Monedas curtidas y billetes arrugados iban y venían en sus manos mientras los contaba; depositándolos uno a uno sobre la vieja mesa de madera, sumamente concentrado.
El muchacho lo observaba sentado frente a él, en pleno silencio, rogando por un jodido milagro que hiciera duplicar esos menudos.
Louis suspiró, dejando caer la última moneda sobre la mesa.
"Nos faltan veinte... Y aún debemos la del mes pasado. "Zayn tragó en seco, buscando en cada rincón de su cabeza por una solución.
"Yo... Puedo vender más flores."El castaño negó.
"¿Tienes dinero para comprar más? Vendimos todo."Zayn se dejó caer en el reposo de la inestable silla. La preocupación se reflejaba en sus ojos mieles mientras veía al vacío, jodidamente callado.
Louis tomó asiento, apoyando los brazos en la mesa.
"¿Aún no recibes el pago de la cafetería?" le preguntó, a lo que el moreno respondió negativamente, luciendo decepcionado."La señora Donell cree que lo mejor es cerrar... La cafetería está en bancarrota" contó en un tono triste, sacándole una maldición a Louis.
"¿Qué diablos vamos a hacer? El dueño del edificio va a ahorcarnos si no le pagamos mañana, el refrigerador está vacío y ayer nos cortaron la luz" narró desesperado, bajando la voz poco después "Zayn, estamos jodidos y lo estaremos aún más si no conseguimos dinero."
El pelinegro sintió una fuerte opresión en el pecho al escuchar las palabras de su hermano postizo, apretando los puños encima de la madera vieja que los separaba.
Repentinamente y sin ningún plan que lo sostuviera, se puso de pie, capturando la atención de aquel par de ojos celestes.
"¿A dónde vas?" Louis pidió saber.
El muchacho se detuvo a tan solo dos pasos de la salida, moviendo los hombros con desdén.
"Algo encontraré."
Y salió.
Ni siquiera él mismo sabía a dónde dirigirse, pero tenía en claro que la ciudad de Londres era lo bastante grande para no obtener una mala búsqueda... O una buena paliza.
❀
Un timbrazo...
Dos timbrazos...Tres...
Cuatro...
Cinc-
"¿Qué?"
Liam ignoró el siempre amable tono de la pelirroja, dejándose caer en la silla giratoria de su escritorio.
Ni siquiera sabía porqué se molestaba en tolerarla o hacerle favores, pero algo en sus entrañas lo obligaba a no deshacerse de ella, ¿Quizás era el pasado de ambos? ¿Todas las cosas que habían compartido juntos?
Aún no tenía la respuesta a esa constante pregunta."Las cosas que me pediste ya están listas, ¿vienes a mi oficina?" fue directo, entreteniéndose un poco con el lapicero de plumas coloridas que su secretaria había olvidado dentro de su portalápices.
"¡Maldita sea! ¿¡No podías llamar en otro momento?! ¡UGH!" la mujer explotó sin previo aviso, provocando que la simpática lapicera cayera de sus manos con un golpe seco.
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Daisy flowers [ZIAM]
Fiksi PenggemarEl amor no está en los lujos, la fama o la belleza... está en aquellos corazones que tienen la potestad de ver almas nobles y latir por ellas. ¿Cómo un joven adinerado terminó cayendo fuerte por un insignificante muchacho que vendía flores en la ca...