56: De regreso al palacio.

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El viaje de regreso al palacio fue agradable, con Shen Lian despidiéndose alegremente de todos los soldados que los habían vigilado y Mo Yang mirando mal a aquellos cuyos ojos se posaban en su esposa por demasiado tiempo. Nadie fue tan tonto cómo para corresponder los abrazos del joven Shen, pero eso no evitó que Mo Yang los fulminara con la mirada.

Después de una larga despedida que se extendió debido a Shen Lian, el carruaje que transportaba al principe y su esposa partió velozmente. Tenían la intención de llegar al palacio en pocas horas, ya que Shen Lian de repente había sentido un gran deseo de ver a su hijo otra vez. Extrañaba al principito en extremo, pues unos días sin él le hicieron extrañar en calor que emanaba de su pequeño cuerpo.

El asunto de los rebeldes había sido manejado por el principe poco después de su llegada al campamento. Resultó ser que ninguno de los rebeldes en el Imperio Sur había tenido contacto con Shen Fu o Qi Wei, así que la presencia del príncipe ya no era esencial.

A Shen Lian le habría gustado quedarse por más tiempo, pero el conflicto entre su esposo y el principe Zhao sólo parecía crecer con cada día. Siempre que se enfrentaban, Shen Lian tenía que intervenir para evitar que su esposo golpeara al principe. Era agotador, pero debía asegurarse de que su esposo no pusiera más tensión entre los dos Imperios ofendiendo al principe heredero del Sur.

—¿Esposo?— llamó Shen Lian con timidez.

—¿Hm?

—¿Recuerdas lo que sucedió cuando la señorita Qi me atacó?

—Sí— Mo Yang acarició el cabello de su esposa lentamente. —¿Por qué piensas en eso, esposa?

Shen Lian suspiró profundamente, moviendo sus ojos hacia el rostro de su esposo con lentitud. Sus labios formaron un puchero infantil de manera inconsciente a medida que un sentimiento agridulce florecía en su pecho.

—Solo…recordaba lo molesto que estabas, y lo mucho que me asustaste— murmuró distraído. —Pensé que estabas molesto conmigo. Pero en realidad estabas protegiéndome. Siempre me has protegido.

—Esposa, mi único propósito desde que te conocí ha sido protegerte.

—Ahora lo sé.

Con un suspiro, Shen Lian se dejó llevar por el recuerdo de lo que había sucedido. Aún podía recordar la vergüenza y frustración que sintió durante ese momento.

»Ante la falta de respuesta, Mo Yang frunció el entrecejo. Estaba enojado, no, furioso por lo que ocurrió con Qi Wei, y esa peligrosa furia estaba tratando de liberarse y destrozar a la maldita mujer que se atrevió a tocar a su Shen Lian.

Volvió a golpear la mesa, ésta vez respirando agitadamente. Su estallido sólo consiguió un chillido por parte de Shen Lian.

—¿Estás herido?— preguntó Mo Yang una vez pudo controlar sus emociones.

La sorpresa en Shen Lian fue tan grande que las palabras simplemente se escaparon de su mente. No pudo responder.

—¿ESTÁS HERIDO O NO?— preguntó el príncipe de nuevo, golpeando la mesa mientras gritaba.

—N-no— murmuró Shen Lian, mirando el suelo como si fuera muy interesante.

Mo Yang se tranquilizó un poco con la voz de Shen Lian. La suavidad de ésta le brindó cierta calma a sus agitadas emociones. No duró mucho, pues solo ver el estado de su túnica lo llenó de ira una vez más.

—Quítate la ropa.

—¿E-eh? ¿¡Por qué!?

—Shen Lian— el tono de Mo Yang no dejaba lugar para discusiones— Obedece.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora