I/II (1) - Primer encuentro.

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"¡Diablos!"

El hombre apartó la mirada del camino brevemente para averiguar qué atormentaba a su amigo. Cuando el personaje de rizos disparatados se dio una palmada en la frente, supo que alguna estupidez vendría en menos de-

"Olvidé mi regalo para Lena" -dos segundos.

El castaño apretó el volante entre sus manos hasta que sus nudillos palidecieron y sintió su sangre hervir.

"¡¿Estás bromeando?!" vociferó deteniéndose en el semáforo "Hace cinco minutos estábamos en el jodido centro comercial, ¿no pudiste recordarlo ahí?"

El ojiverde bufó.
"Sabes que tengo problemas-"

-"¿Mentales?" terminó a su gusto el castaño, volviendo a arrancar "Sí, me quedó muy claro hace diez años atrás."

El de cabello rizado se abstuvo de golpearlo sólo porque no quería ser echado a patadas del auto y tomarse la molestia de buscar un taxi bajo el molesto sol de verano mientras vestía chaqueta y corbata.

Se limitó a tragarse un excelente insulto y poner ojos rogones.

"¡No voy a regresar, Harry! Pareces un adolescente, demonios" masculló enojado. Estaba harto del comportamiento inmaduro e irresponsable del tipo y de que además lograra involucrarlo en ello siempre.

Harry arrugó el entrecejo, cruzándose de brazos en el asiento como todo un chiquillo. El ojicafé estuvo a punto de maldecir nuevamente, mas el grito de su compañero evitó que lo consiguiera.

"¡ORÍLLATE!"

"¡¿Tu objetivo es reventarme el tímpano antes de que la vejez me haga sordo?!"

El de ojos esmeralda gruñó.
"¡Solo detente a la orilla de la calle!"

El conductor sacó lo mejor de sí mismo para no arrojarlo por la ventanilla, orillándose sin tener la menor idea de lo que tramaba el tipo.

Volteó a verle con una impenetrable mueca de seriedad en el rostro, la cual Harry ignoró mientras bajaba la ventanilla polarizada. 

"¡¡Heeeey!! ¡Por aquíííí!"

Liam arrugó las cejas.
"¿A quién rayos le gritas?"

Antes de que su pregunta pudiera ser contestada, un par de rostros desconocidos aparecieron en su campo de visión... Un rostro en particular, con grandes ojos mieles y mejillas coloradas.

Sin percatarse de ello, Liam se perdió allí, en el cabello negro ligeramente despeinado, en el leve ceño fruncido, en los labios carnosos que eran humedecidos por una lengua rosada, en el sombrío misterio que reflejaban esos inconfundibles ámbares.

"Ehm, yo también quiero unas flores" por supuesto que no hizo falta la mirada sospechosa de su amigo, ni los atentos ojos azules que se fijaron en él en cuanto interrumpió la pequeña discusión de cuáles rosas lucirían más bonitas en el escritorio de la secretaria de Harry.

El chico de ojos celestes codeó al muchacho de cabello oscuro.
"Hermano, ya oíste" le murmuró.

El mencionado pareció incómodo ante la idea de acercarse al conductor, por lo que fue empujado unas cuantas veces más hasta finalmente dignarse a rodear el brillante Mercedes, donde en el asiento piloto lo esperaba un musculoso hombre de mirada cálida y actitud presuntuosa.

El castaño le mostró una sonrisa torcida que reflejaba altanería.
"Hey."

El moreno agachó un poco la cabeza, haciendo caso omiso al breve saludo. El ramo de rosas alzándose en sus manos.
"Uhm... ¿Cuáles quieres?"

Liam lo pensó un poco.
"¿Tienes margaritas? Me gustan las margaritas."

El de cabello azabache negó tímidamente y le echó un ojo al montón de ramos que traía en los brazos.
"Sólo rosas" aclaró, mas el hombre continuó parloteando sin si quiera haberlo escuchado.

"Quiero tres ramos de margaritas, ¿No te gustan las margaritas?"

Él volvió a negar, no en respuesta a su pregunta, sino enfatizando su réplica antes dada.
"Que no tengo margaritas, sólo rosas, ¿Ves?" alzó un colorido ramo que comenzaba a marchitarse por el largo tiempo que llevaba expuesto al sol.

Y Liam continuó hablando...
"¿No te gustan las margaritas? ¿De qué planeta eres, muchacho?"

El ojimiel gruñó, ya hastiado del molesto chico rico.
"Escucha, no soy ningún muchacho, mi nombre es Zayn" inició, sacándole una sonrisa ganadora al castaño porque finalmente había obtenido su verdadera atención. Quizás le divertía un poco ver la cara de molestia que traía en su rostro.

-"Y ya te he dicho como medio millón de veces que sólo tengo rosas, tómalo o déjalo."

Zayn lucía bastante enojado con su jueguito exasperante, pero a él le parecía demasiado entretenido, por lo que siguió molestándolo.

"¿Quieres oír algo curioso?" no esperó por una contestación. El pelinegro parpadeó confundido "Los colibríes son una de las aves más veloces y pequeñas del planeta y sólo viven cinco años, mientras el oso perezoso pasa toda su vida echado en un árbol y puede vivir hasta veinte años. ¿No es eso un poco injusto?"

El moreno le dedicó una mueca de completo desconcierto, entrecerrando los ojos en su dirección y mirándolo boquiabierto. ¿Cómo alguien con tan poco cerebro podía ser tan adinerado y molesto?

Agitando la cabeza para deshacerse de sus pensamientos sin relevancia, regresó al tema en cuestión, con un tono de notable disgusto en su voz.
"Sí, me parece injusto lo que acabas de decir, pero la jodida vida no es justa, como te puedes dar cuenta, así que si no quieres rosas, me largo de aquí."

Zayn no dudó demasiado para alejarse, preguntándose qué tanto su amigo charlaba con el colega del castaño irritante desde la ventanilla del copiloto, pero la voz grave lo detuvo de su retirada.
"¡Espera!"

Aguantándose un bufido, el ojimiel regresó, echándole un ojo al hombre.
"¿Qué?"

Él sonrió con una malicia casi peligrosa oculta en sus carnosos labios.
"¿Dónde están mis margaritas?"

Zayn soltó un gruñido, perdiendo la escasa paciencia característica de él, y se apartó de la ventanilla, rodeando el vehículo para toparse con un emotivo Louis que le ponía conversación al ruloso hombre de amplia sonrisa.

Concentrando el enojo en sus acciones, sujetó la camiseta del ojiceleste con toda la brusquedad posible, tirando de él tan fuerte que por muy poco hizo que se cayera de cara al asfalto caliente.

Louis se retorció entre el agarre, luchando para evitar ser arrastrado lejos de esos ojos verdes.
"¡Zayn! Basta, le estoy vendiendo unas flores" chillaba el castaño, haciendo todo lo posible por liberarse, pero su amigo siempre fue mejor luchador que él por mucho.

El azabache logró empujarlo hasta el carrito donde estaban colocadas las demás mercancías.
"Lo único que le estás vendiendo es tu puto trasero en bandeja de plata. ¡Camina!"

Desde el brillante vehículo, un par de ojos cafés admiraron la hilarante escena. Harry, con un ramo de rosas en su mano, fue quien habló.
"Creo que no nos haría mal tomar esta avenida de ahora en adelante."

Liam sólo asintió arrancando el vehículo nuevamente.

Ya que me lleva una eternidad escribir capítulos de +5000 palabras, iré subiendo por partes, así no deben esperar dos milenios para una actualización.

Daisy flowers  [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora