32| El que le tema a morir que no nazca

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El humo contamina mis agitados pulmones

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El humo contamina mis agitados pulmones. Por dónde vea hay flamas anaranjadas y aliens de todas las razas sacrificándolo todo para alcanzar las últimas naves.

La tierra bajo mis pies retumba ansiosa, hambrienta, lo que habita bajo esta puede ser nuestra perdición. Recorro con la mirada el caos. Escucho los gritos de terror.

A lo lejos una construcción ovalada se desmorona de a poco. Una punzada de dolor en el pecho hace que cierre los ojos, pero me olvido de esto al notar que sujeto algo entre los dedos. Una raqueta.

Es blanca con piedras naranjas incrustadas en todo el mango, las que forman una constelación si observas atentamente. Frunzo el ceño, tengo el nombre en la punta de la lengua, solo que no me acuerdo.

-Thrian -susurran cerca de mí en un tono desesperado. Miro de derecha a izquierda, y no, no hay nadie cerca. Además, me parece raro haberlo escuchado, hay miles de aliens gritando en dialectos ininteligibles. -¡Thrian! -otra vez, pero la voz suena con más urgencia.

Ahora que caigo en cuenta, ¿por qué soy el único idiota que está viendo el mundo arder?

¿Deseo de destrucción? ¿Nadie? Estos seres tienen estabilidad mental, aleluya.

-¡Necesito hablar! ¡Despierta! -y seguido de este grito un estruendo logra sacarme a la superficie de la conciencia.

-Mierda, mi cabeza -gruño y me paso las manos por el rostro. No recuerdo haberme ido a acostar, quedé tirado en el suelo medio ahogándome por las lágrimas.

-¡Perdón por tu ventana! ¡De verdad es importante, West!

¡Acabo de levantarme, no reconozco voces! ¡Piedad con esta alma despechada!

¿Y de qué habla-

NO. NO. ME ECHARÁN DE LA CASA.

Mi ventana -o lo que quedó-está en el suelo, en brillantes pedacitos.

Siento cómo la sangre sube a mis mejillas, quiero gritarle al que hizo eso. En vez de eso me coloco unas sandalias y esquivo cómo puedo los vidrios, una cabellera rubia es lo único que alcanzo a ver en la oscuridad.

Lane, en un suéter dos tallas más grande, y con una sonrisa nerviosa en el rostro. Mueve la mano como saludo.

¡Descarado de mierda! ¡Me pagas la ventana, carajo, me la pagas en efectivo!

-Baja, ¿quieres? -pide como el descaro del mundo.

-¿Estás loco? Mis padres me enviarán a un internado militar por esto -mascullo entre dientes para que no me escuchen. Volteo a ver la puerta con nerviosismo, no hay más sonido que los grillos y el camión de basura, pero Jules es un ninja.

Resopla.

-¿No es el mejor de los regalos? Yo estaría saltando de felicidad.

JA JA JA, estás tan loco, creo que quiero zamparte un puño.

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora