28| Yo soy la guerra, la discordia

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Le repito a Lane cientas de veces que no deseo que me acompañe a casa, que necesito tiempo para aclarar mi mente

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Le repito a Lane cientas de veces que no deseo que me acompañe a casa, que necesito tiempo para aclarar mi mente. Él, como buen rayito de sol que es, insiste y pone su mejor cara de perrito abandonado.

-¡Déjame ir solo! -grito arrastrando los pies por la acera, el de ojos verdes está agarrado a mi pecho como garrapata. Sus manos se pegan a la chaqueta de cuero como silicona. -¡No me obligues a darte una patada en las bolas!

Me llaman el impredecible.

-Tengo una condición física mejor que la tuya, West -replica y destaca la palabra mejor en un molesto tonito burlón. -Si intentas hacerle daño a mi descendencia yo te torceré un brazo.

Ja. Ja. Ja.

Qué buen chiste.

Espera... no sonó como uno.

Miro a mi alrededor en busca de algo que me salve de Lane.

La calle dónde vive está justo al final del pueblo. De hecho, su casa es la última, y la que mejor se ve.

El jardín está amarillento, seco. Comparado con el de sus vecinos este es una maravilla. Él de ellos tiene tierra en vez de pasto. La pintura gris clara se ve limpia, nada de manchones amarillos y negros como en las demás.

No está de más decir que las otras están abandonadas.

-¡LANE! -exclamo fuerte y claro. En mi mente un plan se está formando, es de los planes más bizarros, hermosos, brillantes que alguna vez he ideado. -¡MIRA, SE PARECE A TI!

Él ignora lo que digo.

-¡UN LABRADOR! ¡OH! ¡Y TIENE LOS OJOS COMO LOS TUYOS!

-¿Necesitas gafas? -su incredulidad me toma por sorpresa.

Bufo y ruedo los ojos, tengo más planes en esta cabecita mía.

PLAN B.

-Si me sueltas...

-Sobornos cero -afirma con una firmeza digna de un entrenador, su agarre se intensifica inmovilizando mi espalda contra su pecho.

-Vamos, te lo diré...

-No -sigue en su negativa. Guardo la frustración para mí mismo, una gota de sudor corre por mi sien, muchas otras llegan de mi nuca hasta mi espalda baja. El sol de la tarde está picante en el cielo y parece reírse de nosotros.

-Te compraré...

-¿En serio? ¿Seguirás con eso? ¡Es probable que algo te pase!

¡Ya no me importa que me pase!

-Te compraré el labrador más dorado que encuentre... -hago una pausa para crear suspenso. Cuando su boca calla una sonrisilla satisfecha se tatúa en mis labios. -¡Si me sueltas, claro!

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora