Fiel a las órdenes de su esposa, Mo Yang se quedó en casa de sus padres y no regresó al palacio hasta que obtuvo la aprobación de Shen Lian. Cuando regresó, todos tuvieron dificultades para no reírse tan pronto vieron la expresión de resignación que tenía el príncipe. ¿No era éste el guerrero que nunca derramó lágrimas por sus caídos? ¿Cómo podía lucir igual que un bebé cuya madre le quita su juguete favorito?
Incluso los guardias, que casi siempre permanecían indiferentes, se vieron obligados a cubrirse la boca para no reír. El príncipe en realidad había perdido toda su cara. Afortunadamente, no le importaba nada más que conseguir el perdón de su esposa por haberle ocultado de manera estúpida una información tan importante.
Durante el tiempo que estuvo con sus padres, Mo Yang no solo fue regañado, también fue azotado por su padre. Mo Shang enfureció cuando oyó lo sucedido, y no se contuvo en castigar a su hijo por actuar tan estúpidamente. Cada día recibía un nuevo regaño de su padre, a los cuales se unia su madre pocos minutos después. Incluso los sirvientes estaban confundidos por lo que presenciaban. Los padres que nunca antes habían disciplinado a su hijo en exceso ahora parecían dispuestos a golpearlo hasta que aprendiera la lección.
Mo Yang podía decir con honestidad que jamás esperó ser regañado a tal severidad por sus padres. Su padre había sido una figura casi ausente a lo largo de su infancia y su madre no intervenía a menos que se le pidiera. Le sorprendió la primera vez que su padre le gritó.
Estar de regreso en el palacio que compartía con su amada esposa logró animarlo un poco, pues ya extrañaba bastante a su Shen Lian. Antes habría dormido incluso en el suelo de ser necesario, pero ahora le era imposible conciliar el sueño si no tenía la calidez del cuerpo de Shen Lian entre sus brazos. Las camas se sentían como ladrillos sin la calmada respiración de Shen Lian golpeando su pecho. Las sábanas lo sofocaban cuando no sentía los ligeros movimientos de Shen Lian en la inconsciencia, robándose la mayor parte del tejido.
Él no sabía lo necesario que era Shen Lian para relajarlo hasta que se encontró durmiendo en un lugar distinto al de su esposa. Las noches eran un tortura, no podía ni cerrar los ojos porque anhelaba sentir al frágil Shen Lian durmiendo cerca de él.
Mo Yang sonrió levemente a medida que se acercaba a su habitación, pensando en lo increíble que se sentiría tener a su esposa cerca otra vez. Quería verlo, y quería cargar a su preciado hijo. Sobre todo lo demás, extrañaba a su familia.
En el camino descubrió un rastro de huellas negras que solo podían pertenecer a las manos de un infante que apenas sabe arrastrarse por el piso. Con un suspiro y una sonrisa, imaginó que Shen Lian tal vez sería una madre demasiado generosa, y que no le negaría nada a su hijo. Las huellas solo aumentaban mientras se acercaba a su habitación, desde donde podía oír las ya conocidas risas infantiles de su esposa e hijo. A esa distancia era incapaz de entender sus palabras, pero percibía la alegría en su voz.
El príncipe se detuvo junto a la puerta, simplemente escuchando esa dulce voz que tanto había extrañado por días. Solo oír la voz de Shen Lian alivió todo el estrés que había acumulado estando lejos de su amado. De nuevo sonrió, feliz de estar en el lugar que llamaba hogar.
—¡A-Ting, tu padre viene hoy!— exclamó Shen Lian entre risitas.
—Blafhhdddfdniueksjjn.
—¡Cierto, pequeño! ¡Ya fue castigado por sus errores! ¡El señor Mo se merece estar aquí con nosotros!— chilló, para luego bajar su tono de voz. —Después de todo somos una familia. Y las familias no deben pelearse.
Con lo que pareció ser un sonido de afirmación, el principito terminó la conversación.
Mo Yang, habiendo oído todo lo que debía, decidió hacer notar su presencia. Dió un paso hacia el interior de su habitación con una expresión seria, que desapareció en el instante que pudo observar a sus dos chicos.
Primero el principito: todo su diminuto cuerpo estaba cubierto de tinta, tanta que incluso su rostro tenía manchas oscuras. Sus túnicas estaban destrozadas por la cantidad de tinta en ellas, y sus manos se habían oscurecido por completo. Luego Shen Lian: Tenía el cabello desordenado, el rostro sonrojado por reírse tanto y manchas de tinta oscura por toda la piel.
Lo más gracioso era que Shen Lian se veía por completo más entretenido que el principito. Él sonreía abiertamente, mientras Mo Ting sólo lo veía y sacudía sus manitas sin dirección alguna.
—Esposa…— Mo Yang sonrió. —Veo que te estás bastante divirtiendo con nuestro hijo.
—¿Oh?— murmuró un desconcertado Shen Lian, apenas notando que su esposo había llegado. —¡Señor Mo!
—Parece que no me extrañaste mucho— el príncipe fingió estar triste. —Tal vez debería regresar a casa de mis padres.
—No, señor Mo— se apresuró a decir el muchacho. —Nosotros l-lo extrañamos.
Las mejillas de Shen Lian se cubrieron de un adorable rubor rojizo que sobresalía en su piel naturalmente pálida. Él sí había extrañado a su esposo. Desde la primera noche que estuvieron separados, sintió la necesidad de ir a buscarlo y pedirle que regresara. Sin embargo se contuvo, solo para que su esposo aprendiera que no debía ocultarle información nunca más.
El joven se estremecio ligeramente cuando las manos de su esposa le acariciaron la mejilla con ternura y gentileza. Tímidamente levantó la mirada para encontrarse con los ojos de su esposa, lo que aumentó su sonrojo de inmediato. Mantuvieron el contacto visual por un rato, hasta que Mo Yang se inclinó y depositó un beso en la frente de su amado.
Shen Lian pareció brillar de la alegría al recibir mimos de su esposo. Sonrió visiblemente, mirando a su príncipe con todo el amor que sentía en la mirada. El amor que compartían era puro.
Mo Yang tomó al principito de manera gentil, tratando de no alterar a Shen Lian. Había oído que desde el día en que fue expulsado de su palacio, Shen Lian había desarrollado un apego inexplicable hacia su hijo por culpa de Wen Yanli. Aunque no comprendía bien, Mo Yang sabía que su esposa podría alterarse su le quitaba al principito descuidadamente.
Cuando tuvo el pequeño cuerpo cerca de su pecho, Mo Yang dejó otro beso en la frente de su esposa, y luego repitió el acto con su bello principito. Sus labios se llenaron de tinta, lo que no podía importarle menos.
—Esposa. ¿Por qué están cubiertos de tinta y por qué hay huellas en el pasillo?— preguntó Mo Yang.
Shen Lian se sonrojó otra vez, agachando la cabeza avergonzado de explicar la razón por la que ambos habían dejado un desastre en el palacio. A Mo Yang le pareció tierno, pero aún así quería una respuesta.
—Bueno…eh, estaba practicando mi caligrafía con el consejero Xin para escribir el nombre del principito— Shen Lian se mordió el labio para no reír.
—¿Y qué pasó luego?
—Ehm, Zhao Yuan trajo al principito al estudio así que lo cargué. Pero el consejero Xin no se dió cuenta, y cuando volteó a decirme cómo escribir "Ting" se sorprendió tanto que cayó sobre la mesa y derramó toda la tinta en nosotros— dijo con una leve sonrisa. —Luego el principito empezó a huir, y mientras Zhao Yuan intentaba ayudar al consejero Xin yo perseguí a nuestro hijo. Uh, así fue como terminamos aquí
Mo Yang visualizó lo que Shen Lian le contaba, y no pudo evitar reirse al imaginarse la cara consternada del consejero Xin. El anciano era demasiado rígido, así que era difícil pensar que causaría un accidente de tal magnitud.
Mirando a su juguetona esposa, Mo Yang negó con la cabeza antes de abrazarlo. Inhaló el aroma de su cabello, permitiéndose algo de relajación. Por el momento sólo iba a disfrutar de su esposa.
Esa misma noche, ya en su habitación, Shen Lian se quedó mirando el rostro de su esposo. El príncipe le devolvió la mirada, concentrado en memorizar cada esquina de su precioso rostro. Con Shen Lian a su lado, dormir sería tan fácil como usar una espada. Dejando de lado su timidez, Shen Lian se acurrucó contra el pecho de Mo Yang en busca de más calidez.
El príncipe sonrió. Ésta era la vida que nunca pensó que obtendría.
Y no dejaría que nada la dañara.
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La esposa del soberano. (BL)
De TodoShen Lian, primogénito de la noble familia Shen, fue criado en el campo junto a la sirvienta preferida de su padre. Ella lo crió como a su propio hijo, brindándole el amor y cariño en el que su familia jamás se interesó. Con el paso del tiempo, él e...