16| Y todo se pone peor

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-¿Belleza?

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-¿Belleza?

Desvío la mirada de la carretera por un momento y la enfoco en Lukyan, sus labios me sonríen, unos hoyuelos se marcan en sus pálidas mejillas.

-¿Sí? -pregunto volviendo a enfocar la mirada en el camino, el que está cubierto de hojas secas y amarillentas, producto de la llegada del otoño.

Ya aprendí la lección unos kilómetros antes.

Por poco chocamos con otro auto.

No puedo distraerme mirándolo.

-Me gustó mucho pasar la noche contigo.

Mierda.

Una pequeña risa nerviosa escapa de mis labios, muerdo uno de ellos para así evitar plantarle un beso en la frente.

¿Por qué me lo tiene que hacer tan difícil?

Carraspeo un poco.

-No te acostumbres -le digo mirándolo de reojo.

El viento que se filtra por la ventana hace que su cabello largo y castaño se revuelva, lo que le da un aire de chico rebelde que me encanta.

-¿Qué pasa? -cuestiona, su voz es como un ronroneo de felino y no de cualquier felino, es comparable con el de un tigre de Bengala al acecho.

¿La presa? Yo, por supuesto.

-Nada -afirmo apretando el volante con firmeza y maniobrando para no desviarme de la curva que estamos tomando.

No puedo evitar olfatear un poco cuando un aroma extraño a caucho quemado y gasolina inunda mis fosas nasales, este olor interrumpe toda respuesta. Lukyan mueve las cejas y frunce la nariz. A juzgar por la intensidad del olor nos acercamos cada vez más al lugar de dónde proviene ese curioso, pero alarmante olor.

Freno de golpe, haciendo que nuestros cinturones de seguridad se estiren un poco y aprieten contra nuestros pechos. En medio del frenazo desvío el coche un poco a la izquierda, ya que a la derecha hay otra coche, sin embargo, volcado y echando humo.

La vista es desalentadora. Las ruedas desprenden humo, junto con el capó, que se ve rayado y aboyado, seguramente por la fuerza del golpe.

Debió de girar sobre sí varias veces.

Además... la velocidad...

Esta es una carretera estatal...

Los restos de vidrios rotos están desperdigados por el asfalto.

Y hay sangre, demasiada para mí gusto. Roja y espesa como el vino más dulce.

Mis ojos se abren en su máxima extensión al ver esto. La bilis sube por mi garganta y unas arcadas intensas me invaden.

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora