El palacio era un desastre.
Desde que las invitaciones salieron, día tras día llegaban mensajeros anunciando la asistente de la familia noble a la que servían. Era un ritual completamente innecesario y fuera de las tradiciones, pero cada familia noble quería ganarse el favor del emperador fingiendo entusiasmo por la boda del príncipe y su esposa masculina, cuando en realidad, la idea les parecía de lo más escandalosa.
Un joven sirviente recorría los pasillos del palacio con prisa, su cabello arreglado en un moño desordenado y su túnica sucia. El hombre al que servía lo había enviado a recibir a sus amigos cercanos, mas lo había hecho sólo segundos antes de que llegaran. No culpaba a su joven señor señor, pues el chico era tan despistado que podría olvidarse de su propio nombre si encontraba una distracción relevante. La relación entre señor y sirviente había pasado a ser una amistad gracias a la amable personalidad del joven señor, quién hasta hace poco había tenido el estatus de un campesino.
El joven sirviente era Zhao Yuan, corriendo para evitar que los guardias imperiales le impidieran el paso a los soldados del príncipe que se habían convertido en los amigos de Shen Lian. Su pobre señor (Shen Lian) aún estaba alterado por los hechos del día anterior, así que se había recluido a la seguridad de su habitación, obviamente con un considerable número de guardias apostados en la puerta por órdenes del príncipe. Sentía tanta ira por lo que hizo Qi Wei que estuvo a punto de saltar a golpearla sin pensar en las consecuencias. Para su fortuna, Mo Yang lo detuvo y lo encargó de dar la orden para asesinar a los sirvientes de la señorita Qi.
Al ver la posición del sol, aceleró sus pasos para llegar a la entrada del palacio a tiempo. Estaba seguro de que los guardias no dejarían a los soldados sin que alguien diera la orden.
Fue sencillo para Zhao Yuan aprovecharse de los espacios vacíos que nadie conocía en el palacio para alcanzar el lugar que quería. Cómo pensó, ahí estaban los cinco soldados que Shen Lian le había describido cuando hablaron sobre su estadía en el campamento de Mo Yang. Todos eran hermosos, pero su actitud y su postura parecía la de unos salvajes maleducados. Entre todos, había uno que resaltaba en medio de los demás por su altura.
No le importó mucho. Él estaba ahí por una razón, y esa razón no era llevarse bien con hombres a los que seguramente no volvería a ver en su vida.
—Guardias, éstos hombres son los invitados del príncipe. Déjenlos pasar.— habló mientras se acercaba a la entrada.
Con una ligera inclinación de su cabeza, el guardia aceptó su orden y le dió la señal a sus hombres para que los dejaran entrar.
Sin más indicación que un movimiento de su cabeza, Zhao Yuan regresó por el camino del que había venido, esperando que los soldados tuvieran el intelecto suficiente para entender que debían seguirlo. Para suerte del joven sirviente, los soldados sí fueron capaces de interpretar su gesto y se amontonaron detrás de él.
La paciencia de Zhao Yuan era poca. Con Shen Lian se comportaba de manera amable porque le tenía mucho aprecio, pero usualmente no sentía la necesidad de ser más que eficiente, por lo que se mantenía en silencio siempre que podía hacerlo. Antes de Shen Lian sólo hablaba cuando alguien en el palacio se lo pedía, ni siquiera tenía conversaciones con los otros sirvientes por su falta de entusiasmo.
A sus oídos llegaba parte de las conversaciones entre los soldados, y aunque sólo podía entender algunas palabras, era obvio que la conversación giraba en torno a él. Prefirió ignorar los comentarios poco apropiados sobre su cuerpo que captó, completamente enfocado en su tarea actual.
Sus puños se apretaron al sentir la mirada de aquellos salvajes (así los veía) sobre su cuerpo. No tenía la figura femenina de Shen Lian, pero no dejaba de ser atractiva para los demás. Y claro, la ropa de sirviente no lo favorecía tanto como lo hacían las caras túnicas de Shen Lian.
Internamente rogó para que los salvajes no hicieran ningún intento por acercarse a él. Estaba seguro de que si lo hacían su respuesta sería de todo menos amable o respetuosa.
Sus plegarias resultaron ser un gran fracaso.
—Disculpe, hermoso joven— habló el más alto con una sonrisa— ¿Puedo saber cuál es su nombre?
Lo ignoró con tanta facilidad que hasta él mismo se sorprendió de su rudeza. Sus pasos no flaquearon en ningún momento, sólo siguió avanzando hacia las habitaciones que el príncipe había arreglado para los soldados.
Al parecer los soldados, o al menos ese soldado, no tenían intención de rendirse. Pronto oyó su voz de nuevo, tentandolo a lanzarle un golpe.
—Veo que eres muy callado. Al menos dime tu nombre.
—Por favor absténgase de dirigirme la palabra— pidió Zhao Yuan, utilizando un tono de voz indiferente.
—Ah, entonces sí hablas— esa molesta voz parecía burlarse de él— Me llamo Yin Jun, soy uno de los valientes soldados del príncipe. Éstos son mis amigos: Ip Chung, Bai Rulan, Zhan Nian y Qing Huong.
—Lo sé— fue lo único que dijo.
—Inteligente y hermoso, una muy atractiva combinación.
Zhao Yuan ya estaba pensando en múltiples maneras de asesinar a Yin Jun sin que su señor lo notara. No disfrutaba ser tratado como una mujer.
Podía oír las risas de los soldados a sus espaldas, dándole ánimos para seguir con aquella estupidez. Decidió ignorarlos, porque no sabía hasta donde llegaba su paciencia para lidiar con comentarios innecesarios. Continuó guiandolos por el inmenso palacio, girando cuando lo necesitaba e inclinándose ante quiénes requerían de dicho reconocimiento. No se perdió las exclamaciones del fastidioso soldado cada vez que hacía una reverencia.
Llegando a las habitaciones asignadas, Zhao Yuan se encontró frente a frente con el príncipe, que venía arrastrando a una andrajosa y sucia Qi Wei. La hermosa señorita estaba cubierto de barro, y su rostro tenía marcas de haber sido abofeteada múltiples veces. Su aspecto era tan horrible que el joven sirviente no pudo contener la sonrisa en sus labios.
Sonriente, presentó sus saludos al príncipe de manera respetuosa y le dedicó una mirada llena de odio y burla descarada a Qi Wei. Tuvo la fuerza suficiente para no reírse de aquella patética mujer, aunque sus ojos demostraron todo lo que sentía hacia ella.
Finalizado el pequeño intercambio, prosiguió con su tarea de llevar a los soldados a sus respectivas habitaciones, dejando a cada uno en la habitación que le pertenecía. Primero fue Zhan Nian, quién se despidió tímidamente antes de entrar. Después, dejó a Ip Chung, sin detenerse a ver su despedida. Pasó dejando a Bai Rulan y Qing Huong, cuyas habitaciones estaban cerca. Como si fuera una broma del destino, el último en quedarse con él fue Yin Jun, el irritante, odioso y estúpido soldado.
—Esta es su habitación— anunció al detenerse frente a la puerta— Me retiro ahora.
Cuando hizo el intento de irse, una mano sostuvo su muñeca, impidiendo que realizara cualquier movimiento.
Su mirada se oscureció, posándose sobre el brazo de Yin Jun que estaba tocandolo. Sacudió su mano para librarse del agarre, pero terminó siendo jalado en un abrazo bastante incómodo para él. Yin Jun puso sus brazos alrededor de la cintura de Zhao Yuan, atrayendo el delgado cuerpo hacia sí mismo.
El sirviente se quedó quieto, por su mente pasaban diversas maneras de golpear a ese odioso soldado.
—Te pediré que me sueltes ahora, y si no lo haces, te arrepentirás.
—No creo que puedas vencerme— murmuró el soldado, totalmente equivocado.
Agraciadamente, Zhao Yuan se las arregló para no solo liberarse sino también volcar al insoportable soldado al suelo. Yin Jun solo pudo soltar un chillido poco masculino antes de que su cuerpo se estrellara contra el duro suelo de piedra. La fuerza del golpe le sacó todo el aire, además de causarle un tremendo dolor en el área de la espalda.
Contento con el resultado, Zhao Yuan se fue del lugar, dejando a un muy adolorido y avergonzado Yin Jun tratando de recuperar algo de cara.
Bai Rulan, Ip Chung, Qing Huong y Zhan Nian salieron de su escondite y se acercaron a su amigo. Los cuatro intercambiaron una mirada llena de complicidad para luego empezar a burlarse descaradamente de su amigo.
Yin Jun los ignoró, pues sus pensamientos estaban consumidos por aquel peculiar sirviente cuyo nombre aún desconocía. Tal vez la boda de Shen Lian no sería la única.
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La esposa del soberano. (BL)
LosoweShen Lian, primogénito de la noble familia Shen, fue criado en el campo junto a la sirvienta preferida de su padre. Ella lo crió como a su propio hijo, brindándole el amor y cariño en el que su familia jamás se interesó. Con el paso del tiempo, él e...