12| La fiesta del siglo: parte 2

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¡ADVERTENCIA!

Este capítulo puede causar estrés y taquicardia.

La autora no se hace responsable de sangrados nasales ni de desmayos.

Sea discreto.

Gracias.

-Enemigos, muerte, destrucción -digo de rodillas, el agua me llega hasta la nuca, pero ya dejó de importarme

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-Enemigos, muerte, destrucción -digo de rodillas, el agua me llega hasta la nuca, pero ya dejó de importarme.

Vamos a ver si es esta.

-¡Contraseña incorrecta! -exclama el holograma.

Le doy una palmada al agua sucia.

Si de esto no dependiera el volver a la normalidad vaya que no lo haría.

-Soy el ser más perfecto del universo... -murmuro con la esperanza de que esta sea.

-¡Contraseña incorrecta!

Quiero llorar.

Cierro los ojos y me hundo en el agua. Llevo más de media hora adivinando la contraseña.

¡De esto depende volver a mi cama!

Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, tragando agua estancada, me detengo y la escupo al instante.

Nota mental: hacerme un lavado gástrico.

-A ver, holograma sin gracia, la contraseña tiene que ser violeta o decapitación, si no es eso... no será nada.

-¡Contraseña correcta!

-¿¡Enserio!? ¿Fue tan fácil? ¡Deberían premiarme o algo! -grito hundiéndome de nuevo en el agua y nadando un poco.

Chico local salva al mundo, le dan un millón de dólares en efectivo.

-Puede ingresar -dice la voz del holograma, una compuerta se abre y me deja ver un asiento en terciopelo violeta -no hay día dónde el violeta no se manifieste-, bajo el asiento hay una especie de cofre negro, el que resplandece con solo mirarlo.

Es tan bello que mis ojos no apartan la mirada de este, aunque creo que ese es su poder.

Doy varias brazadas hasta la nave y entro en ella. Apoyo una mano en la compuerta y entro a la nave, dejando empapado el asiento.

Será un milagro si Lukyan no me mata por esto, de seguro esta nave es su bebé.

Pero, si es su bebé... ¿por qué lo dejó en medio de un pantano?

Estiro la mano hacia el cofre. Dentro de él encuentro un cristal con la misma descripción que me dió el extraterrestre.

Lo tomo entre mis manos y lo giro, la poca luz de luna que entra a la nave hace que el cristal brille, el sostenerlo entre mis dedos me hace sentir poderoso, como cuando encesto una bola de papel en la basura del salón.

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora