Zayn estuvo en el hospital durante cuatro días, entubado en una camilla dura, comiendo más de lo que solía hacerlo, inyectado a sueros nutricionales y tomando vitaminas cada ocho horas.
Liam no se despegó de su lado en ningún instante. Cuando le echaba mala cara a los vegetales de su plato o soltaba el cubierto con desgana, él se hacía un espacio en el borde de la camilla y a ley de súplicas e incentivos, conseguía que se llenara el estómago debidamente. Como compensación le plantaba un pequeño beso en los labios, diciéndole que era un buen chico, a lo que Zayn ponía una mueca de disgusto en el rostro, y con las mejillas teñidas de un suave tono rosáceo, le gruñía que cerrara la boca.
De igual manera, Louis estuvo cerca, aunque regresaba a casa cada noche al concluir el horario de visitas. Fuera de eso, se negó a apartarse de su amigo y mantuvo al hombre de manos escurridizas completamente vigilado, recordándole que era capaz de esterilizarlo de una patada si realizaba algún movimiento riesgoso con él presente.
El día en que fue dado de alta, el médico le entregó una inmensa lista de especificaciones que debía seguir a raya, respecto a sus hábitos alimenticios, a sus horas de descanso y, como era de esperarse, le prohibió expresamente que retomara su vida laboral hasta notar mejoras considerables en su salud.
Incapaz de contradecirlo, Zayn renunció a su trabajo en la cafetería y se quedó encerrado en su departamento, aburrido cual tronco, esclavo de su extensa medicación, viendo las nubes flotar en el brumoso cielo de Londres y las horas morir en el reloj... Eso solía hacer cuando no estaba enviándole mensajes a Liam, quien negado a mantenerse incomunicado, le obsequió un celular demasiado caro como para ser aceptado a la primera.
Esa misma semana, Liam fue cambiado de puesto, por lo que los asuntos en la oficina se tornaron más difíciles para él; su tiempo se consumió en un instante y su trabajo se convirtió en el centro de su vida sin que reparara en ello.
Se sentía culpable porque poco a poco había empezado a dejar a Zayn de lado, aunque deseara enfermizamente tenerlo cerca.
El chico insistía en que no importaba, que seguramente volvía a casa exhausto y entendía si no tenía tiempo para verlo, pero le repetía que cuidara de sí mismo porque si algo llegaba a pasarle le daría una merecida paliza... Liam descifró que, muy probablemente, aquella era su peculiar manera de decirle "te quiero", entonces él se lo respondía de vuelta y a pesar de que el moreno se quedara callado, podía sentir que realmente lo hacía.Zayn lo quería, pero estaba aterrado de reconocer sus propios sentimientos, y él lo sabía; por eso lo trataba como si fuera más delicado que la seda; por eso le sonreía con dulzura, porque estaba roto, tantísimo que incluso le costaba entregarse a aquello que anhelaba desde lo más profundo de su espíritu. Sin embargo, Liam se había comprometido a ayudarlo a sanar, aunque costara como el infierno, aunque doliera en el proceso... lo ayudaría a sanar.
El moreno despegó la vista de las manchas de humedad en el techo, fijándose en el aparato chillón abandonado a un lado de su almohada.
Cuando timbró por segunda vez, alargó la mano hasta él, revisando la pantalla donde dos mensajes nuevos destellaban."Ya son las 7"
"Tomaste tus vitaminas?"
Su semblante se arrugó en una mueca de fastidio. Escribió una respuesta breve antes de dejar el teléfono sobre su estómago.
"sí"
En cuestión de segundos, otra notificación ruidosa interrumpió su interesante sesión de contar manchas. Él, con gran pesadez, levantó el teléfono ante su rostro, leyendo otro par de respuestas.
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Daisy flowers [ZIAM]
FanficEl amor no está en los lujos, la fama o la belleza... está en aquellos corazones que tienen la potestad de ver almas nobles y latir por ellas. ¿Cómo un joven adinerado terminó cayendo fuerte por un insignificante muchacho que vendía flores en la ca...