69: Tengamos una charla.

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Habían muchas cosas que la gente sabía de Shen Lian. Sabían que era amable. Sabían que era humilde, tal vez la persiana más humilde del imperio a pesar de su actual situación. Sabían que nadie poseía una sonrisa tan brillante como la suya. Sabían que era adorable, tanto en aspecto como en personalidad. Sabían que era terriblemente sentimental, y que podría ponerse a llorar si alguien lo ofendia. También sabían, gracias a los rumores, que era la persona menos agresiva de la historia.

Lo que nadie sabía era que Shen Lian podía ser gentil y amable, pero que ante cualquier amenaza era capaz de convertirse en una persona despiadado. Hasta ahora, no había tenido la oportunidad de demostrar cuán agresivo podía llegar a ser si alguien se metía con su familia. Debido a que siempre terminaba siendo protegido por su esposo o alguien más, Shen Lian siempre contenía sus impulsos violentos en lugar de mostrarlos. Nadie, incluído su esposo, se imaginaba la extensión de su odio.

Shen Lian estuvo presente cuando arreastraron a Qi Wei hasta el calabozo, escuchó los gritos y maldiciones furiosas que lanzó la una vez hermosa mujer mientras los soldados cargaban su cuerpo lleno de cicatrices. Al joven Shen no le importó en lo más mínimo ver la desfiguración en su rostro, aunque no la había visto antes. Recordaba que su esposo había castigado a Qi Wei, mas no estaba enterado de los detalles. Cuando vio las marcas de quemadura por cuero en su rostro, Shen Lian entendió que su esposo de verdad resentia a Qi Wei por lo que le hizo antes de su boda.

Ahora Shen Lian era libre de hacer lo que quisiera. Podía hablar con Qi Wei o dejar que la petición de aquella mujer se convirtiera en polvo junto a ella. Finalmente, tras mucha consideración, Shen Lian decidió que podía escucharla por última vez y decirle todo lo que había guardado durante meses.

Mientras bajaba hacia el calabozo con una expresión normal, Shen Lian sintió una extraña emoción al recordar la primera vez que habló con Qi Wei. Claramente recordaba que ella lo había humillado con palabras, cuestionando tanto su integridad como sus motivos para estar en el palacio. Sus palabras lo habían hecho sentir como una escoria, porque en ese entonces se preguntaba si era correcto para él casarse con el príncipe.

Shen Lian lloró mucho después de eso, pero Mo Yang estuvo ahí para reconfortarlo cuando se sintió mal. El príncipe fue demasiado comprensivo con él, incluso cuando Shen Lian dudaba de sí mismo.

Los pasos de Shen Lian eran el único sonido en el interior del calabozo. Los prisioneros, entre ellos Shen Fu y los rebeldes, detuvieron todas sus conversaciones al oír los pasos del joven Shen resonar contra el granito del suelo. Para su sorpresa, Shen Lian les dedicó una sonrisa a todos mientras pasaba junto a sus celdas oscuras. Su expresión parecía completamente distante a la usual inocencia que emanaba.

Había mucha oscuridad en los calabozos. Tanta que la única fuente de luz dentro de esos estrechos pasillos provenía de una antorcha que llevaba el guardia siguiéndolo. En la pura oscuridad, el rostro de Shen Lian lucía terrorífica. La sonrisa en sus labios no disminuyó, ni siquiera cuando se detuvo frente a la celda de Qi Wei.

El joven Shen se apoyó en los barrotes de la celda mientras el guardia terminaba de abrir la cerradura. Vestía una túnica sencilla, adornada con el diseño de un fénix apenas visible en su abdomen. Su cabello estaba recogido parcialmente, la mitad cayendo hacia el frente por sus hombros de una manera descuidada que solo añadía a su encanto. Como siempre, su aspecto era el más hermoso.

Shen Lian entró a la celda, no sin antes darle una sonrisa de agradecimiento al guardia que lo vigilaba. Se volteó, aún sonriendo, y tomó asiento en una silla que habían puesto allí específicamente para él. Esperó, con las manos sobre su regazo, a que Qi Wei mostrara su cara.

Arrastrándose por el suelo, Qi Wei enfrentó a Shen Lian con una mirada llena de odio que habría hecho temblar a cualquiera. Shen Lian, sin embargo, permaneció inalterado. Si la mujer solo quería asustarlo, iba a fallar muy rápido. Éste Shen Lian no era el mismo que se había puesto a llorar tras ser insultado. Shen Lian había atravesado demasiado como para derrumbarse frente a una mujer cuya única arma eran sus palabras. Ya no era débil.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora