Amber.
Al despertarme la mañana siguiente, Maika me había mandado un mensaje diciendo que tenían una emergencia en la escuela de ballet y que tenía que irse y no quería despertarme. Eran las 12 de la mañana y estaba bien descansada después de no haber dormido bien la noche anterior debido al mareo y al cansancio del alcohol. Me prometí no volver a beber en mi vida.
Cuando bajé la escalera y entré en el salón, vi sentado en el sofá a un chico de piel morena y pelo oscuro y rizado que debía tener la edad de Ethen. Me frené al abrir la puerta y su mirada viajó hasta mi.
-Buenos días- me sonrió.
Su voz me llevó a la noche de la fiesta en la que me emborraché. Mierda, era el anfitrión de la fiesta, el mejor amigo de Ethen.
-¿Buenos días?
-Debes de ser Amber, ¿no?
-La misma, ¿tú eres..?- pregunté esperando que mis sospechas se confirmaran.
-Nathan, soy el mejor amigo de tu hermano- me dijo sacando de nuevo sus perfectos y relucientes dientes a la luz.
-Ethen no es mi hermano, ni mi hermanastro, ni absolutamente nada mío. Solo vivo en su casa gracias a mi queridísima madre- dije en un tono más agresivo del que me habría gustado.
-Joder, vale, lo siento- dijo él levantando las manos ante mi agresividad.
Entonces, nuestro factor común entró en la habitación por la puerta trasera. Ethen estaba en bañador, sin camiseta y con una gorra blanca y unas gafas negras de sol puestas. Al darse cuenta de nuestro patético e inútil intento de conversación, se cruzó de brazos mirando a su mejor amigo. Me fijé en que tenía el ceño fruncido a través de sus gafas.
-¿Qué te dije de hablar con ella, Nathan?- preguntó ignorando mi presencia y con un tono de furia en la voz.
-Tranquilidad, joder, ¿todos estáis a la defensiva en esta puta casa o qué? Ha entrado y la estaba saludando, nada más.
-Te dije que no te acercaras y quiero que cumplas lo que te estoy pidiendo- dijo él antes de tirarse en el sofá siguiendo con su completa ignorancia hacia mi.
-Me parece alucinante que fueras tú el que me dijo todo lo que me dijiste ayer y que encima seas tú el que se hace el ofendido porque he saludado a un amigo tuyo. Eres alucinante Williams- dije antes de alejarme de ellos y entrar en la cocina.
Me preparé algo rápido para desayunar y cogí el móvil. Bryce me había mandado un mensaje que abrí de inmediato.
"Amber, ¿te apetece salir a dar una vuelta por el paseo? ¿Te recojo en la puerta de tu casa en una hora?"
Una sonrisa escapó de mis labios. Realmente me gustaba Bryce, me gustaba su forma de tratarme y me gustaba que me demostrara que yo también le agradaba a él. Me gustaba su sinceridad y me gustaba como me ayudaba siempre. Me gustaba su sonrisa cuando me miraba y me gustaban sus ojos. Algo que nunca había pensado, me había acabado gustando de él. Siempre me habían producido un rechazo casi inmediato las personas con el cuerpo cubierto de tatuajes pero a él le daban ese aire misterioso que me había atraído en un principio.
"Te llamo cuando esté arreglada y te espero en mi puerta, no tardas mucho en llegar."
Solté el móvil y terminé el desayuno. Salí corriendo a la ducha sin mirar atrás y me duché a toda prisa con agua caliente. Odiaba ducharme con agua fría o cualquier cosa que pudiera transportarme al mar. Lo odiaba con toda mi alma.
Cuando salí, miré mi gran armario mirando qué podía ponerme para salir con Bryce. Me miraba con unos ojos que podía estar segura de que me pusiera lo que me pusiera a él le parecería bien. Me miraba como si fuera lo más bonito que ha visto, y eso podía notarlo yo misma, así que eso me tranquilizaba.
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Ramé.
RomanceNo esperaba tener que mudarme a una ciudad soleada a mis 17 años, dejando atrás toda mi vida anterior en Portland, pero menos aún le esperaba a él, a Ethen. Ese era el nombre del chico alto y castaño con el que tendría que convivir ahora que mi madr...