-¿Por qué se supone que debo vestirme de esta forma? -le pregunto dudoso a Lukyan, el que no dejaba de tomarme fotos con su celular.
Como quisiera tomar su celular y lanzarlo al otro lado de la calle, a ver si así sigue sonriendo.
-Así te ves mejor -dijo el castaño escogiéndose de hombros a la vez que guardaba su celular en el bolsillo de su jean. Me sonreía como siempre lo hacía, de forma aterradora.
Hudson, tenemos un problema.
Bajé la mirada a la falda de colegiala que traía puesta, esto en conjunto con una camisa blanca y unos zapatos de charol negro.
Me veo horrendo.
-Además, no fui yo el que sugirió lo de ser mi esclavo por una semana-dijo despreocupadamente mientras sacaba su celular de su bolsillo y respondía un mensaje.
Rodé los ojos.
Cálmate, West.
No te quites un zapato para estamparlo contra su sonrisa de idiota.
-Recuerda que puedo leer mentes, West -me recuerda el extraterrestre guardando su celular nuevamente.
Doy un suspiro de frustración, aún no sabía la razón de este disfraz tan vergonzoso.
Creo que me venderá a una mafia para saldar sus deudas de extraterrestre. El mantener a esas anguilas debe ser caro.
-¡Me prometiste que me contarías más sobre tu planeta, no que me usarías para cualquiera de tus depravados fines! -exclamo exasperado y con un tic recién formado en el ojo.
Definitivamente, este tipo me enloquece.
El castaño ríe y niega con la cabeza, para decir a continuación:
-Todo tiene un precio, atender a los clientes del restaurante del padre de Lane a cambio de más información.
Mi boca se abre por la indignación.
Descarado, imitación de Soy el número cuatro.
-¡No! ¡Mil veces no! -me niego para empezar a caminar en dirección opuesta, dejando a un Lukyan desafiante en medio de la acera.
Mejor que se busque a otro que le modele de colegiala.
Quiero arrancarme el cabello por mechones.
Alto ahí, alma indolente de sí misma.
Llevo caminando por la ciudad unos cuantos minutos.
Había soportado miradas de asco, risas, insultos y hasta piropos cochinos.
Gente puerca.
-Llevo mirando mal y deteniendo a los pervertidos hace como media hora y tú ni te das cuenta -comenta una voz detrás de mí.
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¡Un rival de otro planeta!
Ciencia FicciónUn emo que no soporta que hagan chistes de su corta estatura, un gobernante de una galaxia destruida y una serie de sucesos que los llevarán al fin del mundo. Cuando una noche una alta figura se cuela en su patio trasero y West descubre que no solo...