Capítulo 6

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Arnold

—¡Mamá, he llegado! —en segundos, mi hermosa madre acude a mi llamado con una hermosa sonrisa —¿Cómo estás, mamá?

—Bien, hijo. ¿Cómo te fue en la universidad?

—Increíble —mi madre aumenta su sonrisa —. ¿Has hablado con papá? —al hacer esa pregunta, su sonrisa se borró —Ya veo que no...

—Su trabajo no le deja ratos libres, es muy difícil que logremos hacernos una llamada. 

—Prácticamente ni siquiera lo veo mas que por las mañanas y en su día de descanso. Es completamente injusto. 

—Lo sé, amor, también lo extraño mucho en las tardes, pero hay que verle el lado bueno, gracias a su trabajo tenemos nuestra vida estable.

—En eso tienes razón, pero sigo creyéndolo injusto, exceden su trabajo. De milagro tiene un día de descanso. 

—Ya, tranquilo, tu papá nos ama, eso nunca lo dudes —responde, sobando levemente mi mejilla —. ¿Quieres comer?

—Por favor.

—Te serviré.

—Te ayudo, vamos.

—Bueno, mientras me contarás tu día y el por qué te fue tan increíble.

—Por supuesto.

Johnny

Un nuevo día de universidad. Justo ahora me encuentro en el área de comedores, observando a Sara realizar unos cuantos trabajos desde lejos. Hay algo en ella que me atrae, pero nunca se lo he confesado por ver que es una persona muy solitaria, alejada de todos y concentrada en sus propios asuntos, misma razón por la que decidí alejarme de ella y darle su espacio, aunque después de nuestro trabajo juntos el día de ayer, me di cuenta que hice mal en dejarla sola. La pasamos de maravilla y mi cariño hacia ella creció.

Así que estoy dispuesto a iniciar una amistad, que vea que puede confiar en mí y, después de eso, se lo confesaré. 

Guardo mis cosas en mi portafolio grande como el que usaban los carteros, voluminoso, y me acerco a ella.

—Hola, Sara —ella deja de escribir de inmediato y me voltea a ver con lentitud, como si no me conociera —. ¿Interrumpo?

—No, para nada —responde con su sutil y linda sonrisa.

—¿Puedo sentarme?

—Claro —se corre un poco para dejarme asiento —. ¿Qué te trae por aquí? No somos de hablar mucho...

—Bueno, quiero hacer lo contrario —su expresión se convirtió en asombro —. ¿Te molesta la idea o acaso yo no te caigo bien?

—No es eso, solo que nunca nadie se acercó a mí para iniciar una amistad.

—Me siento orgulloso de ser el primero. Verás que la pasaremos increíble, seremos una gran amistad que será la envidia de todos, y también quiero que sepas que puedes confiar en mí, soy bueno escuchando y guardando las cosas —mis palabras lograron sacarle una sonrisa que no tarda en pegarme, claro que sigo manteniendo mi postura —. Por cierto, traigo buenas noticias.

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