar unidos —no obtengo respuesta alguna, pero con hacerle saber, me conformo —. ¿Ahora qué sigue?

—Estoy pensando en ello —responde Agnes.

De repente, escuchamos y visualizamos a Arnold acercarse a nosotros. Al llegar a nuestro lado, nos examina con la mirada, sin pronunciar ni una palabra. 

—¿Quieres decir algo, Arnold? —pregunta Sara.

—¿Qué más puedo decir, Sara? —la mencionada baja su mirada —¿Saben qué? Ustedes continúen con su estrategia. Yo buscaré a Emma por mi propia cuenta, así sea necesario escabullirme entre las peores calles, entre los peores edificios abandonados, entre callejones a media noche, así tenga que someterme a las peores acciones. No me importa. Pero yo ya no me quedaré aquí esperando a que Lecat haga otra aparición para ver si ahora sí obtenemos otro resultado. 

—Arnold...

—Nada, Agnes. Ya lo decidí. No se preocupen, les avisaré cualquier cosa, pero yo no me quedaré de brazos cruzados ni un segundo más. Nos vemos. 

Y sin más, sale del lugar, sin darnos oportunidad de responder. Todos nos miramos entre sí. 

—Definitivamente es otro Arnold... —susurra Agnes. 

—Uno menos. Genial, caballeros. Deberíamos hacer lo mismo que él, ¿no?

Paso mis manos por mi cara, frustrado.

Arnold

Me costó hacer eso, pero es necesario. 

—Muy bien, Emma, solo resiste un poco más —digo para mí mismo, mientras emprendo camino hacia una parada para tomar un coche e ir al último lugar en el que Emma estuvo —. Te encontraré.

Después de un rato de camino, llego a mi destino.  Comienzo a caminar lentamente por toda la calle, observando detalladamente cada espacio, cada esquina, cada movimiento. Me entra un gran sentimiento de tan solo imaginarme cómo la pasó Emma enfrentando a Lecat. Aún me pregunto: ¿cómo pudo vencerla? 

—¿Arnold? —me detengo al escuchar mi nombre —¿Qué haces aquí? 

Me devuelvo para vernos cara a cara.

—Creí que si regresaba encontraría alguna pista de Emma. No puedo quedarme tranquilo sin hacer nada, esperando algún indicio... ¿Y usted?

—Igual que tú. Extraño a mi niña y quiero encontrarla.

Será mejor que no le cuente lo ocurrido el día de hoy.

—Lo haremos, señora Salma, lo haremos.

—Sí, tengo fe...

—Sígala teniendo. 

Emma

—Ya me estoy desesperando, así que lo mejor será que vaya poniendo en marcha mi plan —dice Lecat, entrando a la habitación.

—¿Ya te cansaste de tenerme aquí?

—Aparte.

Pongo mis ojos en blanco.

—Lecat... —él voltea a verme —. Déjanos ayudarte.

—¿Ayudarme?

—Necesitas ayuda, no está bien vivir con traumas.

—Yo no necesito ayuda, Ferrer.

—Créeme que sí. Estas personas no tienen la culpa de nada, solo quieren vivir sus vidas en paz y tú no los dejarás. Ellos no estuvieron en Malantus. Podemos ayudarte. 

—¿Y según tú cómo?

Buena pregunta...

—Debió ser muy doloroso perder a tus padres tan joven, no me imagino el dolor que has de estar sintiendo. Debe ser horrible quedarte sin familia. Pero nosotros podemos ayudarte con eso.

—No pueden revivir a mis padres.

—No me refiero a eso. Podemos ser tu familia —Lecat me mira confundido —. ¿No te agrada la idea de tener una familia? Podemos dejar todo esto en el pasado, como un borrón y cuenta nueva. Tus padres querían tu bien, no que seas esto. No creo que esto es lo que ellos querrían. Puedes unirte a nosotros y hacer el bien a nuestro lado, no te juzgaremos, pues pasaste por algo muy doloroso. ¿Qué dices? —Lecat niega repetidas veces con la cabeza —Piénsalo...

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