Shen Lian no podía respirar. Sumergido bajo el agua, el aire no llegaba a sus pulmones sin importar que tanto lo intentara. Sentía que moría, la vida escapándose lentamente de su cuerpo a medida que luchaba por obtener aunque sea la más mínima cantidad de oxígeno en su cuerpo. Tenía que salir, pero era imposible. Ninguno de sus miembros respondía como él quería que lo hicieran, estaba peleando contra sí mismo.
Gritó, desde lo bajo de su garganta esperando que alguien lo escuchara. Solo había silencio. Nadie lo ayudaría. Estaba solo.
Solo.
Con un grito, Shen Lian despertó.
—¿Esposa?— Mo Yang removió las sábanas, acercándose a Shen Lian.
El joven Shen tuvo que sentarse y observar su entorno por un rato antes de calmarse. Había tenido una pesadilla, por segunda vez a lo largo de ese mes. Siempre era lo mismo, sentía que se ahogaba, no podía salir y terminaba despertándose con la más grande sensación de temor invadiendo su cuerpo. No entendía por qué pasaba, ya que no había ninguna razón para que estuviera sufriendo de tales sueños. No había enemigos ni conspiraciones que amenazaran su vida.
Mo Yang no tardó mucho en abrazar a su esposa cariñosamente, acariciando su cabeza de manera gentil. Él también sufría al ver a su esposa alterada todas las noches, así que intentaba calmar a Shen Lian con afecto. Sabía que su esposa no le pediría nada, pero quería darle todo lo que pudiera con tal de verlo reír.
Shen Lian sintió las lágrimas bajando por sus sonrojadas mejillas mientras se refugiaba entre los fuertes brazos del príncipe, recientemente declarado heredero oficial del trono Imperial. Odiaba no poder controlarse a sí mismo, y arruinar el muy necesitado descanso de Mo Yang con sus inexplicables pesadillas. Su esposo estaba esforzándose mucho por cumplir con los deberes del Emperador ahora que su tío estaba enfermo. Despertarlo a medianoche con una de sus pesadillas le hacía sentir culpable, sobre todo cuando a la mañana siguiente veía las ojeras de Mo Yang.
Sollozando, Shen Lian enterró la cabeza en el hombro de Mo Yang. Estaba avergonzado por causar tal conmoción a su esposo en plena noche. Ni siquiera era capaz de enfrentarlo ahora sabiendo que por su culpa estaría cansado durante todo el día.
—Esposa, no te escondas de mí— murmuró Mo Yang suavemente, deslizando sus dedos por el sedoso cabello de su amado.
—Lo siento…— susurró Shen Lian en respuesta, aún escondiéndose contra el hombro de Mo Yang.
—No hay razón para disculparte, esposa— dijo Mo Yang. —No me molesta cuidar de ti, esposa. Quiero que duermas bien, no me importa estar despierto.
—Pero estás cansado… n-no quiero molestarte. Vas a estar muy ocupado mañana.
—No te preocupes, esposa— declaró Mo Yang sin alteración. —Intenta dormir un poco. Estaré aquí si me necesitas.
—B-Bien. ¿Podrías no decirle a los niños lo que pasó?
—No les diré nada— prometió el príncipe, acostando a Shen Lian sobre su espalda con delicadeza. —Duerme ahora.
—Sí…ah, no te alejes.
Shen Lian cayó dormido poco después, sus labios entreabiertos mientras un fino hilillo de saliva se deslizaba por su mejilla. Un ligero sonido, parecido a un gemido bajo, escapó de sus labios en ese momento.
Mo Yang, que observaba todo desde su lugar en la cama, no pudo evitar sonreir ante la imágen tan tierna de su esposa durmiendo. Todo lo que hacía Shen Lian le causaba ternura, hasta el más mínimo gesto inconsciente. Podía pasar toda la noche mirando como el pecho de Shen Lian subía y bajaba, y aún así no estaría en absoluto cansado cuando llegara la mañana. Realmente adoraba a Shen Lian, de eso no había duda.
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La esposa del soberano. (BL)
RandomShen Lian, primogénito de la noble familia Shen, fue criado en el campo junto a la sirvienta preferida de su padre. Ella lo crió como a su propio hijo, brindándole el amor y cariño en el que su familia jamás se interesó. Con el paso del tiempo, él e...