La vida de Mo Yang era simple y monótona. Uno incluso podría decir que era aburrida.
Desde la niñez, tuvo que hacerse cargo de todos los problemas que surgían en la casa familiar sólo por tener un ingenio mayor al de los demás. Creció con una perpetua expresión de indiferencia que, a pesar de haber preocupado a sus padres inicialmente, terminó convirtiéndose en algo común. Nadie tenía el valor de corregirlo o decir algo sobre su rostro, pues temían causar la ira del emperador si ofendian a su único sobrino.
Mientras crecía, se hizo bastante obvio que había sido bendecido con un rostro atractivo y una habilidad para la lucha sin precedentes. A la edad de doce, ya había derrotado a cada uno de los instructores del palacio. También había vencido a sus maestros en debates, exámenes y preparaciones médicas. Tenía todas las habilidades que un hombre pudiera tener, y además, contaba con la apariencia más envidiada de todo el imperio.
Cuando alcanzó la adultez, se ganó un apodo por la ropa que siempre vestía. Una túnica roja. De allí nació su título, el cual nunca se molestó en cambiar después.
Con la reputación llegaron las propuestas de matrimonio, de las cuales todas fueron rechazadas tan pronto como las recibió. No estaba en sus planes casarse, ya que ni siquiera podía concebir los sentimientos más comunes como tristeza o alegría. Su única emoción era el enojo, una que no habría favorecido a ninguna de sus esposas.
Luego, cuando recibió la noticia de que una mujer le pedía llevarse a su hijo, fue imposible no sentir curiosidad lo primera vez. Aunque él no había tenido una madre demasiado amorosa, aún sabía que la mayoría estaría dispuesta a morir por el bien de sus hijos. Con eso en mente, visitó la diminuta cabaña de Wen Yanli para descubrir qué empujó a una madre tan buena como ella a enviar lejos a su único hijo.
Yanli fue muy amable con él. Más de lo que alguna otra persona lo había sido jamás. Ella no lo trataba bien para ganarse el favor del emperador, sólo lo hacía porque así era ella. Un alma gentil y cariñosa.
Mo Yang decidió que ayudaría a esa mujer. Pero antes, quiso conocer al muchacho que supuestamente debía aceptar dentro de su ejército. Siguiendo las instrucciones de Wen Yanli, terminó en el bosque, ensuciando su túnica luego de atascarse con las ramas sobresalientes de los árboles.
Finalmente alcanzó el lugar que buscaba, y allí, vio por primera vez a la persona que robaría su corazón sin siquiera notarlo. En medio del lodo, sucio y con hojas en su cabello, Shen Lian parecía un ser demasiado perfecto para existir. Su rostro tenía un peculiar aire de inocencia que Mo Yang jamás había presenciado en alguien del palacio.
Su corazón se detuvo, para segundos después empezar a latir con tanta fuerza que podía sentirlo golpear su cavidad torácica. Pum, pum, pum, pum. No podía respirar correctamente, no cuando tenía a la razón de su existencia frente a él. Shen Lian. Desde ese momento supo que el nombre de grabaría en su memoria por siempre.
El príncipe permaneció horas allí, mirando con curiosidad al joven chico que descuidadamente jugaba con los animales del bosque. Su brillante presencia dejó una impresión en Mo Yang.
Él regresó al palacio después, pero no podía dejar de pensar en ese hermoso muchacho de ojos inocentes y sonrisas bellas. Quería tenerlo a su lado. Quería, por sobre todo lo demás, ser el único que pudiera observar sus sonrojos. Todo en Shen Lian le parecía hermoso. Y juró que no descansaría hasta poder tener a ese muchacho entre sus brazos.
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Ahora estaba casado con su hermoso muchacho del bosque. Tendría un hijo pronto, y se había ganado el amor de Shen Lian. Podría decir que era feliz. Lo era, en verdad. Pero aún sentía cierta molestia en el pecho cuando miraba a su esposa.
—¡Señor Mo!
De todas formas lo ignoraría. Él sabía que Shen Lian lo amaba, incluso si él muchacho fuera incapaz de decírselo. Sólo le molestaba porque quería oírlo al menos una vez.
—¡Señor Mo, venga rápido!— oyó el grito de Shen Lian y se apresuró en regresar a la habitación.
El príncipe entró a su habitación con prisa, esperando encontrarse con un escenario negativo. Sin embargo, fue recibido por la brillante sonrisa de su esposa. Su vientre, ya abultado después de dos meses, sobresalía entre sus túnicas claras. Tenía las mejillas hinchadas y su cuerpo estaba más grueso de lo usual.
Mo Yang adoraba ver a su esposa así. Su pequeño Shen Lian. Llevando a su heredero en el vientre. Era tan hermoso que le costaba mucho no molestarlo.
—¿Qué sucede, esposa?
—¡Venga rápido, señor Mo!— repitió Shen Lian con emoción, haciéndole señas para que se acercara.
Con diversión, el príncipe se acercó a su esposa.
Se sentó junto a Shen Lian en la cama, tomando la mano de su esposa en la suya. Sus ojos se quedaron en el bulto de su estómago por unos segundos antes de viajar hacia su rostro.
—¿Qué sucede?— preguntó Mo Yang.
—¡El principito está moviéndose! Mire.
Shen Lian colocó la mano del príncipe sobre su relleno abdomen, y esperó con una expresión ansiosa a qué sintiera los movimientos.
Varios segundos después, Mo Yang sintió un ligero movimiento bajo la palma de su mano. Apenas podía percibirse, pero estaba allí. Ahí, su hijo se movía, respondiendo al toque de su padre.
—¿Lo siente? Se está moviendo.
—Hmm.
—¡Es nuestro bebé! ¡Señor Mo, tendremos un hijo!
Y puede que el príncipe haya sentido la necesidad de sonreir en ese momento, pero, honestamente, no tenía ni idea de cómo hacerlo. Así como Shen Lian no sabía decirle que lo amaba, él era incapaz de demostrarle a su esposa lo mucho que alegraba su vida.
Mo Yang observó su mano, la que tenía sobre el vientre de Shen Lian. Había una diferencia tan grande entre él y su dulce esposa. El príncipe era brusco, mientras que todo en Shen Lian parecía gentil. Lo amaba. Demasiado.
¿Cómo podría alguien odiar a ese muchacho? Shen Lian era… especial. De ese modo inexplicable en el que realmente no había palabras para expresar.
Mo Yang sabía que su vida nunca sería fácil, no siendo el príncipe heredero. Sin embargo, tal vez todo estaría mejor si tenía a una esposa como Shen Lian.
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La esposa del soberano. (BL)
RandomShen Lian, primogénito de la noble familia Shen, fue criado en el campo junto a la sirvienta preferida de su padre. Ella lo crió como a su propio hijo, brindándole el amor y cariño en el que su familia jamás se interesó. Con el paso del tiempo, él e...