Epílogo - Un vistazo a tu corazón.

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A pasos de bebé e insistente al avanzar, Liam repondría aquello que otros destrozaron sin piedad alguna en el pasado.

Lo supo cuando una tersa caricia fue dejada en su mejilla y un par de pardos luceros le transmitieron la seguridad necesaria para que se convenciera a sí mismo de que estaba siendo sostenido por los brazos que siempre lo protegerían de todo.

"Voy a ser muy suave contigo" susurró, haciéndolo sonar al igual que una sólida promesa "Si no te gusta algo, dímelo, o pégame, yo captaré el mensaje" añadió, conservando una seriedad casi cómica al hablar; a lo que el moreno, enteramente convencido de que estaba a salvo bajo sus alas celadoras, dio inicio a un nuevo beso; en un principio, tímido e inseguro; lentamente, siendo arrastrado por lo que su atontada conciencia le exigía a gritos, recuperó la valentía necesaria para entregarse de manera plena al momento.

Sus dedos se movieron por sí solos, yendo directo hacia los botones de la camisa ajena y retirándolos uno a uno, mientras sus labios hallaban la sintonía perfecta. En cuanto le resultó posible, el hombre tiró de su propia prenda, despojándose de ella e incentivándolo silenciosamente a que lo tocara sin pena alguna.

Las palmas tersas no tardaron en trazar camino por encima de sus clavículas, recorriendo cada músculo fibroso de su pecho; palpando la línea alba y dejando huella entre las divisiones de su marcado abdomen.

"... Soy tuyo" alcanzó a percibir en medio del húmedo beso "Haz lo que quieras de mí" ante la íntima declaración, un ardor abrasador le caló la piel, fluyendo vehemente a través de sus venas y encendiendo en él la impetuosa necesidad de tenerlo dolorosamente cerca.

Brazos delgados se recogieron alrededor de los hombros anchos, tirando de él, que sin vacilar un mínimo lo sujetó de la cintura, presionando las caderas estrechas contra su virilidad abultada. La criatura de tez dorada permitió que un débil gemido escapara de su boca al acto, siendo envuelto por un calor intenso. Sus piernas carnosas se estrecharon alrededor del cuerpo robusto, sintiendo la molesta hinchazón crecer bajo la tela de sus propios pantalones.

De manera casi inconsciente se encontró frotándose contra él, suspirando ante la placentera sensación, hallándose tan cerca de las nubes... El mayor no tardó en guiar sus movimientos a un ritmo lento, constante, igualmente perdiendo el aliento.

Su pulso se disparó y en pocos segundos terminó rompiendo el contacto, sofocado, apoyando la frente contra uno de los hombros desnudos.

Liam se detuvo, pasando una mano por su espalda mientras luchaba por recuperar el compás de su respiración.

"¿Quieres que vayamos más despacio?"

Con un leve asentimiento, lo recostó cuidadosamente sobre las almohadas de seda.

Tomó el olor tenue de su cuello; probó el sabor exquisito de su piel dorada; se regocijó en el tiritar de su cuerpo al ser acariciado; en los sonidos ahogados; en sus ruidosos latidos y la preciosidad de su inocente desnudez.

Tras dejar una larga línea de besos en sus níveos muslos, alcanzó un frasco translúcido de la mesa auxiliar, empapando sus dedos en gel. El chico, aunque algo cohibido, le hizo espacio entre sus piernas antes de que se dispusiera a tocarlo con suma delicadeza, levantando la mirada parda hacia él sólo para notar cómo se estremecía en el acto.

Pacientemente los dígitos acariciaron su interior, expulsando agudos gemidos desde el fondo de su garganta, y deseó cada vez más; anhelando desde la avaricia; dispuesto a recibir todo lo que pudiera darle...

Cubierto en sudor y aferrándose a las sábanas, posó su completa atención en su amante cuando se alejó de él para despojarse de las prendas que aún lo cubrían. Admiró la silueta esbelta, carente de imperfección alguna, exhalando el oxígeno de sus pulmones mediante una sola bocanada en reacción al fascinante panorama.

Daisy flowers  [ZIAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora