II/II (30) - "Madame Rousè"

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En la ciudad del amor, la cegadora presencia de las luces artificiales provocaba que el cielo nocturno luciera más oscuro y las estrellas presumieran un brillo digno de sentarse a apreciar, haciéndoles compañía a la imponente luna, cuya mirada soberbia se desplazaba a través de los rostros de cada par de enamorados que paseaban en la vía pública tomados de la mano; envidiosa, resentida; con una intención amarga oculta entre los hoyuelos de su pálido rostro, pues a pesar de tener una infinidad de astros aparentemente cerca, la realidad es que se encontraba sola; vagando en el inmenso universo en busca de un propósito; de un motivo que le recordara el valor de su existencia; de otro ser tan imperfecto y repleto de huecos como sólo lo era ella.

Buscaba eso que Liam había hallado, y que jamás se permitiría dejar ir.

Aquella noche, ante la codiciosa luna, selló una promesa eterna junto al querubín de piel dorada que sin previo aviso se convirtió en el centro de su vano mundo.

Estuvieron un largo rato abrazados en medio de la concurrida plaza, encerrados en una burbuja de imperturbable quietud; sintiendo el calor ajeno, aferrados al sincrónico retumbar de sus jóvenes corazones y la pureza de sus efímeras almas; ignorantes al ruido, a la fría brisa... Únicamente se trataba de ellos dos; del inocente amor que ambos compartían.

Zayn se sentía a salvo entre sus brazos fuertes, como si fuera capaz de pelear contra cualquier cosa, incluso las siniestras pesadillas que lo despojaban del sueño durante la madrugada.

"¿Vamos por algo de cenar?" la suave invitación del castaño desvaneció el íntimo momento poco a poco. Los ojos claros se posaron sobre él, reflejando un notorio rechazo ante la idea de romper la cercanía. A pesar de ello, cedió sin oposición alguna.

Con una mano grande firmemente sujeta a la suya, el moreno anduvo por las calles parisinas y luego de mucho recorrer, se detuvieron ante la entrada de un lujoso restaurante, cuyo nombre era...

Una sonrisa cargada de picardía se dibujó en el semblante del hombre que lo acompañaba.

"¿Qué pasa?" le cuestionó como el que no se ha enterado de nada "¿No me dijiste que querías venir aquí cuando te invité a salir por primera vez?"

Zayn se encontró luchando consigo mismo, en su mejor intento para asimilar lo que estaba presenciando sin tener una crisis existencial en el proceso.

"¿Cómo es humanamente posible que hayas recordado algo tan irrelevante cuando olvidas bajar la tapa del retrete después de mear?" comentó adoptando el papel perfecto de ofendido y provocando que el castaño echara una buena carcajada "Deja de burlarte, lo último que pensé era que realmente me traerías aquí... Creí que había inventado ese nombre."

Cuando pudo calmarse, Liam lo observó con una satisfacción casi presuntuosa. La manera en que sus pupilas parecían opacar la luz de la mismísima luna en cierto sentido lo hacía sentir como si hubiera perdido... Y es que si se detenía a echar un vistazo seis meses atrás, la realidad era esa.

El grandulón desvergonzado que en un principio aparentemente se había acercado con intenciones de burlarse de él, terminó logrando su cometido. Persistió mil veces; a pesar de los rechazos constantes, jamás desistió; aún cuando se rehusó a entregar su corazón, al final no le quedó otra escapatoria que ceder ante él y dejarse amar por ese idiota.

"¿Planeas quedarte toda la noche viendo el letrero desde afuera?"

Tres horas después, Zayn terminó tan lleno que juró escuchar el cantar de los ángeles guiándolo hacia el cielo. Su novio enloqueció, pidiendo un montón de platillos del menú que nunca había probado, o siquiera pensado que existían. Pretendió detenerse en la segunda ronda, pero el aroma y la exquisita sazón de la comida sólo lo impulsaban a comer cada vez más.

Daisy flowers  [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora