ADVERTENCIA: si eres sensible, vas a llorar. Si no eres sensible, igual vas a llorar. Es todo ;(
Lane en Multimedia.
—¿Familiares de Lane Phillips?
Alzo la cabeza tan rápido que me da dolor de cuello y levanto una mano para que el enfermero sepa de mi existencia. Él anota algo en su planilla y nos pide que esperemos cinco minutos, que están higienizando la habitación para instalar al paciente y así permitir las visitas. Lukyan se peina las cejas con aire ausente.
Ha estado así desde que chasqueó los dedos, reanudando el curso del tiempo y zambulléndose en las consecuencias de la pelea que paramos. Él fue el que sostuvo a Lane en sus brazos, lo que hizo que un par de profesores fueran a su encuentro y le pidieran explicaciones, llamandolo incompetente e irresponsable por permitir que pasara eso.
Como si la pelea fuera su culpa... increíble.
Para suerte de todos, la directora llegó exclamando que la ambulancia se encontraba en el estacionamiento, lo que frenó que los furiosos profesores se comieran vivo a Lukyan. No pronunció palabra en los pasillos, en el camino al hospital. Tampoco en la sala de espera.
Fue un poco desesperante verlo así.
Prefiero que tire comentarios arrogantes o que pregunte cuál es mi chocolate favorito, una y otra y otra vez.
Su mejillas desinfladas y esa expresión de me rendí, son cosas que no le quedan bien.
Él es oro fundido al sol, libertad, decisión.
No, gris, osos perezosos y medusas.
Le estrecho, las puntas de mis dedos chispean al fijarme en un solitario mechón que cubre su frente. Invado su espacio personal y le acomodo el cabello, suave al tacto.
Una apenas perceptible sonrisa alza sus labios.
—¿Quién eres y qué hiciste con West?
—Lo encerré en la ambulancia, pasará todo el día atendiendo pacientes —le guiño un ojo, pícaro —Mientras que yo, su gemelo bueno, hablaré mal de todo el mundo para que te sientas mejor.
—Vaya, qué considerado —agrega y su sonrisa se hace más evidente. —No hace falta que hagas el sacrificio de revelar los trapos sucios de las personas.
—Es pan de cada día, gigantón.
Levanto los hombros, quitándole importancia. Y me remuevo en la silla, a la vez que estiro el cuello para obtener una vista de primera del pasillo. Ya pasaron los cinco minutos que el enfermero prometió.
—Ay, se tarda bastante, ¿no? Debo comprar boxers después de esto.
Dejo en paz al pasillo y observo de reojo al payaso que se sentó a mi lado. Viste una camiseta sin mangas, la que deja expuesta sus brazos fibrosos y repletos de tatuajes de henna blanquecina. Sus párpados eternos revelan unos ojos rojos y brillantes.
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¡Un rival de otro planeta!
Science FictionUn emo que no soporta que hagan chistes de su corta estatura, un gobernante de una galaxia destruida y una serie de sucesos que los llevarán al fin del mundo. Cuando una noche una alta figura se cuela en su patio trasero y West descubre que no solo...