7: La pareja real... ¿Eso es un látigo?

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El pueblo en realidad era la capital, pero el emperador le restaba importancia siempre que enviaba a su sobrino.

Mo Yang tenía un carruaje que se utilizaba sólo cuando el lo pedía. Ni siquiera él emperador tenía permitido usarlo sin su permiso, y muchos lo consideraban su más preciada posesión luego de su espada.

Shen Lian no sabía eso, así que no le dió mucha importancia cuando el príncipe lo invitó a dar un paseo por el pueblo en ese carruaje. No le prestó atención a las miradas que recibía por parte de los sirvientes y plebeyos que pasaban en su camino. Atribuyó toda la atención a el hecho de que estaba en compañía del príncipe. Y también concluyó en que era poco común ver al príncipe fuera de su castillo.

El camino de ida fue sencillo y sin mayores problemas más que el ocasional bache en el camino. El clima era cálido, pero no tanto como para ser asfixiante, y podía decirse que el día era perfecto para una visita breve como ésa. Shen Lian iba callado, haciendo de toda su fuerza interna para resistir el impulso de entablar una conversación con Mo Yang. De vez en cuando lo miraba, sólo para apartar la mirada segundos después.

Había un ambiente incómodo entre los dos varones. Por un lado estaba el adolescente que no soportaba la frialdad, y por el otro estaba el príncipe cuyo rostro no demostraba ni siquiera una emoción. De verdad que nadie se imaginaria la relación entre aquellos dos.

El príncipe parecía de buen humor ese día, ya que no se mostró molesto cuando Shen Lian se apoyó sobre su hombro. Fue un movimiento inconsciente del muchacho, pero aún así se avergonzó luego de notar lo que había hecho.

Se disculpó innumerables veces, obteniendo como única respuesta una breve oración.

—No me molesta.

Mo Yang era intimidante. Sólo con tres palabras logró hacer que Shen Lian temblara de preocupación. Sí, de preocupación. El joven esperaba que fuera de preocupación.

Cuando llegaron al pueblo, Mo Yang asignó tres guardias imperiales para que cuidaran a Shen Lian mientras resolvía la tarea que le dejó su tío. Aunque Shen Lian se opuso, diciendo que no quería ser una molestia, el príncipe no fue convencido por sus suaves palabras.

Así de simple, Shen Lian terminó rodeado por los tres soldados mientras caminaba las calles donde había vivido días atrás. Ver el estado del lugar y compararlo con los lujos del palacio le hizo sentir que estaba en deuda con el emperador y su sobrino, quiénes lo recibieron con tanta amabilidad en su palacio. Tomó la decisión de agradecerles cuando regresara al palacio. Por el tiempo que estuvo ahí, sólo observó cómo había tanta vida en un lugar como ese.  Tantas personas iban y venían, enfocados únicamente en sus propios asuntos mundanos.

El momento más importante de esa mañana fue cuando vio a una mujer con su hijo. El niño se reía, seguramente de algo que dijo su madre, y la mujer sólo lo observaba con media sonrisa. No había necesidad de palabras, pues el amor que brillaba en sus ojos era suficiente para saber que ese niño pequeño era lo que más amaba en el mundo.

Shen Lian no fue capaz de contener las lágrimas ante esa imágen tan conmovedora que en algún otro tiempo le habría brindado alegría. No era justo que él perdiera a su madre de una forma tan repentina, y que ese niño tuviera a la suya junto a él, amándolo tanto que dolía. Era un pensamiento infantil y egoísta del que luego se arrepentiría, pero no le gustó ver la sonrisa cegadora de ese niño. ¿Por qué él sí podía disfrutar del amor materno mientras Shen Lian sólo podía alegrarse con el recuerdo de lo que fue alguna vez? ¿Por qué?

Shen Lian no se percató hasta varios minutos después de que el príncipe lo había estado observando desde hacía un rato. Para cuándo lo hizo, Mo Yang ya se había dado la vuelta, dejándolo con preguntas.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora