16: Si quieres llorar, estaré ahí para abrazarte.

3.3K 575 42
                                    

Estaba molesto. Mo Yang definitivamente estaba molesto.

Shen Lian podía sentirlo cada vez que oía al príncipe gruñir o sentía que el agarre sobre sus rodillas se apretaba. Sentía el enojo del príncipe con perfecta claridad, pero no quería comentar algo por temor a recibir la ira del príncipe. Tenía mucho miedo, y no se creía capaz de soportar a un enojado Mo Yang.

La escena se repetía en su mente una y otra vez, y aún así la vergüenza no desaparecía. Qi Wei lo había humillado frente a los sirvientes, deshaciéndose de su ropa sin pudor alguno. Dolía pensar en ello.

Sus brillantes ojos se llenaron de lágrimas mientras recordaba todo lo que había pasado en tan solo unos minutos. Se sentía inútil por no haberse defendido de la señorita Qi cuando pudo. Además, se culpaba a sí mismo por no detenerla antes de que lo avergonzara. De nuevo, le había causado molestias innecesarias a Mo Yang con su incapacidad de defenderse. Incluso tras haber entrenado por varios días, dejó que una mujer lo reduciera a un muchacho débil.

Sin ser consciente de ello, sus pequeños dedos se aferraron a la ropa de Mo Yang. Sollozando contra la tela de color escarlata, Shen Lian empezó a pedir disculpas en susurros. Pensaba que el príncipe se enojaría con él por esperar a que lo rescatara en lugar de defenderse.

El príncipe no había pronunciado ni una palabra desde que empezó a alejarse del patio perteneciente a Qi Wei, sólo lo oía murmurar cosas de vez en cuando, mas no alcanzaba a comprender qué decía exactamente. A Shen Lian le preocupaba el silencio, pues lo interpretaba como un modo de contener el enojo.

Mo Yang lo llevó a su habitación, pasando frente a la de Shen Lian con indiferencia. La manera en la que cubría al joven con su propia túnica hacía que la figura de ambos se fusionara en una sola.

Se las arregló para abrir la puerta sin bajar a Shen Lian, y al atravesarla dejó al muchacho sentado sobre una mesa de madera que se encontraba en el centro de la habitación. El joven Shen bajó la mirada al suelo, aislándose de su alrededor y fijándose en los detalles del piso. Parecía dedicado a ignorar los movimientos del príncipe, aunque en realidad era consciente de cada paso que daba Mo Yang frente a él. Por la fuerza con la que caminaba, el piso entero temblaba siguiendo sus pasos.

Ninguno habló por un rato. El único sonido que se oía en la inmensa habitación eran los sollozos de Shen Lian y las fuertes pisadas de Mo Yang. Cada uno estaba concentrado en sus propios pensamientos, así que no le prestaron mucha atención al otro durante los primeros minutos. Luego, de la nada, Mo Yang soltó un grito iracundo y golpeó la mesa en la que se encontraba Shen Lian, sus manos a cada lado del delicado cuerpo. Shen Lian tembló de miedo al sentir la vibración producida por el duro golpe, pero se mantuvo callado.

Ante la falta de respuesta, Mo Yang frunció el entrecejo. Estaba enojado, no, furioso por lo que ocurrió con Qi Wei, y esa peligrosa furia estaba tratando de liberarse y destrozar a la maldita mujer que se atrevió a tocar a su Shen Lian.

Volvió a golpear la mesa, ésta vez respirando agitadamente. Su estallido sólo consiguió un chillido por parte de Shen Lian.

—¿Estás herido?— preguntó Mo Yang una vez pudo controlar sus emociones.

La sorpresa en Shen Lian fue tan grande que las palabras simplemente se escaparon de su mente. No pudo responder.

—¿ESTÁS HERIDO O NO?— preguntó el príncipe de nuevo, golpeando la mesa mientras gritaba.

—N-no— murmuró Shen Lian, mirando el suelo como si fuera muy interesante.

Mo Yang se tranquilizó un poco con la voz de Shen Lian. La suavidad de ésta le brindó cierta calma a sus agitadas emociones. No duró mucho, pues solo ver el estado de su túnica lo llenó de ira una vez más.

—Quítate la ropa.

—¿E-eh? ¿¡Por qué!?

—Shen Lian— el tono de Mo Yang no dejaba lugar para discusiones— Obedece.

—Señor Mo— la voz del joven se quebró al final de su oración.

Mo Yang se acercó tanto a Shen Lian que sus respiraciones se mezclaban entre sí, y el calor de sus cuerpos era percibido por el otro sin dificultad.

—Quítate la ropa, Shen Lian.

El tierno muchacho se vio obligado a obedecer las órdenes del príncipe por temor a ser castigado si no lo hacía. Reunió el valor para hacerlo antes de realizar lo que consideraba

Empezó lentamente a deshacerse de la túnica exterior, sus manos temblando a medida que iba retirando más y más tela. La tarea se le dificultó mucho debido a lo arruinada que estaba su ropa tras los ataques de las sirvientas de Qi Wei, pero de igual manera tuvo que encontrar la forma de hacerlo. Por la posición en la que estaba, sentado y con Mo parado frente, primero deslizó la tela por sus hombros y la bajó lo más que pudo, tratando de colocarla sobre la mesa. Luego, procedió a removerse la segunda capa de ropa, repitiendo el proceso. Cuando la túnica bajo por sus hombros, éstos fueron expuestos por completo, su piel clara como la leche. La tela fue bajando hasta dejar su pecho desnudo. Desde allí, sus movimientos perdieron la velocidad y se detuvo con nerviosismo. Sus cálidos ojos de alejaron del suelo para fijarse en el rostro de su futuro esposo.

—S-señor Mo, no p-puedo.

Sintiendo el estrés de Shen Lian, el príncipe suspiró de un modo agresivo.  Incluso si estaba enojado, no había razón para que desquitara toda su ira en alguien tan inocente cómo su prometido, quién ahora debía ser consolado y no aterrorizado por su prometido.

Mo Yang se quitó la túnica exterior y la envolvió alrededor de Shen Lian para cubrirlo apropiadamente. Dada la diferencia entre ambos, la ropa de Mo Yang era demasiado grande para el pequeño y femenino cuerpo de Shen Lian. Las mangas cubrían sus manos completamente, u a pesar de que estaba sentado, la tela llegaba hasta más allá de sus pies.

La imagen era bastante cómica, pero ninguno de los dos se percató de ese detalle. Ambos se encontraron a sí mismos apreciando la cercanía del otro más de lo que debían.

Shen Lian apartó la mirada primero, porque no podía lidiar con la intensidad en los ojos del príncipe, quién siguió mirándolo después. El joven sintió que empezaría a llorar otra vez, así que se mordió el labio para no molestar al príncipe con su llanto.

—No hagas eso— susurró Mo Yang, con una suavidad que era extraña viniendo de él.

—¿Uh?— Shen Lian, como siempre, estaba confundido.

—Si quieres llorar, estaré ahí para abrazarte. Si quieres gritar, estaré ahí para oírte. Y si tan sólo quieres permanecer callado, estaré ahí hasta que quieras hablarme.

—¿Señor Mo?

—No volveré a dejar que te lastimen— murmuró Mo Yang, voz tan baja que su prometido no captó sus palabras.

—¿Qué dijo?

No recibió una respuesta, al menos no una verbal. En lugar de eso, se sorprendió al sentir unos fuertes brazos cerrarse a su alrededor en un tranquilizante abrazo.

Shen Lian nunca pensó que el príncipe sería tan amable con él. Pero allí estaba, cuidandolo como si fueran amigos cercanos. En realidad, se le olvidó el pequeño hecho de que ellos eran una pareja. No lo sabían, pero eran una pareja, como cualquier otra. Esposo y esposa. Mo Yang y Shen Lian.

Pasaron un largo así, con Shen Lian dejando salir sus lágrimas en la ropa de Mo Yang, mientras el príncipe se mantenía abrazándolo con fuerza. Se olvidaron de todos los demás, perdidos en su breve momento.

Cuando dejó de llorar, el muchacho se avergonzó por haber manchado las túnicas de Mo Yang con sus lágrimas saladas. Iba a pedirle disculpas, cosa que no logró hacer gracias a las acciones del príncipe. Mo Yang acarició las mejillas de Shen Lian con gentileza, limpiando los rastros de lágrimas mientras lo hacía. Ante las atenciones, el joven Shen se sonrojó de inmediato, su mente viajando a la conversación con el emperador. Lo llevó a preguntarse si Mo Yang sería tan gentil en la noche de su boda.

La respuesta a esa pregunta no era negativa ni positiva. Tal vez una combinación de ambos.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora