Daisy flowers [ZIAM]

I/II (13) - Bebé.

"¡Hasta mañana, Zayn!" Ray salió de la cocina cargando su mochila sobre la espalda, recibiendo la atención inmediata del moreno sentado ante al mostrador, quien no dudó en regresarle la sonrisa y despedirse de él agitando la mano.

Cuando el chico se marchó con el sonido de la campanilla haciendo eco alrededor de todo el local, Liam apartó la vista de la puerta, desplazándola directo hacia el moreno frente a él.

Una mueca de notable disconformidad se dibujó en su rostro, acompañado de una ceja castaña que se levantó de forma exagerada.

El adolescente lo miró con seriedad.

"¿Qué?"

"¿Ese quién es?"

"Ray(?)"

Liam lo observó adoptando una actitud de sospecha casi teatral.

"¿Es nuevo?"

Por algún motivo, el menor se contuvo de soltarle el dulce recordatorio de que era un tarado y se limitó a replicarle en un inevitable tono cansino:

"Te ha dejado la cuenta como mil veces".

Él recibió la respuesta frunciendo los labios, nada convencido.

"No memorizo rostros" refutó.

Zayn le dedicó una expresiva mirada de incredulidad, apoyando los codos encima del mesón que los separaba.

"Me has estado acosando por meses".

"No memorizo rostros que no me interesan" se corrigió rápidamente, recibiendo un bufido por parte del chico, que dejó caer su barbilla entre sus manos, luchando con el agotamiento.

Las noches anteriores no pudo pegar ni un párpado, demasiado ocupado en darle vueltas a las memorias que habían vuelto a pasearse en su cabeza desde hacía un largo tiempo.

Últimamente le resultaba imposible dejar de repensar acerca de ello, y mientras más trataba de evadirlo, solo se tornaba peor.

Louis le aconsejó que tendría más tiempo de distraerse antes de dormir si regresaba a casa en cuanto su turno finalizara... hacía exactamente quince minutos, y hacía exactamente quince minutos desde que se encontraba esperando a Liam, quien parecía competir por el premio al bastardo más lento del año, distrayéndose entre cada mordisco, buscando la manera de entablar una conversación a pesar de que Zayn no tenía energías ni para hablar, soltando sus infaltables bromas que no harían reír ni a un mocoso de seis años y, bueno, básicamente siendo Liam.

En medio de su ensimismamiento, intervino una papa frita acercándose a su boca.

Arrugó el entrecejo, dedicándole una mala mirada al mayor.

"¿Qué haces?" murmuró fastidiado.

Liam no movió el tenedor de su lugar.

"Alimentarte..."

"¿Me ves cara de pollito?"

"Pues-"

"Termina con eso, quiero irme a casa" lo calló rudamente, dejándolo con un pronunciado puchero que podría quedarle perfecto a un niño pequeño.

Zayn comprendió que lo mejor sería seguirle la corriente, si quería regresar a su departamento antes del jodido amanecer. Soltando un suspiro derrotado, se decidió a abrir la boca, permitiendo que el castaño, ya sonriente, le diera de comer.

Liam solo continuó comiendo cuando vio al moreno masticar, desganado e incómodo. En ese instante, se percató de lo perdida que lucía su mirada ámbar y la actitud extrañamente decaída que había estado arrastrando desde días atrás.